Prelatura de Chota: apuntes para su historia
Emiliano A. Cisneros Martínez, oar[1]
Antecedentes
La Prelatura de Chota ha estado conformada desde su creación en 1963 por las provincias civiles de Chota y Cutervo, del departamento y región de Cajamarca. Antes de esta fecha ambas han formado parte de diócesis más antiguas y extensas. Pertenecieron desde los tiempos de la evangelización fundante a la diócesis de Lima, creada en 1541. Como parte de ella fueron visitadas por Santo Toribio de Mogrovejo a fines de 1596 en su segunda visita pastoral. Pasan a formar parte de la de Trujillo cuando se crea ésta en 1577. Martínez de Compañón las visita como parte de su jurisdicción y deja preciosos datos de ellas en su monumental obra Trujillo del Perú. Hay constancia también, entre otras, de la visita del obispo de Puno Ismael Puirredón en su condición de administrador apostólico de la diócesis trujillana. Entrado el siglo XX, en 1908, son parte de la nueva diócesis de Cajamarca y, más adelante, en 1956, pasarán a la recién creada de Chiclayo, recibiendo de ellas las visitas de sus pastores.
La vida de las comunidades cristianas de estas provincias es muy similar a la de la mayoría de los territorios del Perú: parroquias extensas, no muy pobladas, no raramente carentes de sacerdote, con predominio de la pastoral centrada en el culto, las fiestas patronales y las devociones populares, particularmente de la Navidad, Semana Santa, santa Cruz, Santísima Virgen María en sus diversas advocaciones y algunos sacramentos, el bautismo principalmente.
Hasta la época de la independencia fue importante la presencia de religiosos en las parroquias. El agustino Juan Ramírez es considerado fundador de los pueblos de Cutervo, Chota, Huambos, Querocoto y Cachén (Miracosta). En ellos misionó junto con su hermano de hábito el padre Diego de Aguilar, durante un breve período del siglo XVI, según el testimonio autorizado de Antonio de la Calancha. Los mercedarios tuvieron a su cargo, hasta las desamortizaciones que siguen al proceso independentista, las doctrinas de Huambos, Cutervo y Sócota, y los franciscanos atendieron la doctrina de Chota con sus anexos, entre ellos Tacabamba. Después de la independencia y hasta 1940 el clero diocesano ha tenido a su cargo la totalidad de las parroquias, no siendo raras las visitas y recorridos misioneros de los franciscanos de Cajamarca. En los años cuarenta del siglo pasado llegan los agustinos recoletos para atender las parroquias de Chota y Cutervo.
Estas parroquias más las de Pimpincos, Sócota, Tacabamba, Querocotillo, Huambos, Llama y Lajas eran las existentes al momento de la creación de la Prelatura. Con anterioridad lo habían sido también los pueblos antiguos de Pión, Cachén (Miracosta) y Cujillo.
Creación de la Prelatura de Chota
La Orden de agustinos recoletos, presente en Cutervo y Chota desde los años 1940 y 1945 respectivamente, juega un papel de primer orden en la creación de la Prelatura. Cuando la Santa Sede, dentro de un proyecto más amplio, decide crear una nueva jurisdicción eclesiástica en el departamento de Cajamarca, y más en concreto en las provincias de Chota y Cutervo, se dirige al prior general de dicho instituto religioso exponiéndole sus planes y consultándole sobre la disposición de la Orden para hacerse cargo de la jurisdicción a crearse. Estos contactos se inician a fines del año 1961. En los primeros meses del año siguiente ya hay una respuesta favorable y un año después, el 7 de abril de 1963, se publica la constitución apostólica Pontificale munus por la que se crea la Prelatura nullius de Chota. Su territorio lo formarán las provincias civiles de Chota y Cutervo, pertenecientes hasta ese momento a la diócesis de Chiclayo. En la misma fecha, por la bula Quoniam homines, se nombra al padre Florentino Armas Lerena, de la Orden de agustinos recoletos, como primer prelado, sin carácter episcopal. Como sede catedralicia se le da la iglesia parroquial dedicada a Todos los Santos, en la ciudad de Chota.
La ejecución de la bula de creación y la toma de posesión canónica por el prelado tienen lugar el día 7 de julio en la iglesia catedral de Chota, siendo monseñor Luis Sánchez-Moreno, a la sazón obispo auxiliar de Chiclayo, el encargado de dar cumplimiento a las disposiciones pontificias.
La vida de la Prelatura
a) Labor pastoral
Tiene lugar la creación de la Prelatura en tiempos de cambio. A la explosión demográfica de fines de los cincuenta y comienzo de los sesenta acompañan las crecientes inquietudes sociales, sobre todo entre profesionales y estudiantes, la multiplicación de los centros educativos en sus diversos niveles, la apertura de las vías de comunicación con el resto del país con el consiguiente aumento de la movilidad humana y, desde el punto de vista eclesiástico, la escasez de sacerdotes en una sociedad en acelerado crecimiento demográfico. Son también los años del concilio Vaticano II.
La labor pastoral que se ha de desarrollar tendrá que seguir los cauces señalados por los documentos conciliares. La va a favorecer la llegada de sacerdotes jóvenes abiertos a las novedades conciliares. Poco a poco y no sin dificultades se va a ir haciendo la transición desde los moldes tradicionales de las décadas y aun siglos anteriores a los nuevos pautados por la asamblea conciliar. Del individualismo parroquial se irá pasando a una pastoral de conjunto que tomará más fuerza a partir de 1975.
En las comunidades rurales se viene imponiendo una espiritualidad nueva de la mano de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, cuyas manifestaciones más palpables son la celebración de los primeros viernes, que congrega a multitudes cada vez mayores en los templos parroquiales, y la participación en los sacramentos de la eucaristía y el perdón. Con el ejemplo de éstos y la actividad pastoral que comienzan a desarrollar en su medio, bajo la guía y orientación de los sacerdotes, se va a ir produciendo un notable resurgir de vida cristiana auténtica que atrae a otros muchos e impacta en las ciudades y pueblos.
La Orden de agustinos recoletos, a la que se le confía el dar vida plena a la nueva jurisdicción, aporta un buen número de sacerdotes jóvenes que con entusiasmo y sacrificio recorrerán todos los caminos de la Prelatura, visitando las comunidades, atendiendo a los enfermos, organizando la catequesis de niños y adultos e impulsando la construcción de capillas en todos los lugares. Era un nuevo estilo, un modo nuevo de presencia y de hacer Iglesia, que iba encontrando acogida entre los sencillos.
La respuesta de los pueblos y ciudades a la acción pastoral de la Iglesia ha sido algo más lenta, pero también ha ido mejorando. Grupos apostólicos y movimientos eclesiales han dejado sentir su influjo benéfico. Ahí están la Legión de María, el movimiento de retiros parroquiales "Juan XXIII", grupos carismáticos, el trabajo con docentes, las escuelas de padres…
Desde 1975 ha habido una pastoral de conjunto programada por sacerdotes, religiosas y laicos, con la animación de un consejo de pastoral que ha contribuido en buena medida a que la acción pastoral respondiera a las necesidades del momento.
b) Los obispos
Cinco han sido los obispos con que ha contado la Prelatura en estos cincuenta años, todos ellos miembros de la Orden de agustinos recoletos. Se explica esto en razón del compromiso asumido en su momento por dicho instituto religioso ante la Santa Sede y por la confianza mostrada por ésta en el desempeño de los miembros de aquella.
Monseñor Florentino Armas Lerena fue el primer prelado. A él le tocó organizar, siquiera fuera de manera elemental, la curia prelaticia. Comenzó sin nada, acogido en la casa parroquial de Chota. Con su empeño y diligencia construyó la casa episcopal que, durante varias décadas, fue también seminario diocesano. De su celo apostólico son expresión las visitas pastorales que le llevaron hasta los últimos rincones de la jurisdicción, la promoción y animación del movimiento del apostolado de la oración, la provisión de sacerdotes en todas las parroquias existentes, la creación de la parroquia de Santo Tomás y el interés por las vocaciones. Con él llegan dos comunidades religiosas femeninas. En 1967 es promovido a la dignidad episcopal, siendo ordenado por el cardenal Juan Landázuri en la iglesia de Santa María Magdalena, de Pueblo Libre, Lima. El papa Pablo VI le aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la Prelatura en 1976. Falleció en Lima en 1979. Sus restos descansan en la catedral de Chota.
Monseñor José Arana Berruete fue nombrado administrador apostólico en 1976 y posteriormente ordenado obispo en Chota, en 1979, por el nuncio apostólico Mario Tagliaferri. Con él toma cuerpo la formación de aspirantes al sacerdocio y se afianza el programa de formación de catequistas. Bajo su pastoreo son ordenados los doce primeros sacerdotes diocesanos que pronto asumirán la responsabilidad pastoral en varias parroquias. Falleció en Lima en 1992 siendo enterrado en la catedral de Chota.
Monseñor Emiliano Antonio Cisneros Martínez fue ordenado obispo por el beato Juan Pablo II en la Basílica Vaticana el 6 de enero de 1994. Asume el gobierno de la Prelatura en febrero del mismo año y permanece en el cargo hasta mayo de 2002. En estos años se da inicio al plan pastoral de renovación diocesana, se construye un nuevo seminario, se ordenan once nuevos sacerdotes, vuelven a contar con sacerdote permanente las parroquias de Santo Tomás, Santo Domingo de la Capilla y Llama, se crean las parroquias de Paccha y Santa Rosa (Chota), el presbiterio se abre a la cooperación interdiocesana con el envío de dos sacerdotes a la diócesis de Cajamarca, se inicia la primera fundación de contemplativas (clarisas), y se abren nuevas casas de religiosas en Tacabamba y La Ramada. Entre 2000 y 2002 atiende también la diócesis de Chachapoyas como administrador apostólico. Asume como obispo residencial de dicha diócesis en mayo de 2002.
Monseñor José Carmelo Martínez Lázaro fue nombrado obispo prelado en 2002, siendo ordenado en Chota por su antecesor. Con anterioridad (1992-1994) se había desempeñado como administrador apostólico tras el fallecimiento de monseñor José Arana. En este período llegan las misioneras agustinas recoletas a Cochabamba. Durante su breve pontificado en Chota vienen las Siervas de Jesús y se afianzan los proyectos que venían floreciendo: vocaciones, nuevos sacerdotes, catequistas, Cáritas diocesana, nuevos movimientos…
Monseñor Fortunato Pablo Urcey sucede al obispo José Carmelo Martínez en 2006, tras un año de administración diocesana del P. Fernando Vásquez Idrogo. Fue ordenado en Chota por monseñor Emiliano A. Cisneros. Con él se afianzan todos los campos de la actividad pastoral, educativa y de promoción social en la Prelatura y se amplía la presencia de comunidades religiosas. El florecimiento vocacional y el aumento del número de sacerdotes le permiten apuntalar firmemente los equipos sacerdotales de todas las parroquias y prestar la colaboración de algunos de ellos a otras jurisdicciones. Su servicio pastoral es un capítulo abierto y, seguramente, dará muchos frutos en el futuro inmediato.
c) Las vocaciones
Cuando se crea la prelatura de Chota había varios seminaristas, procedentes de Chota y Cutervo, en el seminario de la diócesis madre: Chiclayo, pero aquello pronto quedó en nada. No fueron buenos aquellos años para las vocaciones al sacerdocio. Los primeros aspirantes que ingresan al seminario construido en Chota tampoco prosperan y habrá que aguardar tiempos mejores. Éstos fueron preparados por el trabajo de algunos sacerdotes pioneros en Sócota y Querocoto. Cuando la experiencia de Sócota tome cuerpo con un buen número de aspirantes que cursan los estudios secundarios, se hará necesario un ambiente más amplio y apropiado para la acogida y atención de los jóvenes que año tras año manifiestan su deseo de acceder al sacerdocio. Será entonces cuando reabra sus puertas el seminario de Chota para acoger a los aspirantes de Sócota y a otros que comienzan a tocarlas.
Para ese momento ya están llegando a la meta algunos que han seguido su formación en el seminario de Chiclayo. Desde 1976 en que inicia sus estudios propiamente seminarísticos el primer aspirante hasta la actualidad siempre ha habido nuevos ingresos. Y desde 1983 en que se ordena el primer sacerdote, prácticamente todos los años ha habido ordenaciones sacerdotales. Es una gran bendición de Dios sobre la Prelatura y nos queda el deseo y la esperanza de que la bendición siga siendo generosa.
En 1999 se inaugura un nuevo seminario dedicado a san José, quedando el anterior local exclusivamente para residencia del prelado y centro diocesano de pastoral.
Al mismo tiempo que han florecido las vocaciones al sacerdocio diocesano, también lo han hecho las vocaciones a la vida consagrada, sobre todo femenina. Las comunidades presentes en la jurisdicción y otras que han llegado promoviendo las vocaciones para sus respectivos institutos han encontrado aquí un campo particularmente preparado para el surgimiento y afianzamiento de estas vocaciones. En la actualidad son varias las congregaciones religiosas que cuentan con miembros nacidos a la fe en esta Iglesia particular.
La renovación de la vida cristiana en las familias y comunidades cristianas ha favorecido esta floración de respuestas a la llamada del Señor.
d) Los sacerdotes
El fruto del trabajo de promoción y formación de vocaciones son los sacerdotes. Hubo que esperar diecinueve años para tener la primera ordenación. A partir de 1983 las ha habido todos los años. Ello ha permitido que los sacerdotes diocesanos asuman la responsabilidad pastoral de casi todas las parroquias, más la atención a las que no contaban con sacerdote residente y la creación de otras nuevas.
Esta gozosa realidad y el espíritu misionero que los prelados han querido que estuviese presente en los sacerdotes y en el desempeño de su ministerio ha hecho posible la cooperación sacerdotal con otras iglesias particulares del país, como las diócesis de Cajamarca, Chiclayo, Chachapoyas y el Vicariato castrense.
Algunos sacerdotes han tenido la oportunidad de realizar estudios superiores en universidades o institutos eclesiásticos del extranjero para poder servir mejor a la Iglesia.
e) Las comunidades religiosas
La vida religiosa consagrada ha estado presente en la Prelatura desde sus inicios.
Los agustinos recoletos estaban presentes en la región desde los años cuarenta. En 1940 se hacen cargo de la parroquia de Cutervo y en 1945 de la de Chota. En la atención de estas parroquias se les había encargado temporalmente el cuidado pastoral de las de Sócota, Pimpincos, Tacabamba y Lajas. La creación de la Prelatura no se comprende sin una relación muy directa a su presencia y acción en los años transcurridos y su compromiso de futuro. Desde 1963 hasta entrada la década de los ochenta casi todo el peso de la labor pastoral ha descansado sobre ellos. A su cargo han estado las parroquias de Chota, Cutervo, Sócota, Pimpincos, Huambos, Tacabamba, Querocotillo, Llama, Lajas, Santo Tomás, Cochabamba y Santo Domingo de la Capilla.
Con el surgimiento del clero diocesano han ido entregando paulatinamente las parroquias hasta quedarse únicamente con la de Santa Mónica, en Chota, de reciente creación.
La de esclavas del Sagrado Corazón de Jesús era la única comunidad religiosa femenina presente en la jurisdicción en 1963 y su fundación en Chota era reciente (1961). Dedicadas principalmente a la enseñanza en todos los niveles han contribuido de manera muy importante en diversas actividades pastorales.
Después de la creación de la Prelatura han llegado las religiosas de santa Dorotea que estuvieron en Cutervo durante veinte años (1964-1983); las religiosas de la Virgen del Pilar y Santiago apóstol que, llegadas en 1975, fundan en Llama y después en La Ramada (2000); las concepcionistas franciscanas de Copacabana (1984-89), que asumen el trabajo docente dejado por las doroteas en Cutervo; las dominicas docentes (1990), que continúan el dejado por las franciscanas concepcionistas; las misioneras agustinas recoletas (1994), que se establecen en Cochabamba; las misioneras de Jesús Sacramentado y de María Santísima (2000), en Tacabamba; las clarisas (2000), primera comunidad contemplativa de la Prelatura, cuyo monasterio está en Chota; las siervas de Jesús (2003), en Chota; los clérigos de san Viator (2006), en Cutervo; las hermanas de la Presentación de la Virgen María al templo (2012), en Santo Tomás, y las Hermanas de los pobres, en Querocoto (2012). Cada una de estas comunidades, desde la peculiaridad de su carisma, ha embellecido el rostro de la Iglesia que peregrina por los caminos de Chota y Cutervo.
Otro dato a tener en cuenta es el elevado número de jovencitas que han ingresado a la vida consagrada, tanto en las comunidades afincadas en la Prelatura como en otras más que se han acercado a estos pueblos en la promoción de sus respectivos carismas, y ahora sirven a la Iglesia en varios continentes.
f) Los laicos
El concilio Vaticano II puso sobre la mesa el papel de los laicos en la Iglesia. Antes del concilio los laicos eran considerados más como receptores que actores de la misión de la Iglesia. Poco a poco las cosas han ido cambiando. En la vida de la Prelatura los laicos han jugado un papel importante en estos cincuenta años. Con laicos campesinos se inició el movimiento del apostolado de la oración que trajo renovación de vida cristiana a muchas familias y comunidades rurales. El testimonio de vida y el dinamismo misionero que les caracterizó contribuyeron a este logro. Estos cristianos y comunidades han sido la cantera de la que han salido los miles de catequistas que han llevado a cabo una importante labor de animación pastoral, evangelización y, en menor escala, de promoción humana. La calidad de vida cristiana de muchas comunidades aconsejó la conservación del Santísimo en un número creciente de capillas rurales y la autorización a algunos laicos para su distribución en las celebraciones dominicales.
Para atender las necesidades de su formación se implementó a partir de 1975 un programa de formación de catequistas que, atendiendo aspectos concretos como la experiencia religiosa, la adquisición de conocimientos y el compromiso comunitario de los participantes, se ha ido desarrollando a lo largo de estas décadas con abundantes frutos. Son muchos los cursillos realizados, sobre todo en Chota, Cutervo y Sócota, y centenares los laicos que han pasado por esta escuela de formación cristiana para después compartir en sus comunidades sus conocimientos y vivencias de la fe. Cada comunidad tiene bien grabados en su recuerdo los nombres de quienes dieron el primer impulso a una vida cristiana más consciente y comprometida.
Otras personas, asociadas a grupos como la Legión de María, el movimiento "Juan XXIII", carismáticos, juveniles… o integrantes de consejos de pastoral y otros, también han ido asumiendo su parte en la labor de la Iglesia y la han enriquecido de diversas maneras, con sus peculiaridades, en pueblos y ciudades.
Muchos laicos formados en la escuela de formación de catequistas de Chota están prestando en la actualidad un hermoso servicio en otras jurisdicciones del país, sobre todo en el nororiente.
Si podemos hablar de un destacado proceso de renovación de la vida cristiana en las primeras décadas de la Prelatura, también cabe esperar una nueva floración de agentes laicos de pastoral, campesinos, poblanos y ciudadanos, con los que llevar adelante la misión continental y la nueva evangelización en las que están empeñadas la Iglesia en nuestro continente y en su proyección universal.
g) Nuevas parroquias
Un objetivo permanente en el corazón de un obispo es la mejor atención de toda la feligresía y esto depende, en muy buena parte, de la presencia de sacerdotes. Monseñor Florentino Armas tuvo que escuchar continuamente, recién llegado a Chota, la petición de los pueblos por sacerdote residente. Otro obispo recoleto que, venido del Brasil, visitó Chota años más tarde, a la llegada de uno de sus obispos, escuchó ese mismo clamor y comentaba: "Estos gritos rompen el alma".
Con la generosidad en personal de la Orden de agustinos recoletos, el trabajo de renovación de la vida cristiana en la familia y las comunidades, y el de promoción y cuidado de las vocaciones se ha podido atender las parroquias de antigua creación: Chota, Cutervo, Sócota, Pimpincos, Huambos, Tacabamba, Querocotillo, Llama y Lajas, y se han ido creando otras nuevas con el paso de los años. La primera fue la de Santo Domingo de la Capilla (1967); le siguen las de Santo Tomás (1968), Cochabamba (1969), Paccha (1996), Santa Rosa, en Chota, ahora suspendida (2000), Santa Mónica, en Chota (2003) y Querocoto (2012).
h) Obras de promoción social
En la Prelatura se ha seguido en el campo de la acción social el mismo itinerario que muchas de las comunidades eclesiales del país. Se ha pasado de no tener acción social propiamente dicha a integrarse en los programas asistenciales de Cáritas del Perú y, posteriormente, a los de promoción de la salud y el desarrollo humano integral.
En los primeros años se promovieron en algunas parroquias los talleres de corte y confección, con los que se iniciaba a las personas interesadas en estas labores y se contribuía a aliviar la pobreza de algunos con las ropas confeccionadas.
De esos primeros años son también las tres cooperativas de ahorro y crédito promovidas y fundadas por las parroquias de Chota, Cutervo y Tacabamba, algunas de ellas perviven hasta el presente.
Con los programas asistenciales promovidos por Cáritas del Perú, la diocesana repartía ropas y alimentos entre los menesterosos. Después se fue abriendo a apoyos, sobre todo alimentarios, en acciones de interés comunitario: capillas, locales comunales, caminos, canales, forestación y reforestación, conservación de suelos, viveros forestales, defensas ribereñas… Más tarde se centrará en proyectos de promoción de la salud y productivos para el desarrollo familiar y de la comunidad.
Un apoyo importante a la salud de los más olvidados fue el programa de promotores de salud. En tiempos en que no había los centros de atención sanitaria con que se cuenta hoy, los promotores preparados por agentes pastorales de la Prelatura (sacerdotes, religiosas y algunos laicos) prestaron un importante servicio en la prevención de enfermedades y en las primeras atenciones de quienes requerían auxilio sanitario; también en la difusión de los métodos naturales de regulación de la natalidad y frente a las abiertas campañas antinatalistas de algunos gobiernos. Se llegó a preparar e imprimir algunos manuales para los promotores.
Desde Cáritas diocesana y la ONG "Haren Alde" se han llevado adelante en tiempos más recientes numerosos proyectos de instalación de agua potable, letrinas, cocinas mejoradas en multitud de comunidades campesinas, contribuyendo de esta manera a mejorar la calidad de vida de muchísimas familias olvidadas de las instituciones públicas.
Por iniciativa de la ONG Haren Alde se contribuyó a mejorar el sistema de provisión de agua para la ciudad de Chota, contando para ello con la cooperación del gobierno de la Rioja, de España.
i) Radio Santa Mónica y prensa chica
La obra más importante en el mundo de las comunicaciones sociales es, sin lugar a dudas, Radio Santa Mónica, esa aula permanentemente abierta que difunde su mensaje de fe, cultura, educación y sana distracción. El primer prelado de Chota soñó con este medio para hacer posible la presencia eclesial y pastoral en todos los rincones de la Prelatura, propósito que entonces quedó sólo en buen deseo. Durante el gobierno pastoral de monseñor José Arana se dan los pasos para poner en marcha este proyecto, cuyo principal gestor fue el padre Jacinta Anaya. Sorteadas muchas dificultades, sale al aire de manera permanente en junio de 1993. Desde entonces, no sin dificultades de diverso género, es una voz cristiana permanentemente en el aire. Con anterioridad habían sido varios los sacerdotes que comenzaron a incursionar en este campo de la radio en emisoras locales de corto alcance que contribuyeron a la evangelización y sirvieron de primer entrenamiento para lo que se hizo después.
Mucho más modestas, pero también importantes, han sido las realizaciones en la prensa chica. La hojita parroquial El sembrador es la de vida más larga; inició su andadura en el lejano 1968. Otra que va superando dificultades es el boletín de animación pastoral Abriendo surcos que aparece por vez primera en 1973. La pervivencia de ambas hasta el presente supera con creces la de cualquier otra publicación del medio.
Publicaciones que contribuyeron en su momento a la renovación de la vida cristiana fueron los folletos El bautismo de vuestro hijo: catequesis de los padres; Bautismo, camino de vida; El pan de vida; Ven, Espíritu Santo; Dios bendice nuestro amor; La esperanza cristiana; las novenas Ya viene el Niñito y otra en honor de la Virgen de Chota, además de los cancioneros religiosos. Fueron muchos miles de ejemplares, casi todos a mimeógrafo, preparados en el contenido y edición por los sacerdotes, algunas religiosas y niños pequeños, grandes amigos del entonces joven sacerdote Fortunato Pablo.
El Boletín oficial de la Prelatura de Chota ha aparecido con cierta irregularidad, pero en sus más de cien números recoge importantes datos de esta historia que reseñamos.
El obispo Florentino Armas publicó, con ocasión de sus bodas de oro sacerdotales, una colección de sus Cartas pastorales en las que quedan reflejadas sus preocupaciones de pastor de esta Iglesia local.
j) Obras materiales
Son muchas las obras materiales que se han ido realizando a lo largo de estos años que reseñamos. La residencia episcopal, que también fue el primer local para seminario, fue inaugurada en 1967. Monseñor Florentino Armas fue el promotor y el entonces párroco de Chota, padre José Arana, el ejecutor de la obra. El local actual para seminario se acabó de construir en 1999, siendo ahora los más directamente implicados el obispo Emiliano A. Cisneros y el padre Abdías Calderón.
Si nos fijamos en las iglesias de nueva planta, después de la creación de la Prelatura se han levantado las de Anguía, Cochabamba, Chadín, Chalamarca, Chiguirip, Huambos, Lajas, Llama, Miracosta, Paccha, Pimpincos, Querocotillo, Querocoto, San Andrés, San Juan de Licupís, San Luis de Lucma, Santa Mónica -de Chota-, Santo Domingo de la Capilla –actualmente en construcción-, Santo Tomás, Tacabamba y Tocmoche. He hecho referencia aquí únicamente a las de los distritos; hay otras importantes construidas de nueva planta. Las que conservan su estructura tradicional han recibido atenciones muchas veces superiores a lo que hubiera supuesto construirlas de nuevo. Los sacerdotes de cada lugar y época han sido quienes han llevado el peso de las obras.
Las capillas rurales suman varios centenares; en 1963 su número era muy bajo. Aquí hay que anotar el mérito casi exclusivo a los fieles de pueblos y campos, aunque en los últimos tiempos también han apoyado algunas municipalidades.
Las casas parroquiales y los ambientes para actividades pastorales han sido levantados todos en estos años; antes no existían en ningún lugar. Ahora cuentan con ellos todas las cabeceras parroquiales y otros lugares que no poseen esa condición.
De estos años son también todas las casas de religiosas, incluido el monasterio de clarisas contemplativas; unas han sido adquiridas, otras construidas de nueva planta.
Fruto de la gestión de comunidades religiosas son el Instituto de educación superior pedagógico "Nuestra Señora de Chota", locales de instituciones educativas de nivel inicial, primario y secundario en Chota y Cutervo, regidos por ellas, y el colegio "Sagrado Corazón de Jesús", de Chota, durante la gestión de las Esclavas.
Entre las instalaciones destinadas a obras de proyección social destacan el local de Cáritas, el policlínico de las Siervas de Jesús, las instalaciones de la ONG "Haren Alde", aparte otras menores como dispensarios, botiquines…
El mandato inicial y lo alcanzado en estos 50 años
La Santa Sede al encomendar a la Orden de agustinos recoletos y a su primer prelado el dar vida a una nueva jurisdicción eclesiástica en Chota y Cutervo le dio unas indicaciones muy precisas: promover las vocaciones sacerdotales y religiosas; organizar en el territorio una organización catequística que llegue a cada poblado y familia; levantar en cada parroquia una escuela regentada por religiosas o religiosos que fuera semillero de vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa y al laicado cristiano; dar la debida importancia a la participación en la Eucaristía y demás sacramentos, especialmente la confesión y la comunión; santificar los hogares, organizar movimientos y asociaciones para mejorar las condiciones de vida y contribuir al progreso de los pueblos. Finalmente hablan de la vida en comunidad de los religiosos y de la organización de la Acción católica en sus diversas ramas. Son ocho líneas de acción muy concretas, expresadas en el texto original en el lenguaje de la época. En el fondo, un plan básico de acción pastoral.
Los agustinos recoletos, sobre quienes recayó casi toda la responsabilidad pastoral en las primeras décadas, sentaron las bases de una Iglesia local en camino de renovación en la línea marcada por el concilio Vaticano II. Quienes se han ido sumando después a la brega en la viña del Señor han aportado y continúan aportando los valores de su identidad sacerdotal y religiosa. Con unos y otras, y siempre con la gracia del Señor, se está llevando adelante la misión.
Del cumplimiento mayor o menor de dicho encargo dan fe las líneas que anteceden. En lo reseñado están presentes la acción de la gracia de Dios y la cooperación humana de hombres y mujeres, nacidos en el Perú unos y llegados de diversas latitudes otros.
[1] Adelanto del artículo que será publicado en la Revista Peruana de Historia Eclesiástica. Deferencia de su autor, quien fue prelado de Chota y ahora es obispo de Chachapoyas. En homenaje a todos los misioneros que estos días celebran los 50 años de la creación de la prelatura.