Revista Cultura y Ocio
Novelista, poeta, flamencólogo, navegante, superviviente de dos naufragios, ha sido, Caballero Bonald, el galardonado con el Premio Cervantes de este año el cual es considerado el más importante de las lenguas hispanas. El premio llega, después de que a principios de este 2012 publicara Entreguerras, una autobiografía en verso con la que dijo que ponía fin a su obra. «Soy bastante mayor y pienso que no voy a tener necesidad de escribir más. Me quedado muy complacido de lo que he hecho», aseguró entonces. Su primera obra, Las adivinaciones publicado en 1952 y se incluye dentro de la generación poética del 50. Su poesía escrita hasta 1969 se incluyó en un tomo titulado Vivir para contarlo. Como poeta ha obtenido numerosos premios, además del Reina Sofía, entre ellos el Boscán y el de la Crítica. Es autor también de Descrédito del héroe, Diario de Argónida, Somos el tiempo que nos queda o Manual de infractores.
El presidente del jurado, Darío Villanueva, ha recordado cómo la primera dedicación de Caballero Bonald «fue poética». «Es un poeta que aún no ha guardado la pluma y que aún está presente», ha apuntado. Villanueva ha recordado que, a pesar de escribir novela, «nunca renunció a la poesía de la palabra». «Es un fabulador pero también un maestro al servicio del idioma», ha añadido. Asimismo, ha destacado su labor memorialística. «Es una figura de las más destacadas que además tiene una marcada proyección iberoamericana, algo que el jurado ha comentado», ha agregado.
El jurado del Premio Cervantes está compuesto: un miembro de la Real Academia Española, otro de una de las Academias de la Lengua Española de América y Filipinas, cuatro personalidades del mundo académico, universitario y literario de reconocido prestigio propuestos por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y la Unión de Universidades de América Latina, el director del Instituto Cervantes y el ministro de Educación, Cultura y Deporte; dos representantes de los suplementos culturales de diarios propuestos por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) y la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP). El premio está dotado con 125.000 euros, ha sido hecho público por el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, y será entregado en una solemne ceremonia el próximo 23 de abril.
Extractos:
Cuando dejó de llover, detuve el coche junto a la linde de un alcornocal. Me eché por encima un chubasquero y me adentré un poco entre los árboles. El suelo era un amasijo de arcilla y coscoja y me costó trabajo acercarme a un alcornoque suntuoso con el tronco recién pelado y como tomado de una herrumbre oscurecida por la lluvia. No sé muy bien por qué me fijé en ese árbol, quizá porque era más ostensible que en otros esa especie de desnudez ingrata que les queda a los alcornoques después de haber sido despojados del corcho. Tenía la impresión de estar cumpliendo con un deber insensato. La maleza mojada me dejó empapados los pantalones y una humedad desapacible empezó a lamerme los pies. Me acerqué más al alcornoque y observé en la medianía de su tronco unos arañazos demasiado profundos, como si hubiesen efectuado la pela con un encono salvaje o las uñas de un animal hubieran dejado allí las marcas de su territorio. Y eso me hizo recordar otra vez la historia de Jerónimo Latiguera. Muerta su mujer, los hijos se habían ido cada uno por su lado. El que trabajaba en el aserradero se llamaba Agustín y tenía el ademán del superviviente que no ha podido asimilar del todo su condición. Aún seguía él sin entender cómo había logrado escapar juntamente del escorbuto y de ese estirón de odio que bulle como una cría de pájaro en el corazón. Nunca quiso volver a La Almoraima. Pero ¿estaría aún en pie el chozo donde vivió y donde tal vez el guardabosque empezaría a cavilar que había otra forma menos despiadada de vivir?
Campo de Agramante / Seix Barral (2005)
Anamorfosis
Este olor a achicoria y a orujo y a crines de caballos y a verdín con salitre y a yerba de mi infancia frente a África, acaso contribuya también a perpetuar en no sé qué recodo del recuerdo un equívoco lastre de amor dilapidado y de injusticia que en contra de mí mismo cometí, y es como si de pronto todo el furtivo flujo del pretérito convirtiera en rutina la memoria que tengo de mañana.
Descrédito del héroe / Bartleby Editores (2007)