Revista Arquitectura

Premio (con striptease)

Por Arquitectamos

Es una zafiedad y una ordinariez aprovechar que a alguien le dan un premio para arrimarse a él y exhibirlo como si nos perteneciera un poco, y hablar de él con una especie de camaradería con el premiado, como haciéndonos los cómplices. No, nada de eso, pero es que ayer sábado la academia de cine le ha dado el Premio Goya al mejor cortometraje de ficción a la película Arquitectura emocional 1959, y los profesionales y amantes de la arquitectura nos hemos puesto muy contentos, como si tuviéramos algo que ver con ello.

Premio (con striptease)

La vi hace unas semanas en una proyección especial en el auditorio del COAM, con asistencia de su director, Elías León Siminiani, entre otros. Me gustó mucho y, a pesar de mi pudor, me atreví a felicitarlo al final del acto. Estaba nominado a los Goya y todos le deseamos que lo ganara. Y mirad: lo ha ganado. Estupendo.

La película trata de la historia de amor entre dos jóvenes universitarios: Andrea, una chica de la alta burguesía, hija de un notario, que vive en un espléndido edificio del arquitecto Secundino Zuazo enfrente del Retiro de Madrid, y Sebas, un chico de clase obrera, hijo de un empleado de la EMT de Madrid , que vive casualmente en otro edificio del mismo arquitecto, tan espléndido desde el punto de vista de la sabiduría arquitectónica, pero mucho más modesto, pequeño y alejado del centro mollar de Madrid.

Premio (con striptease)

Premio (con striptease)

La fuerza de la arquitectura de Zuazo, y también la lejanía física y económica de ambos edificios articula toda la película.

Casi todos los planos de los actores protagonistas son muy lejanos (esto, comentó el director, dificultaba mucho su trabajo, porque no podían introducir gestos ni matices), para que el peso de cada plano lo lleven los edificios y la ciudad, y así, mientras la pareja se habla, se despide o discute, se vea buena parte de cada edificio, que está ahí, sólido, aguantando el peso de la historia. 

Pero para mí lo más delirante de la película es un striptease que le hace Andrea a Sebas. Lento, provocador, dilatado, hecho con una rara delectación en el último piso de su casa, en el desembarco final del montacargas y de la escalera de servicio. Andrea le muestra su cuerpo a Sebas. ¿Por qué? ¿Por mero morbo? ¿Por darle una prueba de que va en serio, de que le gusta de verdad? El caso es que después de hacerle "el numerito" lo despide hasta el día siguiente y él se va a su casa.

Bien, una escena preciosa. (Y además esa escena erótica que muchas películas piden para dar chicha y llamar a la audiencia). Solo que tiene una particularidad, y es que en ningún momento se la ve a ella. Lo único que vemos es el paño de azulejos que hay detrás. Como se trata de la escalera de servicio los azulejos están muy descuidados, y los que se han caído han sido sustituidos por otros que no son del mismo color, por lo que se ven parches feos e impropios de un edificio de tan alta categoría. En la zona noble esta chapuza habría sido impensable.

En todo caso es muy sorprendente que en una historia de amor la escena más erótica de la película la asuma el edificio de Zuazo, su diseño, el trazado de su escalera de servicio, la reja del montacargas, la pobre luz nocturna del tiro de escalera, la puerta de acceso de servicio a una vivienda; en definitiva detalles de oficio de un gran arquitecto, y también, como digo, el poco interés de los propietarios por mantener en condiciones dignas la parte que ellos no usan ni sus dignos visitantes ven.

El corto suple su escaso presupuesto con ingenio (solo se visten de la época los dos protagonistas, mientras que el resto de figuración, coches y edificios incluidos, son los del Madrid actual, de manera que las escenas se ruedan directamente en la calle sin ninguna preparación). Casi todo el texto está dicho por un narrador, lo que provoca otra convención narrativa en la que entramos con naturalidad. Nada de eso chirría, y se ve y se entiende muy cómodamente.

La película es muy digna de ver, con una historia muy hermosa y muy bella, contada, como digo, con gran artificiosidad, aunque perfectamente comprensible e incluso entrañable. Pero sobre todo, y eso es lo que celebro sin ser merecedor de nada, la arquitectura de esta película es verdaderamente emocional (incluso con el cameo del Instituto de Formación del Profesorado -Facultad de Estadística- de Fisac con el obligado y famoso SEAT Seiscientos blanco bajo la marquesina), y llega a ser no exactamente la protagonista de la historia, pero sí el marco y el catalizador para que ocurra. En definitiva, lo que es y lo que debe ser la arquitectura, y lo que quienes la amamos quisiéramos que fuera siempre.

Enhorabuena, pues, a sus autores, productores y equipo, y a todos los amantes de la arquitectura en la que pasan cosas y surgen emociones.

________________

Addenda: Pongo aquí el tráiler de la película.


Volver a la Portada de Logo Paperblog