Vuelven los Premios Gamba, los Óscar de la lengua, los Grammy de la gramática. Y, como se ve en el título de la entrada, en esta ocasión los nominados son unos cuantos patinazos encontrados en libros, concretamente en dos de los últimos que he leído.
No es la primera vez que traemos aquí meteduras de pata halladas en libros , pero, a pesar de la experiencia, un gambazo gramatical, un desatino léxico en una obra literaria me sigue sobresaltando mucho.
Permítanme que hoy no dé nombres ni datos referentes a los libros en cuestión, porque no quiero resultar indiscreta como otras veces. Voy a aplicar eso de "se dice el pecado pero no el pecador".
Pues bien, el primer sobresalto me lo llevé hace un par de meses, leyendo una novela francesa traducida al español.
En un pasaje determinado un médico que atiende a un enfermo dice que hay que llevarlo al hospital urgentemente, porque "estas cosas pueden ser fulgurantes."
Resbalón a la vista: donde dice porque las enfermedades no brillan ni resplandecen, que es lo que significa El diagnóstico es claro: estamos ante un caso grave de
fulgurante debería decir fulminante fulgurar; en cambio, pareja compleja. fulminante, referido a una enfermedad,significa "que causa muerte repentina".En otro libro, traducido también del francés, se lee:
"...nombrándola duquesa [...] y mayordoma mayor de la princesa..."
¿Verdad que eso de mayordoma mayor resulta chocante y redundante?
Yo, por desgracia, no sé francés, pero sí sé consultar losdiccionarios, y también sé consultar una edición francesa de la obra. Y gracias a estas curiosas habilidades que me adornan, he podido ver que el término original que se tradujo como "mayordoma mayor" es Según los diccionarios Collins y Larousse, Por lo tanto me figuro que grande maîtresse.
maîtresse significa señora, grande maîtresse se traducirá como "camarera mayor", que es un término español de toda la vida que designa un determinado cargo palaciego. criada o camarera, según el contexto.
Para asegurarme hago otra consulta; en este caso consulto otra edición española de la misma obra, y encuentro, efectivamente, que la frase grande maîtresse aparece traducida como camarera mayor.
Aparte de esto, y ya que estaba con las pesquisas léxicas, quise comprobar cuál es el equivalente femenino de No, el equivalente femenino de mayordomo es mayordomo, que resulta queno es mayordoma, como el femenino de ama de llaves. toro no es tora ni el de hombre es hombra.
Es decir, que en el libro que he leído se han inventado la palabra mayordoma, que además de innecesaria -porque ya existe una palabra para designar el cargo- es inadecuada para su contexto.
n otro pasaje del mismo libro dice:
"...montó en cólera contra una pincha de cocina..."
El pinche, según los diccionarios, es la persona que presta servicios auxiliares en la cocina.
Es decir, pinche no es una palabra masculina que haya que "feminizar", sino un nombre común que como tal se aplica tanto a hombres como mujeres. La diferencia de sexo la marca el artículo: el pinche/la pinche; un pinche/una pinche.
Por lo tanto, potaje mental en las cocinas del léxico.
Terminamos hoy con otra cosilla que me saltó a los ojos mientras disfrutaba de la lectura del mismo libro.
Se trata de lo siguiente:
"... he hecho voto a la Santísima Virgen de que, si por su santa intersección se salva mi padre..."
¿La santa intersección de la Virgen? No, no puede ser, me digo sofocando una risilla; si la Virgen intercede, lo que se le puede pedir es su intercesión.
Le pido al diccionario que interceda y me responde:
intercesión: Acción y efecto de interceder.
intersección: Encuentro de dos líneas, dos superficies o dos sólidos que recíprocamente se cortan [...] . Conjunto de los elementos que son comunes a dos conjuntos.
He aquí otra pareja compleja para nuestra colección.
Lo bueno de encontrar en los libros estas perlas cultivadas es que si nos lo tomamos con humor nos podemos echar unas risas, lo cual siempre es conveniente.
Lo malo es que un tropiezo de estos nos saca de la fantasía literaria de un empujón; nos rompe la magia novelesca a lo bruto y nos devuelve de sopetón a la realidad real, esa que pretendíamos eludir durante un rato cuando nos pusimos a leer.