Revista Cultura y Ocio

Prenzlauer

Por Nicopasi

Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Después de haber recorrido la zona de la Alexanderplatz solo llegó el momento de volver a los arcos por donde pasa el tren y encontrarme con la guía que me llevaría a hacer el tour del muro, donde veríamos los vestigios que quedaban en pie del monumento más vergonzoso del siglo XX. Así es como llegué al lugar y vi a dos chicas que charlaban echando humo de su boca (a consecuencia de la bajísima temperatura que hacía y no por que estuvieran fumando). Luego de ver en una de ellas la insignia de la agencia turística me acerqué y le pregunté si era la encargada del tour. Me miró y luego de sonreír me dijo que si, que era ella en un español argentinizado que me hizo sentir como en casa.

Le pregunté si teníamos que esperar a alguien mas y me contestó que no, que el tour lo iba a hacer solamente para mí, lo cual me dió una gran alegría ya que iba a poder aprovecharla con preguntas y también para preguntarle como era su experiencia en la ciudad. De esa forma nos despedimos de su compañera que esperaba turistas para otro recorrido y nos dirigimos a la estación de metro de Alexanderplatz para desplazarnos hacia la zona de Prenzlauer que es aún hoy uno de los barrios más emblemáticos y donde mejor se puede ver la influencia del muro.

En el camino Eli me contó que era contadora pública egresada de la UBA, que su pareja era artista plástico y que vivía en Berlín desde hacía cinco años. Nunca imaginó que se radicaría fuera del país y mucho menos en Berlín, pero la propuesta le llegó cuando su actual esposo (por entonces novio) viajó allí para realizar una exposición y se encontró con un mundo totalmente diferente que con el que había tenido que lidiar en Argentina. Algunos mecenas se interesaron en él y en poco tiempo logró exponer en sitios interesantes. A las semanas ya le estaban ofreciendo un contrato pero una de las condiciones era que debía instalarse en Berlín. Abrumado por la oferta se comunicó con Eli y le pidió que fuera a visitarlo y que, luego de recorrer la ciudad, le dijera si veía posible que se radicaran juntos al menos por un año. Ella fué, se enamoró de la ciudad y desde entonces vive allí y se gana la vida como guía turística en una empresa formada por inmigrantes de todo el mundo y que realizan interesantes tours en todos los idiomas.


Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Apenas salimos de la estación de Bernauer esta fue la imagen que tuve. Desoladora y fría como las mismas fotos que pueblan los libros de historia de Alemania o de las miles de postales que se venden en cualquier punto de la ciudad. 


Caminamos unos metros y Eli,  debajo del cartel de dos calles (el de la intersección de las Bernauerstraße y Ackerstraße) me dijo que desde allí, en esa mítica esquina, comenzaríamos a recorrer el barrio de Prenzlauer.  La elección de esa esquina no fue para nada al azar sino que tuvo un sentido más que importante: el lugar fue el escenario donde se sucedieron  algunos hechos de tal importancia que llegaron a formar parte de la iconografía de la historia del comunismo:

Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Antes de la implementación del muro el lugar era uno de los sitios preferidos por bohemios, artistas y algunas pocas familias obreras. Cuando se construyó el muro, el mismo dividió a Prenzlauer en dos mitades, al punto tal de dividir una casa en dos dejando a sus moradores a un lado y otro del muro (Véase en la foto las ventanas tapiadas con cemento para que los habitantes no se escaparan). 
Entro otros de los sucesos que marcaron el lugar están las familias que se subían a taburetes de madera para comunicarse con sus familiares al otro lado del muro y allí se dió la famosa fuga del soldado alemán que, en un descuido de los guardias saltó el alhambrado y logró huir hacia el lado occidental. Todos esos hechos fueron registrados por decenas de fotógrafos americanos que, ubicados del otro lado de la muralla, se afincaron allí durante años para registrar todo lo que sucedía en aquella esquina.


Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Hoy el lugar se encuentra con restos de muro que decidieron dejar allí como muestra de lo sucedido y se exhiben gigantografías en las diferentes casas para que aquellos que pasan por el lugar tengan noción de cuales fueron los hechos que ocurrieron en ese barrio tan particular de Berlín.


Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive
Los nombres de las calles por donde el Muro pasó fueron grabados en hierro para perpetuar la memoria 
Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

A metros de la esquina de las Bernauer y Ackerstraße se encuentra un interesante memorial para explicar la historia de la división que produjo el muro. El lugar es un complejo en el cual se encuentra una parte del muro con una de las torres de control de la policía comunista, la Capilla de la reconciliación y el Centro de Documentación del Muro, donde se encuentran los documentos de aquellos que intentaron fugarse y nunca lo lograron, los que sí alcanzaron la meta y otros relacionados con los registros que se llevaban del modo de vida de quienes vivían en el borde fronterizo lindante a los planchones de muro
Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive
La iglesia de la Reconciliación y el muro contrastante
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Allí se pueden ver algunos paneles que integraron el muro. La mayor parte del que atravesaba el lugar se encuentra exhibido en una sala especial del Centro de documentación del muro ubicado frente al memorial
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El memorial cuenta con un planchón de hierro en el cual se exhiben los nombres de aquellos ciudadanos que perdieron la vida intentando atravesar el muro y burlar los terribles controles policiales.
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Luego de recorrer el memorial en toda su extensión y llegamos hasta la estación de Oranienburger, lindera a la de Bernauer. Esta estación, me contó Eli, es uno de los tantos ejemplos de lo que los alemanes del este llamaban estaciones fantasmas, ya que, al encontrarse atravesadas por el muro, el metro pasaba por ellas pero no podían parar allí, ya que tenían orden expresa de no levantar pasajeros ya que el servicio funcionaba sólo para occidentales. De esa forma se tapiaron las entradas y accesos a muchas de ellas, situación que se perpetuó hasta hace pocos años donde terminaron de reabrirlas en su totalidad.
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De todas, la mejor estación para vivenciar aquella situación de las estaciones fantasma es la de Nordbanhof, ubicada a un kilómetro aproximadamente de la Bernauerstraße. Allí funciona la exposición "Estaciones fronterizas y estaciones fantasma en Berlín dividida" en la que se pueden ver interesantes fotografías de la época muy bien explicadas y a través de las cuales se puede reconstruir el impacto que tuvo aquella medida en la vida de los berlineses.
Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive
Jóvenes ingresan en la estación de Nordbanhof, oscura y con una estética comunista  como entonces
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Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

En un momento en que Eli me estaba explicando el modo en que los orientales intentaban atravesar las estaciones fantasma levanté la vista y ví esta esvástica pintada en el techo. Días antes, Marta me había comentado que luego del juicio de Nuremberg quedó terminantemente prohibida la utilización de iconografía nazi o que remitiera total o parcialmente a aquella ideología. Al preguntarle qué significaba aquella pintada, Eli levantó la vista y con no muy buena cara me respondió: - "la deben haber pintado ayer a la tarde por que yo estuve a la mañana haciendo un tour y me paré acá mismo y no estaba". Los dos nos miramos y nos quedamos en silencio. La aparición de aquel símbolo nos remitía no solo a una época poco memorable sino que además, nos hizo pensar en la presencia de personas capaces de identificarse con aquel pasado.
Nos corrimos de la esvástica como quien no quiere permanecer debajo de algo que supone peligroso y nos ubicamos en un rincón del hall. Los estudiantes, las señoras que volvían del supermercado y algunos ancianos que pasaron por allí nunca se percataron de la presencia de aquella. Eli me agradeció el haber tomado el tour con la empresa, intercambiamos mails y me dejó para regresar en el metro. Antes de irse me recomendó que diera una vuelta por la zona de Nordbanhof y que luego volviera caminando por la Prenzlauer Alle hasta la Bernauer y allí podría tomar cualquier autobús o metro hasta Alexanderplatz.
Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Cuando salí de la estación y el helado frío berlinés me dió en la cara de lleno como una bofetada  me encontré con esta pintorescas salida de metro y con los restos de este parque de diversiones de los años del comunismo que agoniza a la espera de que lo transformen en un moderno edificio, playa de estacionamiento o museo. 
Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive
Los edificios de construcciones lineales que estaban del lado oriental hoy son los mas buscados por quienes intentan incluirse en el modo de vida que tenían los occidentales. Vivir allí se volvió muy caro y, en la actualidad, la mayoría de ellos se alquilan a turistas que quieren experimentar lo que alguna vez fue la vida en el  lado comunista.
Prenzlauer: el barrio donde el muro aún vive

Por último, el mejor lugar para terminar la visita a Prenzlauer es el Centro de documentación, no sólo por que allí se encuentra exhibido una buena parte del muro de Prenzlauer sino por que, además, cuenta con uno de los gift shops más interesantes de Berlín, donde además del típico merchandising de la ciudad pueden encontrar videos, libros y una interesante colección de las mejores imágenes en blanco y negro en formato poster o postales.
Si quieren conocer la experiencia del muro y tener un acercamiento directo con la historia, no duden en hacer esta excursión (o bien la pueden hacer por su cuenta a pie, en una mañana). El recorrido que les sugiero es que partan temprano de Alexanderplatz, luego pasen por el East Side Gallery y, por último, caminen Prenzlauer. (Si les queda tiempo dénse una vuelta por Kreuzberg, sinó déjenlo para el otro día).


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