Revista Cultura y Ocio
Llegué a esta serie policial por azar, por aquello de comentar con otra bloguera que ojala ambientaran en mi tierra algún libro, y que ella me respondiera aquello de haberlo haylo. Os podéis imaginar mi cara, sí, todo un poema.
La cuestión es que el libro estaba editado por una editorial pequeña y que tenía sus momentos de gloria por el norte de España, yo no sabía como conseguir un ejemplar y el socorrido online todavía no era una opción a la que recurriera en demasía, vamos todo lo contrario a los tiempos que corren, que no me despeino en acudir a cualquier plataforma si un libro se me resiste.
Entre unas cosas y otras, mi poco tiempo y mi mucho pendiente tampoco le di demasiada importancia hasta que un día mi hermana me dijo que tenía en digital un libro que seguro me iba a encantar porque estaba ambientado en Castellón y como si todos los planetas se alinearan nació un club de lectura en mi pueblo, que ya podéis imaginar a quien traía como invitado... Sí, al mismísimo Julio Cesar Cano que acababa de publicar con Maeva Mañana si Dios y el diablo quieren, titulo sugerente donde los haya y que unos meses antes había lanzado en Embolsillo Asesinato en la Plaza de la Farola.
Me gusta ir a los clubes de lectura con los libros leídos y aunque solo era objeto de debate el editado por Maeva me empeñé en comenzar la serie por el principio, y considero que fue un acierto, me enamoré de sus personajes principales, más del inspector Monfort que de Silvia Redó, y no fue ningún esfuerzo leer ambas novelas en los quince días que quedaban para el Club de lectura.
Ahora y en plena Yincana Criminal y todo el trabajo extra que ello conlleva, Julio Cesar Cano publica Ojalá estuvieras aquí, y se me ocurre que es una buena forma de que los yincaneros conozcan mi tierra, mi provincia, la ciudad en la que trabajo y paso tantísimas horas a lo largo de la semana. Así que le presento a Julio, a quien considero un amigo, la Yincana, le hago participe de mis ganas de que su novela esté entre las lecturas simultáneas de esta edición, y me facilita el correo de prensa y estoy segura que me allana el camino en Madrid.
Los libros llegan a los yincaneros apenas se publica y mi ejemplar no es menos, y dias antes de que aterrizara en casa, Julio me recuerda que tenemos una cita en la Librería Argot el ultimo viernes de marzo, a las 19:00 y me pregunta como va el tema de la Yincana. Tenía que estar allí si o sí, tenía que saber de primera mano que había de nuevo, cuales iban a ser los escenarios, creo que la curiosidad mató al gato porque Julio contó demasiado, le pudo la emoción, el ver la cantidad de gente que nos congregamos en el salón de presentaciones, pero quizás me estoy adelantando muchísimo.
El mismo día de la presentación David me confirma por wasap que a las seis y media estará en la librería, y me pregunta si yo voy a ir por aquello de devolverme Ful, le confirmo mi asistencia, y quedamos allí mismo por lo ajustado de la hora. Cuando llego a Argot la librería estaba tomada por nños y el pollo Pepe, eran las seis y media y no localizaba a David de ninguna manera, de nuevo wasap tendría que venir en mi rescate.
David cayó como agua de mayo con el pollo Pepe ya fuera de escena y los niños ya más tranquilos y despejando el local, en eso nos descubrió Julio y nosotros a él, intercambiamos besos, saludos y comentamos sobre la novela lo justo, cuando empecé a ver que la gente desfilaba hacía el lugar de presentación y le comenté a David la conveniencia de ir bajando por aquello de no estar de pie toda la presentación.
Nos sorprendió la barbaridad de gente que ya estaba allí abajo, yo suelo sentarme en las ultimas filas por aquello de la discreción aunque reconozco que le voy tomando afición a aquello de sentarme en la primera, porque desde allí se oye todo a la perfección y porque se pueden hacer fotos, cosa imposible desde donde me encontraba. Menos mal que a Juanvi de Argot se le pegó el dedo y realizó un montón y además las compartió a en facebook. Y así podré compartirlas con todos aquellos que no estuvisteis.
Comentó Julio que si su libro fuera un niño podría decir que venía con un pan debajo del brazo, como es una novela viene con un premio, con el Galardon Letras del Mediterráneo 2017 que otorga la Diputación de Castellón y no es para menos porque los casos del Inspector Monfort pasean la provincia de Castellón y su capital por toda España, poniéndonos en el mapa, y destacando los edificios más emblemáticos de una ciudad que ya considero mi segunda casa.
A Julio le gusta empezar sus presentaciones recordando sus inicios, aquellos tiempos en los que abandonó la música y le dio por la escritura, y poner en relieve su amistad con el presentador de Un país en la mochila, con el que comparte su afición por el buen comer y el buen beber. Y ambas cosas si habéis leído a Julio Cesar Cano sabréis que se refleja en esta serie del Inspector Monfort y en alguna otra de sus novelas.
Creo que en su afán por presentarnos Ojalá estuvieras aquí, Julio pecó de extenso, insinuó cuando no contó cosas que me hubiera gustado descubrir por mi misma, pero aunque el insistía una y otra vez que este libro se puede leer independiente de los otros dos y en el orden en que se desee, yo creo que no, y no porque los casos se arrastren, si no por su personajes principales y el me dió la razón en la presentación al comentar ciertas peculiaridades de la relación entre los personajes, leer el tercero sin haber leído los otros dos es comerte spoilers a mansalva.
Que Monfort es un amante del buen comer y mucho más del buen beber, y me refiero tanto a tinto como a Wisky no es ninguna novedad si has leído alguno de los casos, así que al terminar de hablar Julio y ante la ausencia de preguntas nos emplazo a la planta superior donde hay una cafetería para la firma de libros mientras degustabamos uno de los vinos preferidos de Monfort, Clotás un tinto de la Provincia, de Bodegas Flors.
La cola para la firma fue larga, avanzaba lenta porque Julio es una persona que agasaja al lector, le da conversación y cuando finalmente llegó nuestro turno, y nos firmó nuestro ejemplar enfilamos la salida, nos despedimos de Esther, la mujer de Julio, posiblemente su lectora más critica y una embajadora excelente, una gran mujer a la sombra de un gran hombre.
Nos quedamos con las ganas de charlar, así que David, Carlos y yo nos tomamos juntos una cerveza en la que hablamos de todo un poco, literatura, futbol, y también del inspector Monfort, y así se nos fue la tarde y casi la noche porque llegué tardisimo a casa y seguro que las señoras de ambos se acordaron de una servidora. La de David ya debe temer nuestras quedadas porque se nos pasa la tarde entre conversaciones sin darnos cuenta.
Ahora solo queda disfrutar de Ojalá Estuvieras aquí en el marco de una lectura simultánea en la Yincana Criminal
PD: Las fotos las he tomado prestadas del Facebook de la Librería Argot