Mucho se está hablando ahora de los coches eléctricos, híbridos etc, ahora que los estudios sobre la célula de combustible se han relegado a un segundo plano debido al extenso coste que supondrían.
Hasta ahora se podía asociar el vehículo eléctrico al típico coche pequeño, para la ciudad, con escasa potencia y una autonomía justa, el principal problema de los coches eléctricos puros (aparte de la diferencia de rendimiento según la temperatura ambiental) es la capacidad de las baterías, el tiempo de carga de las mismas y la disponibilidad de tomas de carga (método solucionable con los llamados eléctricos plug-in como el Nissan Leaf) por lo que el uso de los vehículos eléctricos se restringía al ámbito urbano.
Pero el panorama de los EV está cambiando, marchas como Porsche desarrollan (y piensan en competir) con vehículos híbridos, en la Fórmula1 se utilizan sistemas como el KERS (tanto en su versión mecánica como eléctrica) que aportan un aumento puntual de la potencia. Los vehículos híbridos asocian motores eléctricos a motores de combustión, éstos sólo entran en funcionamiento a una determinada velocidad, por lo que desde el arranque y a baja velocidad ahorran combustible y producen cero emisiones de CO2. Asociados a carrocerías con soluciones aerodinámicas ofrecen unos consumos muy ajustados. En el mercado hay numerosos ejemplos como El Toyota Prius, Auris, Lexus CT 200h, GS y RX 450h… Honda CRZ, Insight…
Con esto es evidente que el futuro de la automoción pasa por la electricidad sí o sí, y desde luego ese futuro lo tenemos ya mismo aquí gracias a la nueva categoría de los llamados vehículos eléctricos de rango extendido. Como su nombre indica no son vehículos híbridos, son vehículos eléctricos equipados con baterías continuamente cargadas gracias a un motor diesel o gasolina que actúa como generador.
El motor de explosión genera un consumo ínfimo ya que está optimizado para girar a muy bajo régimen de vueltas, no está acoplado a una transmisión ni tiene que arrastrar el peso del coche, el rozamiento de los neumáticos, soportar los roces aerodinámicos, etc. Un ejemplo de los ER-EV es el próximo Chevrolet Volt/Opel Ampera o los prototipos e-tron de Audi.
Pero mientras los fabricantes investigan en vehículos puramente eléctricos (véase Rolls-Royce y su 102 EX, BMW Vision Efficient Dynamics, etc) ofrecen sistemas anti contaminación muy efectivos como la regeneración de la batería en las frenadas, sistemas start-stop que apagan el motor al parar y lo vuelven a encender al embragar (la única pega es que aunque reducen emisiones, no siempre reducen consumos) mejoras aerodinámicas como parrillas que se cierran automáticamente o suavización de líneas y adición de difusores para evitar rozamientos y así ahorrar combustible. Un claro ejemplo de esto (y aquí nos metemos en diseño puro y duro) es la imagen de vehículos como el Toyota Prius o el Honda CRZ.
Fabricantes como Volkswagen tienen líneas como Bluemotion (Ecomotive en SEAT y Greenline en Skoda) que recurren, aparte de sistemas Start-Stop y de recuperación de frenada, a eficientes motores diesel de ajustado consumo, medidas de neumáticos que favorecen la facilidad de rodadura y alguna que otra modificación estética que favorece el flujo aerodinámico.
Así el futuro de la automoción, sabiendo que irá ligado a la electricidad sí o sí, no nos encerrará en electrodomésticos de transporte y nos permitirán poder seguir disfrutando de las sensaciones de conducción que ofrecen muchos vehículos de ahora.
Fuentes: www.es.autoblog.com, www.forococheselectricos.com, www.km77.es y webs de fabricantes.
Imágenes de: Beth and Cristian, Audi, Nissan.