El mandatario peruano Francisco Sagasti no recibió el lunes en el palacio gubernamental a la candidata derechista Keiko Fujimori, quien sin pruebas contundentes clama "fraude" en los comicios presidenciales que favorecen a su rival, el izquierdista Pedro Castillo.
La ex primera dama e hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori acudió a una modesta oficina administrativa del palacio, donde dejó una carta en la que pide a Sagasti que convoque a organismos internacionales para que revisen los comicios presidenciales del 6 de junio.
Fujimori ha frenado la culminación del proceso electoral en Perú tras pedir hace 19 días la anulación de miles de votos a favor de Castillo, quien tras el conteo del 100% de las actas electorales terminó primero con un ajustado 50,125% y 44.058 votos de ventaja. Hace cinco años, el 28 de junio de 2016, el tribunal electoral proclamó como presidente al entonces ganador Pedro Pablo Kuczynski.
No queda claro entre los expertos qué ocurriría si el tribunal electoral no proclama un triunfador antes del 28 de julio, fecha en que el siguiente mandatario debería asumir el cargo. Algunos especialistas indican que la juramentación presidencial podría esperar algunos días más hasta que el tribunal electoral concluya la resolución de todas las controversias surgidas del proceso electoral.
El sábado frente a sus simpatizantes, Keiko Fujimori le dijo al mandatario Sagasti que el lunes iba visitar el palacio gubernamental. "Ojalá que tenga la posibilidad de conversar con usted, o si no es así, le dejaré la carta personalmente solicitando una auditoría internacional", dijo en referencia al presidente.
Sagasti no está obligado a recibir a Fujimori y debe guardar imparcialidad en los comicios, según los expertos. Fujimori cuestionó hace poco a Sagasti y lo acusó de estar "interfiriendo" en las elecciones cuando el mandatario llamó al premio Nobel de Literatura peruano, Mario Vargas Llosa, un aliado de Fujimori, para que transmita el mensaje de mantener la calma mientras se espera los resultados oficiales. Lo mismo hizo el mandatario con aliados del candidato izquierdista Castillo.
Keiko Fujimori, de 46 años, afirma sin pruebas contundentes que en el balotaje presidencial se cometió un "fraude" organizado por el partido de su rival, el profesor izquierdista Pedro Castillo.
El lunes tras dejar la carta, Fujimori repitió a la prensa que existen "indicios de irregularidades en diferentes mesas (electorales)". Añadió que hallaron a hermanos de padre y madre como miembros de una misma mesa electoral, así como suplantación de personas a través de firmas falsas.
Decenas de ciudadanos acusados por Fujimori de que sus firmas fueron suplantadas en las actas electorales han rechazado esas afirmaciones ante la prensa. Las misiones electorales de organismos internacionales no han reportado irregularidades y los presidentes izquierdistas de Argentina, Alberto Fernández, y de Bolivia, Luis Arce, llaman "presidente electo" a Castillo.
Estados Unidos dijo la semana pasada que las elecciones peruanas "son un modelo de democracia en la región", mientras que la Unión Europea afirmó que el proceso electoral peruano del 6 de junio "ha sido libre y democrático".
Fujimori vivió en su adolescencia y juventud en el palacio presidencial cuando fue primera dama del gobierno de su padre Alberto Fujimori (1990-2000). El lunes la candidata llegó a las afueras del palacio presidencial, donde sólo estaba la prensa. A diferencia de su última visita en noviembre, donde se reunió con Sagasti, esta vez nadie invitó a ingresar a Fujimori. Por breves minutos estuvo ante los funcionarios que reciben las cartas que llegan al palacio y tras dejar la misiva se retiró.
La candidata tampoco respondió el lunes al pedido de comentarios de la prensa sobre las llamadas que Vladimiro Montesinos, el exjefe de espías de su padre y quien suma 34 sentencias, realizó desde la cárcel donde está recluido y que lo mostraron como el coordinador de un presunto plan para sobornar a los jueces del tribunal electoral con el fin de que fallen a favor de su candidatura.
Si Fujimori pierde esta elección, será su tercera derrota en su intento por ser presidenta de Perú desde 2011 y afrontará un juicio por lavado de activos en la que un fiscal ha pedido 30 años de cárcel para ella. Si triunfa, su juicio se congelará por cinco años mientras dure su eventual mandato.