La investigación de un fármaco y su llegada al mercado es un proceso largo, complejo y costoso. Es largo, porque se precisan entre diez y trece años para su desarrollo. Eso, claro, es un «problema» para quienes piensan más en la rentabilidad de los productos que en hacer bien las cosas y poner a disposición de los pacientes medicamentos necesarios, efectivos y seguros.
Entre diez y trece años para su desarrollo. Eso es lo que según la patronal de fabricantes de tratamientos médicos, Farmaindustria, se tarda en que un fármaco pueda estar disponible en las farmacias para el público.
Además de su necesidad o utilidad para tratar determinada dolencia, un medicamento ha de demostrar que es efectivo. Y también, como es un producto potencialmente tóxico para el organismo humano al ser ajeno al mismo, se ha de determinar lo más exactamente posible cuáles son sus efectos secundarios.
Leo en prensa noticias como esta titulada La EMA tarda dos años en aprobar nuevos medicamentos y terapias, frente a los seis meses de la FDA.
Existe un lobby llamado Europa Ciudadana que ha presentado el informe La Agencia Europea de Medicamentos (EMA): cómo superar errores del pasado, que asegura que el regulador europeo no está preparado para hacer frente a una nueva crisis sanitaria, en referencia a la de la Covid-19.
Lo que me llama la atención es que durante la Covid las vacunas y otros tratamientos sanitarios ad hoc y sus fabricantes han gozado de multitud de privilegios. El objetivo era ponerlos en el mercado lo más rápidamente posible.
Pero a Europa Ciudadana no les parece que eso haya ocurrido y quieren más celeridad. Es más, comparan la «lentitud» de la EMA con la rapidez en aprobar medicamentos de la FDA, la agencia estadounidense de medicamentos.
Vamos a ver, conseguir que la población disponga muy muy rápido de un tratamiento que cumpla las tres características básicas -que sea necesario, efectivo y seguro- lleva tanto tiempo como marca la patronal y las prisas no son buenas.
Pueden entenderse las prisas y más en medio de una pandemia o epidemia o situación de crisis pero en cuestión de producción de fármaco uno y uno no siempre son dos.
Explicado de otro modo: Pasarse con la rapidez significa que como contraprestación a un uso rápido del tratamiento vamos a tener mayores daños.
Las propias vacunas Covid-19 son el ejemplo. Leed Sanidad: 452 muertes tras vacunación Covid (por la baja notificación serán unas 9.040).
La FDA tampoco es que sea el mejor ejemplo parar comparar. Puede que sea la agencia de medicamentos más experimentada del mundo pero no la más «limpia». Hay muchos ejemplos de su falta de transparencia y muchos medicamentos son retirados en Estados Unidos tras su comercialización.
Podemos pensar que eso es que la FDA hace un buen trabajo pero cabe preguntarse cómo es que permitieron que se vendiese algo que luego ha de retirarse, algo falló en su trabajo.
Que los procedimientos de la EMA son lentos y poco transparentes está clarísimo. No es que sea poco transparente es que como hemos contado la directora de la Agencia Europea de Medicamentos trabajó para el principal lobby de las farmacéuticas.
La solución pasa por intentar anticiparse a los problemas de salud; fomentar estilos de vida sanos en la población para que nuestros organismos estén preparados. En cuanto a las instituciones… democratizarlas, que no sean los interesados en que un medicamento se ponga cuanto antes en el mercado los que estén influyendo en las decisiones.Lo que es seguro es que un tramiento útil, que sea eficaz y además, como no puede ser de otro modo, seguro para que el remedio no sea peor que la enfermedad, lleva mucho tiempo ponerlo en el mercado. En el mejor de los casos. Lo demás es Investigación y Desarrollo de «todo a 100».