José Ortega y Gasset. La rebelión de las masas.
Estos hombres que cargan sobre sí tareas y esfuerzos extraordinarios viven como verdaderas necesidades aquellas que otros juzgan de ajenas y extrañas, de incomprensibles desde un punto de vista racional. El torero que necesita salir al ruedo arriesgando cada vez su vida, ¿qué necesidad tiene de ello si la vida ya está llena de riesgos? Y el poeta que se desvive por expresar la belleza de las cosas, ¿qué necesidad tiene de hacerlo si la naturaleza contiene ya infinidad de paisajes y experiencias sublimes?, ¿y qué gana el científico que renuncia a su vida social en su camino personal de búsqueda de la verdad?
Ortega advierte que el carácter dramático del asunto radica en que estos hombres no solo se juegan el «estar bien» consigo mismos, sino su simple «estar en el mundo» En efecto, las minorías han de sentir en todo momento que tienen la posibilidad de satisfacer este tipo de necesidades para otros superfluas e innecesarias, ya que, de otro modo, si su circunstancia les impidiera para siempre satisfacerlas acabarían renunciando a la vida. Estas minorías viven en aras de lo que todavía no son, de un «no ser» que se ha instalado en ellos demandando ser realizado. Son presos de cierta insuficiencia ontológica que les hace olvidar lo que son y mirar únicamente por lo que no son.