El gesto más radical del rebelde contra el autoritarismo es la desobediencia, paradigma de la libertad y la negación ante la voluntad de poder que se impone, se consiente, se afirma y reafirma en la sociedad de la dominación como conformismo que otorga seguridad espiritual y material para elevar el Ego del individuo mediocre.
La manipulación se hace más efectiva cuando uno está cansado, estresado o depresivo porque disminuye la atención, en este contexto la ansiedad producida por el estrés y el agotamiento del trabajo asalariado debilitan las facultades psicológicas de la observación y la meditación del individuo, fomentando de esta forma la evasión por medio del consumo (control del sistema) del hastío y la fatiga que nos provoca el trabajo alienado o la falta del mismo.
El poder es la consecuencia del miedo a la libertad.
La seguridad es a la mediocridad lo que la libertad es a la dignidad.
Quien se hace esclavo del miedo antepone la seguridad a la libertad.
La vida se convierte en un lucha cuando hay que sobrevivir o competir, es decir, en última instancia ser violento. La vida no tiene porque ser una guerra constante (de todos contra todos) por la supervivencia.
¿Podríamos empezar a vivir si dejaramos de luchar?
El amor por la Justicia nos hará libres.