Efectivamente, el Estado sirve al Capital, no lo regula y no lo hará nunca porque en el fondo son las dos caras de una misma moneda. Lo que regula el Estado es el dinero público vía impuestos para administrar y financiar las instituciones estatales.
El miedo paraliza y censura. La seguridad vigila y controla. El miedo precisa seguridad. La sociedad del miedo es la sociedad de la seguridad y por lo tanto la sociedad de la auto-censura y la auto-vigilancia.
Cuando el miedo desaparezca se habrá acabado también la voluntad de poder, la seguridad y el sufrimiento.
La sobreinformación es un constante desvío del centro de atención, de manera que la falta de atención genera confusión, y un estado de confusión posibilita la manipulación.
La patria o el Estado necesita de necios que sólo sepan obedecer.
El obediente es un inconsciente y sumiso que ya no le queda libertad para decidir lo que pensar y hacer.
La obediencia es a la seguridad lo que la conciencia la libertad.
¡Qué sería de la Autoridad y del autor sin sus creyentes!