La organización del ejercito dependía de la voluntad del monarca; en él preponderaba la caballería sobre la infantería, y luchaban con la espada, la lanza y la maza, usando como armas defensivas el escudo y la armadura.
La base del sistema tributario, por lo que a las prestaciones de carácter real se refiere, era el diezmo o décima parte de los productos de toda propiedad que su dueño estaba obligado a satisfacer para el sostenimiento de las cargas públicas. A su lado existía el impuesto de aduanas, cuya cuantía solía ser del 10 por 100 de las mercaderías importadas o exportadas, figurando también como ingresos la confiscación, muy usada entre los árabes, las propiedades que correspondían al fisco cuando no existían herederos legítimos, y la quinta parte del botín
de guerra.
Del producto de los impuestos, se hacían tres partes: una para el sostenimiento de las cargas públicas, otra para las mezquitas, huérfanos y viudas, y la última para las necesidades extraordinarias o imprevistas. Las mezquitas constituían la principal institución religiosa de los musulmanes, sobre cuyas creencias hemos hecho ya las oportunas indicaciones.
El gobierno de las mismas correspondía a sacerdotes, encargados no sólo del culto, sino también de la dirección de la enseñanza y de la administración de justicia. Los imanes presidían la oración y dirigían la palabra a los creyentes, a los cuales llamaban desde los minaretes de las mezquitas, para que se congregasen en ellas a orar.
Especialmente en la época de esplendor del califato, fue grande la cultura de los árabes, sobre todo la de los árabes de origen, mucho más ilustrados que las tribus de bereberes, que tanto contribuyeron a la conquista de nuestro suelo. El esplendor que entonces consiguiera el califato, casi desapareció al ocurrir las invasiones de los almorávides y de los almohades, si bien volvió a aparecer de nuevo en el reino de Granada.
Cultivaron los árabes la poesía y la literatura, así como las ciencias filosóficas y exactas, sobresaliendo en el conocimiento de la aritmética y del álgebra. Las ciencias naturales no tuvieron gran desarrollo entre los musulmanes, debido, sin duda, a que por el Corán les estaba prohibido la representación de la naturaleza viva.
La medicina, a la que se dedicaron bastante, tenía más de nigromántica que de racional.
Aun cuando no era muy dado el pueblo árabe a las faenas agrícolas, España les es deudora en esta materia de grandes beneficios, debiéndose quizás el desarrollo que siempre ha tenido en las regiones de Levante la agricultura, al sistema de riegos que ellos implantaron.
Los judíos vivieron siempre entre los musulmanes, a los cuales merecieron algunas consideraciones, tanto por las afinidades que entre la religión de unos y otros existían, como por el auxilio que en la conquista de España les prestaran.
De aquí que no sólo respetaran el ejercicio de su culto, sino que gozaran de cierta autonomía en cuanto al régimen interior de las colectividades que formaban dentro de las mismas poblaciones muslímicas.
En cuanto a los mozárabes, si en un principio se les respetó su culto y se les concedieron ciertas libertades, estando sólo sujetos al pago de un fuerte impuesto, bien pronto cambió su situación, llegando en algunos momentos a ser cruelmente perseguidos.
Matías Barrio y Mier (Verdeña, 1844 – Madrid, 1909)
De la serie, "Historia General del Derecho Español".