Cuando aparecieron los primeros préstamos online se dijo que resultaban mucho más caros; cuando se trata de microcréditos, las críticas son las mismas, aunque no cabe duda de que esos microcréditos (caros o no) también cumplen con su función. Pero lo curioso de todo el asunto es que parece ser que en las últimas comparativas de lo que se consideran préstamos personales destinados a la financiación de necesidades de consumo, el interés de los préstamos online ha quedado estancado y parece ser que está subiendo el tradicional en este tipo de préstamos (referencia de la comparativa: 10.000 euros para cinco años).
¿Qué tienen en común la banca tradicional con las que operan con préstamos online?
Préstamos online. Nos falta cultura financiera
Existe una constante que es de pura lógica y que no creo que cambie por mucho que evolucione el mercado. Me refiero a que no se aplica el mismo tipo de interés a todos los clientes y lo normal es que el interés sea más bajo para los clientes solventes. Eso nos recuerda aquella frase de Mark Twain que creo que incluí en un viejo libro mío (ya descatalogado) de negociación bancaria: «Un banquero es una persona que te deja un paraguas cuando hace sol y te lo pide cuando empieza a llover».
Pero desde la perspectiva del tipo de interés es normal que las entidades sean más benévolas con los clientes solventes que con el resto, porque precisamente los solventes son los que menos morosidad provocan. A menos riesgo de mora, menor tipo de interés; eso es una constante.Una de mis recomendaciones contra la incultura financiera. Ya disponible en este enlace.
En cualquier caso, nunca podemos generalizar al comparar entre préstamos online y préstamos tradicionales porque hay multitud de variables: tipo de préstamo, cantidad solicitada, plazo, viabilidad, solvencia del prestatario…
Si se necesita dinero y se ha decidido a pedir un préstamo, mi consejo es que se evalúen todas las posibilidades, aunque es cierto que lo primero que hay que descartar es aquello que no nos van a dar. Por eso los microcréditos suelen ser bastante criticados, porque se pueden aprovechar de la «desesperación» de algunos que no consiguen crédito de ningún otro modo.Lo cierto es que en este país nos falta mucha cultura financiera y deberíamos leer más sobre el tema. Según Juan Marín, el ciudadano medio dedica más tiempo a decidir qué coche o qué televisor se compra, que a elegir hipoteca, y eso es un craso error.Ramón Cerdá