Revista Salud y Bienestar
Estamos obsesionados con la enfermedad. Cuando notamos cualquier tipo de molestia empezamos a preocuparnos y hacernos preguntas ¿será este grano peligroso? ¿tener 37.1º de temperatura indica que estoy grave? ¿este malestar en la tripa será tal vez una enfermedad importante?... Solemos mirar en Google y nos agobiamos más, al final terminamos yendo al centro de salud o a urgencias, habitualmente atestadas de personas con enfermedades serias y una gran mayoría con las mismas dudas que nosotros.
Tras leer en la contra de la Vanguardia la inteligente entrevista que Ima Sanchís le hace a Gabriele Romagnoli me encuentro con la frase de Kurt Vonnegut: “Cuando seáis felices, prestad atención.”
Merece la pena dedicar 4 minutos a leer la entrevista. No tanto al libro Viajar ligero del autor que me ha parecido excesívamente liviano.
Lo que me llama la atención es la poca conciencia que depositamos en la salud. Cuando estamos enfermos lo sabemos, cuando estamos sanos no. Estar bien no duele, ni molesta, ni causa malestar ni zozobra, por lo tanto no es sencillo tomar conciencia de ese estado. Y es una pena, nos perdemos el placer de sentirnos bien, de disfrutar de todas las sensaciones que un cuerpo sano emite de continuo.
Aprender a posar nuestra atención en la respiración, en la sensación de los pies al andar (prueben a hacerlo descalzos sobre una alfombra o césped), en la frescura de la brisa en la cara con los ojos cerrados, en el aroma de una rosa, en el tacto del agua de la ducha en nuestra piel... es una manera de aportar salud y bienestar a nuestra vida que no requiere gasto, ni tiene efectos secundarios. No hacerlo nos priva de un alimento esencial capaz de neutralizar los potentes venenos, prisas y tóxicos con los que entramos en contacto cada día.
¿Alguna vez algún profesional sanitario le ha indicado que preste atención a su salud? bueno, parece que estamos a tiempo de empezar.