Hubo un tiempo en el que las decisiones de inversión y gasto en España, las hacían unos cuantos sin ninguna explicación a nadie, salvo a los suyos, a los que ‘debían atender y dejaban desatendidos’. En aquella época, por ejemplo el franquismo, no se invertía donde el pueblo necesitaba, sino donde los bolsillos de los amigotes querían, aquel capitalismo pegado a la teta del Estado que tanto nos costó y todavía cuesta. Habrá que recordarlo una y mil veces, porque hay mucho jovencito que no sabe y mucho mayorcito desmemoriado.
Todavía hoy están vigentes concesiones centenarias de Franco a las hidroeléctricas para que usen el agua, que es patrimonio común de todos los españoles, en su beneficio privado. Concesiones vigentes que permiten pagar 20 millones de € por unos beneficios obtenidos de 1.000 millones, con la materia prima de todos. Cuantas grandes empresas españolas disfrutan todavía de concesiones de la dictadura? Y cuantas disfrutan de las concesiones de los actuales, no solo del poder central también en Ayuntamientos y en CCAA.
(Las TDT y radios son buen ejemplo, pero no descartemos la venta de empresas públicas a los amigotes que durante los gobiernos de Aznar fueron numerosísimas)
Así que, por favor menos lágrimas de cocodrilo, si para sacarlos adelante hay que pactar con otros grupos parlamentarios y siempre empiezan los pactos con el grupo que sustenta al Gobierno. Naturalmente que hay que pactar, es lo normal y obligado en una democracia, realizar gastos e inversiones teniendo en cuenta a los diferentes grupos e intereses que se dan dentro de cada partido y fuera del mismo en otros presentes en las Cortes.
Si alguien piensa que se invierte donde quiere fulano se equivoca, no es tan simple, ya quisiera fulano ser como Franco (Gallardón le hubiera discutido en pleno desfile por sus cosas). Fulano opina y empujará en una dirección pero habrá otros que empujen en otra, y saldrá una resultante y al final en una democracia todo es conocido. Pensar que se invierte en Cataluña o Euskadi por los nacionalistas es olvidar que allí, primero, los nacionalistas también son españoles, segundo que en esos territorios viven otras personas no nacionalistas, tercero que algunas de esas inversiones benefician a otras regiones con otras gentes, (las del AVE por ejemplo).
De lo anterior no se deduce que todo pacto sea bueno, malo o regular, (que nadie se llame a engaño habrá que discutirlo en concreto) sino que lo normal es que se produzca y ello en todos los países del mundo. Conviene la precisión mas que nada porque los ultramedios y sectores del PP están con la monserga de que se vende tal apoyo por tal capítulo de los presupuestos, pero resulta que eso se produjo siempre y en todo lugar en esta España nuestra.
A ver si resulta que cuando invertía Aznar en Valencia lo hacía porque eran unos pobrecitos españoles, o cuando Franco ‘metía pasta’ en Euskadi o Cataluña para la gran o mediana industria, era para ayudar a los nacionalistas. También podemos preguntarnos por qué Felipe II gastaba tanto dinero en las guerras de Flandes, si era en interés del campesinado castellano.
En cualquier país, el tema de los Presupuestos Generales del Estado son una de las discusiones políticas más importante de un año, porque de ella salen las decisiones de donde y cuanto gastar, de qué políticas impulsar y por tanto que otras frenar. De las atribuciones de poder que le van quedando al Estado central, ésta es una de ellas, porque luego se abren otras vías de poder similar pero en manos de las CCAA y los Ayuntamientos y por arriba en el suprapoder europeo.
Tanto los poderes territoriales como el supranacional, no son poderes ajenos, ni externos, tienen vínculos más o menos extensos con el Estado Nacional incluso en ocasiones representados por las mismas personas o partidos.
A partir de aquí podremos discutir mejor sobre los Presupuestos Generales del Estado.