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Que las ideas no valen nada y que lo importante es tener la capacidad de hacerlas realidad es una verdad a medias porque tener una idea pésima y aspirar a convertirla en el negocio de tu vida puede ser un error con pésimas consecuencias. Y es que no hay peor cosa que un apasionado de mente ingenua. Lo triste es que con la burbuja del emprendimiento muchos se tiran a la piscina sin comprobar antes si hay algo de agua.
Trabajar en la dirección correcta probablemente sea más importante que trabajar con gran empeño. Caterina Fake
Si consideramos que la mayor parte de los negocios terminan fracasando en los primeros cinco años, de entrada podríamos aceptar dos hechos: primero, que todo emprendedor presenta cierta ceguera a las probabilidades, y segundo, que su aversión al riesgo es menor que la confianza que tiene depositada en su idea de negocio. Afortunadamente, hay estrategias que nos permiten minimizar los riesgos y acompasar el ritmo de nuestras inversiones tanto en tiempo como en dinero. Dichas estrategias, que parten de la filosofía lean startup y del pensamiento de diseño (design thinking), tienen como objetivo principal evitar la pesadilla de todo emprendedor: crear algo que la gente no quiere, no necesita o por lo que no están dispuestos a pagar.
Para discernir entre los proyectos en los que merece la pena invertir y en los que no, conviene trabajar en el proceso de maduración de la idea que abarca desde que ésta es una simple abstracción hasta que se convierte en algo tangible. Pero entre un extremo y otro encontramos una serie de fases que presentan sus propias particularidades. Pues bien, una de estas fases es el pretotipado (pretotyping, en inglés) y es en la que me centraré en este post. Vulgarmente también podemos referirnos a esta etapa como el momento en el que desarrollamos nuestro “prototipo de mierda” :-D
¿En qué consiste el pretotipado?
Como decía antes, las ideas no son más que abstracciones en la mente de quien las concibe. Por tanto, la fase de pretotipado no es más que un primer intento de cosificar nuestra idea para ayudarnos a pensar. De hecho, podemos decir que se trata de pensar con las manos y es una manera rápida de analizar con más detalle nuestra idea, aprender durante el proceso y empezar a tomar decisiones. Esto puede llevarnos a descartar la idea, a darle un nuevo enfoque o simplemente a pasar a la siguiente fase de desarrollo.
Una de las personas que más ha profundizado en este tema es el propio creador del concepto de pretotipado, Alberto Savoia. Según él, esta etapa tiene como objetivo responder a la pregunta ¿estamos construyendo lo correcto? Pero además, la característica distintiva de esta fase es que en el pretotipo trabajamos horas o días, mientras que en el prototipo trabajamos días o semanas. Por tanto, la inversión en tiempo y en dinero es mínima.
Ventajas de pretotipar
Enfrentarnos al proceso de cosificar nos ayuda a darnos cuenta de muchos matices de nuestra idea en los que no habíamos reparado. De hecho, aprendemos de los errores mientras los estámos cometiendo. Al igual que señalaba en el post “Del prototipo al MVP”, lo que buscamos son ciclos rápidos de aprendizaje. Algo bastante lógico si tenemos en cuenta que cada innovación descansa sobre la anterior.
Por otro lado, sobre las ideas únicamente podemos opinar y eso hace que podamos llegar a “falsos positivos” a “falsos negativos”, es decir, podemos apostar por ideas que suenan bien pero que en realidad fracasarán en el mercado, o bien todo lo contrario. Por ejemplo, si hace unos años alguien nos hubiese presentado una idea basada en crear una herramienta para comunicarnos vía web con mensajes limitados a solo 140 caracteres lo hubiésemos tachado de lunático. Pues… ¡zas en toda la boca! Hoy somos millones de usuarios en Twitter.
En definitiva, otra ventaja del pretotipado (y también del prototipado) es que además de opinar podemos experimentar con ellos, con lo que el nivel de análisis resulta más profundo y ajustado a la realidad.
¿Porque no pretotipamos?
Dado que solo invertimos unas pocas horas en el desarrollo de este “prototipo de mierda”, el aspecto estético o la búsqueda del detalle no tienen sentido y siendo así lo habitual es que salgan cosas “feas”. Pero no pasa nada porque al fin y al cabo está en la esencia del prototipo de mierda ya que por defecto estos son defectuosos. El problema está en nuestra baja tolerancia al error y esto es así por varios motivos pero uno de ellos es que desde la escuela nos enseñaron que no se entrega un proyecto hasta que no está perfecto. Esto es tan cierto como que en la actualidad muchos padres y madres son quienes realizan muchas de las manualidades que mandan a los hijos en el colegio por aquello de que no sean los que entreguen el proyecto más feo o defectuoso. Sin ser conscientes de ello les transmiten que no deben equivocarse y que no es bueno asumir riesgos. Con frecuencia, los padres enfocan este tipo de actividades plásticas como una competición con otros niños y por tanto, nos dan opción a que sus hijos puedan explorar sus capacidades y desarrollar su creatividad, pero esto es tema para otro post.
En resumen, la fase de pretotipado resulta de gran ayuda porque ayuda a pensar y nos permite ahorrar una gran cantidad de tiempo y de dinero así que para mi es motivo suficiente para perder el pudor a la hora de crear esos primeros “prototipos de mierda”. Al menos esa es la idea que intenté trasmitir a los alumnos del taller de prototipado que impartí recientemente en los bootcamps de la UPO.