La terapia familiar es un método de tratamiento que se centra, no sólo en el individuo, sino en los sistemas relacionales con los que interactua (escuela, trabajo, barrio) y, fundamentalmente, la familia.
La terapia familiar parte de la idea de que el problema presente nunca es el problema básico, sino que refleja el mal funcionamiento de la familia como conjunto. Esto puede deberse a una mala comunicación entre los miembros, a la convicción de que todos tienen que pensar igual o debido a coaliciones entre algunos miembros que excluyen a otros o a la inhibición en la expresión de sentimientos.
Es importante que en la terapia intervengan todos los que conviven bajo el mismo techo y estén implicados de alguna forma en el conflicto. No sólo la familia nuclear, sino un suegro, tío, abuelo, algún amigo o miembro del servicio doméstico pueden formar parte del sistema.
El terapeuta y la familia observan durante la terapia cómo se reproducen las pautas de interacción entre los miembros, captando así el origen del problema, las soluciones fallidas y el ambiente emotivo del grupo.
Según a la escuela a la que pertenezca, el terapeuta trabaja de forma diferente, con toda la familia o alternando sesiones con uno o más miembros. Debe evitar establecer privilegios o complicidades con algún miembro del grupo, alejándose del resto.
EL PAPEL DE LA FAMILIA EN LA PREVENCIÓN
La familia no puede desligarse de su competencia educativa a la hora de que los hijos alcance hábitos saludables, por lo que debe contribuir en la formación de sus valores y actitudes, de manera que estén preparados para afrontar situaciones difíciles de la vida, entre ellas las relacionadas con el consumo de drogas.
La familia debe favorecer no sólo el desarrollo físico, afectivo o social de los hijos, sino que tiene que educarles en la conservación y promoción de la salud, entendida ésta en un sentido profundo, ofreciendo un modelo de vida sano. Por ello, y en cuanto a las drogas, los padres tendrán que conocer los factores que facilitan su uso/abuso, sabedores de la importancia que tiene el diálogo y la comunicación para subsanar cualquier problemática de relación con las drogas.
Gracias a la comunicación, los padres influyen en los hijos para que adopten valores y actitudes positivas, que les capacitarán para enfrentarse a otras circunstancias que surgirán en sus relaciones con personas y cosas. Ello, unido al afecto y al cuidado, fomentará en los hijos la necesaria seguridad para su desarrollo cognitivo y social.
COMUNIDAD TERAPÉUTICA
Existen a grandes rasgos dos tipos de comunidades terapéuticas basados en dos diferentes modelos, el inglés y el americano.
El término Comunidad Terapéutica fue acuñado por Main pero Jones aportó a este concepto contenidos y un lugar significativo en el movimiento psiquiátrico de la década de los años 40-50, al llevarlo a la práctica.
Maxwell Jones puso interés en los aspectos organizativos de las instituciones así como en la asistencia a personas con dificultades en las relaciones y de adaptación social. Por esta razón puso en marcha una comunidad terapéutica para soldados ingleses con trastornos emocionales.
En 1947 dirigió una unidad del Hospital Belmont (Surrey) en la que se trataban básicamente personas con problemas derivados del desempleo, esta unidad fue denominada en un primer momento unida de neurosis industrial, más tarde unidad de rehabilitación social y finalmente en 1958 Henderson Hospital.
Las principales ideas y métodos aportados y puestas en práctica por M. Jones en la comunidad terapéutica por él dirigida en el Henderson Hospital son las siguientes:
- Reunión comunitaria diaria, realizada con el objetivo de debatir sobre los sucesos de las últimas 24 horas. Como nota importante cabe destacar que los trabajadores del centro no asumen el liderazgo de la reunión.
- Reunión de supervisión de los trabajadores, ésta se realiza a continuación de la reunión de comunidad y en ella se reúnen los trabajadores del centro.
- «Living-learning situations», que consiste en realizar intervenciones en situaciones de crisis.
- Como otras actividades podemos señalar las escenificaciones de hechos a los que se tendrán que enfrentar fuera del hospital, la exposición de problemas personales..., etc.
En Inglaterra el término Comunidad Terapéutica se utilizó para describir una institución que es semejante en organización y estructura a la implantada por Maxwell Jones en el Henderson Hospital, en la cual los miembros responsables del centro deciden conjuntamente con los pacientes de manera democrática los aspectos relativos a la organización y funcionamiento así como otros relacionados con el tratamiento de los pacientes.
Dentro de su funcionamiento podemos destacar el hecho de que la asistencia se da en régimen cerrado, se realizan reuniones comunitarias y de supervisión de trabajadores y se practica el aprendizaje mediante situaciones vividas. Este tipo de comunidades terapéuticas utilizan profesionales cualificados.
PREVENCIÓN ESPECÍFICA E INESPECÍFICA
Una división clásica de las actuaciones preventivas hace referencia a una modalidad específica de la actuación y otra inespecífica.
PREVENCIÓN INESPECÍFICA
A veces se entiende que cualquier acción dirigida a los jóvenes (campamentos, bailes de salón, deportes...) es por sí misma una actividad preventiva del consumo de drogas. Aunque indirectamente pueda influir en la reducción de la demanda, se trata de intervenciones generales que por sí mismas no tienen por qué ser incompatibles con el uso de drogas. Por tanto, la prevención inespecífica trata de influir sobre la dinámica del uso de drogas con actuaciones tendentes al aumento del nivel cultural, social o de salud de la población a través de intervenciones que permitan el desarrollo del individuo y de la comunidad: Campañas de salud, promoción del asociacionismo, uso creativo del tiempo libre, acercamiento de los servicios sociales a los ciudadanos, promoción del deporte, creación de equipamientos culturales en los barrios, etc.
PREVENCIÓN ESPECÍFICA
En este caso ya se trata de intervenciones que de forma concreta contemplan la problemática de las drogas y sus destinatarios, tales como charlas informativas a las APAS, talleres de promoción de la salud con alumnos, campañas informativas sobre el uso de drogas legales...
RECUPERAR EL TIEMPO LIBRE COMO ÁMBITO EDUCATIVO
Existen espacios y ámbitos educativos entre los que están el tiempo libre y los espacios de esparcimiento vital donde desarrollamos nuestras vivencias.
El aprendizaje y la enseñanza son dos aspectos de un mismo proceso que se ubican en el contexto en el que se producen. La educación transciende los límites del aula y se ubica en todas las situaciones que experimentamos. Éstas nos facilitan el entrenamiento de habilidades y estrategias de relación y desenvolvimiento que nos permiten adaptarnos a una determinada comunidad. Lo que las personas han de aprender está marcado por la cultura, y el tiempo libre es un marco de vivencias donde estos contenidos culturales se manifiestan.
Los jóvenes se educan también interactuando con otros miembros del grupo durante su tiempo libre. El tiempo libre se constituye así en un espacio informal donde el contenido educativo existente no aparece explícito.
Queda patente, de esta manera, la potencialidad pedagógica que el tiempo libre contempla. De ahí que se haga imprescindible dotar formalmente a este tiempo de un carácter eminentemente educativo que cuente además con otros ingredientes que lo hagan atractivo y lúdico y además esté colaborando en la formación de las personas.
Utilizar el tiempo de ocio como un espacio desde el cual promover la salud y, por extensión, prevenir el uso y abuso de drogas, supone algo más que ofertar puntualmente actividades deportivas, culturales, etc.
Utilizar el ocio como un utensilio que colabore en la prevención de los consumos de drogas, fundamentalmente de los adolescentes y jóvenes, hace necesario cuidar no sólo el contenido de las actividades sino también la forma elegida para trabajar el ocio, siendo preferente promover actividades que sean particularmente para los jóvenes.
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