Los prevencionistas podemos encontrarnos en alguna ocasión con ciertos sectores en los que tendremos dificultades a la hora de acometer una evaluación de riesgos y establecer a raíz de esta las medidas de preventivas. Un ejemplo lo tendríamos para los sacerdotes que lleven a cabo exorcismos. A continuación, daré las claves para hacer nuestro trabajo con suficiente solvencia y profesionalidad si tuviéramos un encargo tan “especial”.
El exorcismo está presente en muchas culturas, siendo en el Cristianismo donde mayor énfasis ha dado a la existencia de los demonios, con el ritual de exorcismo católico-romano ha adquirido suma importancia. Un rito poco conocido al detalle y que aquí revelaré todas sus particularidades. Hay registros de rituales de exorcismo en la antigua Mesopotamia, los cuales pasaron sus creencias a los hebreos, que a su vez las legaron a los cristianos, en especial a los católicos. En la Edad Media se realizaban en las iglesias o en las plazas públicas, a la vista de todos los creyentes.
El exorcismo es un proceso complejo con muchos pasos necesarios y oraciones que deben disponerse secuencialmente para lograr los efectos espirituales requeridos para la expulsión de El Maligno.
Es necesario obrar con cautela, ciñéndonos a las reglas de la Iglesia. En enfermedades psíquicas, la trascendencia es la ciencia médica como ocurrió con la posesión de Anneliese, entre otros muchos. Por lo tanto, nos deberemos asegurar, antes del exorcismo, de que se trata de una presencia del Maligno y no de una enfermedad (sindrome de Tourette, esquizofrenia, etc). Actualmente con el conocimiento de las enfermedades mentales y del cerebro humano, la posesión ha quedado relevada a un segundo plano.
Para la práctica del exorcismo es necesario ser sacerdote de la Iglesia Católica Romana, haber obtenido el título oficial de exorcista impartido en el Vaticano, ser autorizado por el obispo de la diócesis correspondiente previa recomendación de un tribunal eclesiástico competente en esta materia (generalmente esa autorización tiene una validez de tres años).
El procedimiento del exorcismo católico, desde 1614, está codificado oficialmente dentro del documento Rituale Romanum (Ritual Romano). El texto trata de los diversos sacramentos y otras cuestiones como las exequias, las procesiones, las bendiciones y, desde luego, el exorcismo. Cada diócesis debería contar con un sacerdote facultado según el Rituale Romanum.
La Iglesia prohíbe hacer actos de ouija, espiritismo, adivinación, hechicería, la “consagración de un niño al demonio por parte de sus padres que realizan prácticas satánicas”, pues en algunos casos atraerá al maligno y poseerá a alguno de los presentes.
En los ritos iniciales, el sacerdote exorcista accede al lugar rito, con los ornamentos adecuados que, según la costumbre será el alba1, la sobrepelliz sobre la vestidura talar2, y la estola morada3. Hecha la debida reverencia al altar o, faltando éste, a la cruz y luego el exorcista saluda a los fieles extendiendo las manos y diciendo unas palabras los cuales todos los asistentes responden
El sacerdote puede preparar al fiel atormentado por el diablo y a los demás presentes con delicada humanidad a través de breves palabras y bendice el agua, diciendo con las manos juntas una oración. Así también prepara una mezcla de la sal, igualmente bendecida y la mezcla con el agua, que deberá “asperger” al fiel atormentado y a los presentes.
A continuación viene la súplica litánica en la que el exorcista, se dirige a los presentes y los invita a la oración. El exorcista y los fieles, en la medida de las posibilidades, se arrodillan, comenzando las letanías. Pueden agregarse en las letanias nombres de santos o santas (por ejemplo, del patrono del lugar, del fiel atormentado, etc.). Concluidas estas, el exorcista dice, de pie, una oración en la cual los asistentes responden.
Otra parte de importancia capital es la “oración con salmo” (uno o varios) o algunos versículos o estrofas escogidas. Quienes están presentes en la celebración pueden participar de los modos acostumbrados en la Liturgia para la oración con salmos.
Tras los salmos, el exorcista “impone las manos” sobre la cabeza del fiel atormentado mientras dice una oración ante la cual los asistentes responden.
El exorcista invita a “profesar la fe” (símbolo de fe o promesas bautismales). Si se usa para ello el Símbolo, se invita a recitarlo con las siguientes palabras o pronunciar algunas frases como: “¿Renuncian a Satanás? ¿Renuncian a todas sus obras? ¿Renuncian al pecado, para vivir en la libertad de los hijos de Dios?…Ante las cuales todos dicen “Sí, renuncio”.
A continuación se procede con la “señal de la cruz”. El exorcista muestra la cruz y, con ella, bendice al fiel atormentado mientras dice una frase. El exorcista puede soplar sobre el rostro del fiel atormentado, diciendo que el “con el Espíritu de tu boca, Señor expulsa los espíritus malignos, mándales alejarse porque se aproxima tu Reino”.
Posteriormente se aplica la fórmula deprecativa4 del exorcismo mayor y si es oportuno también añade la fórmula imperativa.
Después de la liberación del fiel atormentado, el exorcista y los presentes entonan un cántico que forma parte de la acción de gracias y posteriormente el exorcista pronuncia una oración que forma parte del rito de la conclusión.
Por último se procede a la despedida, para lo cual, el exorcista, se dirige a los presentes, bendiciéndolos antes de marcharse. Podría ser necesario reiterar el exorcismo.
Las entidades demoníacas usan las posesiones en las víctimas en momentos puntuales para realizar una acción en concreto. De hecho las personas afirman haber perdido la noción del tiempo y no recordar nada. La posesión atraviesa cinco fases muy definidas.
En la Manifestación, una persona sin ningún tipo de intención invita a la entidad a entrar en su cuerpo, sobre todo en individuos de mente más débil o de baja autoestima, pero también puede entrar en la víctima sin permiso alguno.
En la fase de Infestación, el ente empezará a utilizar a su victima. Se presenta como un espíritu de un ser querido o incluso de un ángel, ganándose la confianza de su víctima y finalmente tomar el control total. La infestación puede inducir a percibir sombras o figuras extrañas que se mueven sin ninguna explicación, sonidos de pisadas o incluso líquidos que se filtran a través del suelo o las paredes.
En la fase de la Opresión, el ente afecta psicológicamente, físicamente y emocionalmente. Se pretende hacer que renuncie a la voluntad de vivir y a su alma, incluso hasta el suicidio.
En la Posesión, la persona tiene una posesión completa tanto en dominio de pensamientos individuales de las emociones y de la conducta. En esta fase se escuchan extrañas voces amenazantes.
Finalmente la Destrucción de la víctima, es decir la muerte del huésped, causándole el mayor dolor y sufrimiento.
Los signos para identificar una persona poseída, son una clara tendencia hacia la auto mutilación; maldiciones continuas; aversiones repentinos a los lugares, objetos religiosos y continuas difamaciones; muestras de amenazas, abusos o violencias hacia otros; aumento de tendencias o deseos sexuales; rechazo a los alimentos favoritos o que pueda disfrutar de alimentos que antes detestaba; en la noche (momentos más vulnerable) la víctima puede sufrir de pesadillas severas; perdidas frecuentes en su memoria o graves lapsos de tiempo en el mismo día en los momentos en que la figura demoniaca lo controla; pronuncia lenguas muertas o modifica su acento de la materna; cambios de voz, tonos de frecuencia baja a alta, gruñidos; estados catatónicos; rigidez corpórea; poder de conocimiento sobrenatural, como la precognición (hablar de eventos futuros) o la retrocognición (conocer hechos del pasado sin haber estado allí); cambios físicos en los ojos de la víctima (cambio color de manera natural); movimientos inusuales del cuerpo de la víctima (deslizamientos, levitamientos, contorsiones, etc.) e incluso fenómenos poltergeist (movimientos de objetos, ruidos o una bajada de la temperatura).
En el terreno de la prevención de riesgos laborales para el/los sacerdotes va encaminada hacia evitar daños debidos a que es un trabajo en el cual puede ser necesaria cierta proximidad con la persona poseída. Pero también debemos considerar que pueden existir personas presentes, familiares normalmente, que podrían ser dañados.
Es lógico pensar que será necesario actuar sobre los objetos que pueden desprenderse o proyectarse, retirando de la estancia objetos tales como cuadros, jarrones, espejos, quitar cajones de los muebles, sillas, etc. Deberemos sujetar firmemente clavando o amarrando si fuera posible el lugar donde este situado el poseído, bien sea un sillón o una cama.
Será necesario mantener la distancia del sacerdote respecto del poseído, no acercándose o hacerlo sólo en lo imprescindible o en momentos requeridos por el rito. Como medidas preventivas de protección individuales, y motivado a que existen riesgos biológicos importantes, es importante el uso de guantes para evitar el contacto directo con el poseído, gafas de protección ocular cerrada para evitar proyecciones de fluidos corporales (vómitos, saliva, etc.).
Lógicamente, la Iglesia debe de tener una certeza plena que se trata de una persona poseída y descartar lo que seguramente puede tratarse de una enfermedad mental o poseer algún problema de drogadicción o estar con algún episodio de síndrome de abstinencia.
Como mencioné anteriormente, los poseídos, hablan en idiomas, en especial lenguas muertas como el latín, el arameo y el hebreo. Tras la reforma del Concilio Vaticano II, hoy no es obligatorio conocer el latín, mucho menos lenguas más antiguas como el arameo, por lo que es posible que los actuales sacerdotes, no puedan discernir una lengua muerta y galimatías.
El pestilente olor puede proceder de la víctima al haberse hecho sus necesidades encima, descartando por ello su origen sobrenatural. También se habla de descensos en la temperatura, cosa que nadie ha podido ratificar con instrumentos, solo por los testimonios de testigos asustados.
Sin embargo, a diferencia de la religión, la medicina no es mágica, y muchas veces los problemas son tan graves que no hay una cura definitiva; los tratamientos buscan mitigar las molestias del mal. El exorcismo empeora los problemas mentales de los pacientes y puede llevar a finales fatales, debemos siempre buscar la explicación científica y no ir directamente a dilucidaciones sobrenaturales.