Revista Cultura y Ocio
Vetusta Blues. -“Primaveralia”
Oviedo presenta un aspecto magnífico al sol de primavera. Tiempo para pasear bajo su luz y dejar los pensamientos libres, pensamientos que son dudas sobre cada uno de nuestros pasos, sobre muchas de las decisiones que tomamos o hemos escogido. Ayuda comprobar la alegría de los niños en el estanque de los patos, donde parecen calmar sus ansias e incluso sus gritos.
Los temas se arremolinan, fugaces, como no queriendo permanecer demasiado tiempo en la mente. La primavera la sangre altera, recuerdo que lo leí por primera vez en una aventura de Mortadelo y Filemón. Mucho es lo que nos altera, tanto en nuestro ámbito privado como en el que corresponde a los ovetenses. Casi resulta cansino recordar la biblioteca más cara del mundo -uno de esos bizarros récords del régimen que malgobernó la ciudad durante veinticuatro años- y sus consecuencias sobre el hipotecado futuro de todos los ovetenses. ¡Hasta un jabalí se acercó a comprobar el cuidado jardín de la millonaria instalación hace unos días!
El futuro se cierne y uno no sabe si como amenaza o como esperanza. Habrá que recorrer un camino oscuro que no se parece en nada al de la hermosa tarde primaveral, que se esconde entre los árboles y los senderos del Campo San Francisco. Luego, ya en la noche, toca desafiar el cansancio y las dudas para celebrar el trigésimo aniversario del Diario Roma. Aparecen las viejas amistades del Paddock, como los venerables Manolo Carou y Magui Roldán, para que las sombras dejen de cernirse sobre mi corazón. La hermosa Graciela Ortiz surge, descendiendo por la calle Mon, tan bella como cuando bajaba por el Rosal de camino al mismo Paddock. Aprovecho un momento en que sale bastante gente del atestado Diario, para conquistar la barra y saludar a quienes trabajan tras ella, con la colaboración de Dani y Natalia, que ya habían tomado posiciones con la habilidad propia del pívot más incisivo, Felipe Reyes, claro. El Trío Calavera lo está bordando al fondo del local, tanto que alguno cree que Luis Salgado está pinchando. No, el “Jeremy” de Pearl Jam lo están ejecutando en directo, le digo a una atractiva mujer que no conozco y que buscaba un hueco en la barra donde hacerse con una cerveza. Capto al gran Salgado para una foto con nuestras copas de cava para la posteridad y pienso que resistir, siempre resistir y no doblegarse, es una de las lecciones de la vida que antes deberíamos aprender. Mil ciento noventa y siete kilómetros me separan de lo que pudo ser y ya no es. Ella dice que todo está en mi cabeza. ¿Y a dónde podría haber ido sin esa mente?
Con Dani y Natalia me escabullo del bullicio del aniversario en dirección al Serie B en la plaza Trascorrales. La sesión de Álex de hoy es demasiado bruta para mi petición: “Another girl, another planet”, de los Only Ones. El ambiente, a pesar de la caña, es muy tranquilo. Como esos contrastes de la primavera, esos altos y bajos que tanto nos desasosiegan. Como esas noticias tan inquietantes sobre la ciudad y su futuro. Tiempo habrá para pensar en todo ello, para observar el desarrollo de los acontecimientos. Quizás yo debiera hacer los mismo. Al llegar a mi casa, ya sin ganas de acostarme, me sirvo una copa de vino y pincho “Looking too closely” de Fink mientras espero que el amanecer de esta extraña primavera en Oviedo consiga vencerme hasta alcanzar el sueño, al fin.
MANOLO D. ABADPublicado en el diario "El Comercio" el miércoles 25 de mayo de 2016