TEXTO COLABORADORA MARÍA EN LA LUNA. Mis oídos despertaron ante el sonido indiscutible de la Quinta Sinfonía de Beethoven. Al instante mis ojos buscaron de dónde procedía ese divino ruido.
Era la primera vez que mi amiga Esther me invitaba a aquel cuchitril oscuro, extraño, decorado con imágenes y libros de los eruditos de toda la historia de la Literatura Universal. Para más precisión Kafka era el nombre de aquel local.
Miré al frente y allí encontré lo que me interesaba…una chica bastante más joven que yo de origen japonés que bailaba con los ojos al son de sus dedos, un piano y un grupo de personas, interesadas por la literatura y la música, con la boca abierta.
A mí no fue la boca lo que se me abrió de par en par, sino los recuerdos, mi pasado. La música de aquella Diosa del sonido me trasladó a momentos tan agradables de mi vida que por unos minutos olvidé quién era y por todo lo que estaba pasando. Durante una sinfonía de Beethoven volvía a ser feliz.
¿Cómo era posible que mi alma consiguiera limpiarse por un rato y tan sólo gracias a la música?
Llevaba seis meses trabajando para poder luchar contra mis fantasmas, mis pensamientos suicidas y mi sentimiento de culpa.Y hoy, después de medio año tras mi traumático y fatídico intento de quitarme la vida, allí estaba yo, entre desconocidos y feliz, muy feliz, gracias a la emoción que me transmitía una de esas desconocidas a través de sus dedos, de sus ojos, de su música.
Fue en aquel momento cuando supe que había llegado el principio del final de mi pasado. No tuve duda de que a partir de ese mismo instante comenzaría a disfrutar del placer de, por lo menos, uno de cada 100 momentos que merecieran la pena.
Tan simple, e importante a la vez, como eso. Sin embargo, antes tenía deberes que hacer…enfrentarme, aprovechando ese nuevo estado íntimo, a mis fantasmas y descubrir, por fin, qué me había llevado a tan catatónico momento de mi vida en el que perdí las ganas de vivir. Yo que tengo una gran familia que me apoya en todo, amigos que casi son como hermanos y la capacidad para amar a mi entorno, empezando por el clima que crea el romper de las olas del mar, su olor, su voz, su mensaje, y siguiendo por la luz de la Luna que me vuelve lunática, loca de pasión y cuerda en mis palabras.
Por lo tanto, aquí empieza mi relato. Compartiré con vosotros un testimonio que, empujado por mis dos inspiraciones: la luna y el mar, puede ayudaros a salir de estados parecidos al mío en estos meses. Porque hay veces que una fuerza mayor que tú te invita a pasar a un túnel en el que no encuentras la salida. Pero no os equivoquéis, los túneles siempre tienen una puerta por la que salir. Me gustaría demostraros que siempre hay camino, trabado por obstáculos difíciles de superar, pero tan largo como el infinito y tan satisfactorio como tú desees que sea.
Mi mensaje
L
a profundidad del océano te lleva al horizonte de tus pensamientos,limpia tus ojos cuando te mira.
Las olas del océano, que rompen bajo tus pies,
te susurran, te refuerzan, te solucionan y te hacen cosquillas, reír.
Tan sólo, tienes que perder diez minutos mirando a ese infinito
y cómo cada ola se descompone de una forma distinta.
Luego, cierra los ojos y empieza a soñar, serán los sueños más reales que hayas tenido jamás.
Ese tiempo no perdido, será tu mejor regalo.