Tal y como os contaba hace unos días, habíamos planeado que Rayo se quedase esta semana con sus abuelos. El viernes nos fuimos todos juntos rumbo a la playa y después de un fin de semana en familia tocaba el momento crítico, despedirnos y hacer realidad un gran paso: quedarse sólo con los abuelos sin papá y mamá.
Sobra decir que todos estábamos nerviosos. El niño anduvo estos días algo alterado, sin hambre, un poco acelerado. Reencontrarse con los abuelos después de varias semanas fue estupendo, los echaba de menos. Pero yo le notaba inquieto, él suele anticipar muchos nervios, dar muchas vueltas a las cosas. Ayer domingo se levantó muy nervioso, ni siquiera quiso desayunar, pero a medida que la mañana fue pasando se fue tranquilizando y cuando llegó el momento, no hubo dramas, no hubo lágrimas, sólo la promesa de vernos el próximo jueves e irnos a un pequeño parque de atracciones que hay en el pueblo.
Qué sensación más rara cuando cerré la puerta de casa, cuando me monté en el coche, cuando no vi su silla..... Me faltaba algo y me sigue faltando. Llegar a casa sin él no me ha gustado, no tenerle en la habitación de al lado, se me hace difícil.
La tarde la pasó muy bien con los abuelos, juegos, cena en familia, y cayó K.O. muy pronto, supongo que agotado después de un día muy intenso para él. Estoy deseando que se levante y me llamen para comprobar cómo está, y poder escucharle.
Creo que esta semana va a ser más dura de lo que en principio supuse. Cuento ya las horas para que llegue el jueves y pueda regresar con él.