Revista Cultura y Ocio

Primer testamento

Publicado el 25 enero 2018 por Rubencastillo
Primer testamento
Recorro las páginas de un denso tomo de memorias del catalano-hindú Salvador Pániker: se trata de su Primer testamento (Nuevas Ediciones de Bolsillo, Barcelona, 2000). Cosas que me gustan: su desparpajo expresivo y lingüístico, su facilidad para enlazar sucesos, su análisis quirúrgico de las personas, su gracia para las anécdotas. Cosas que me desagradan o me resultan lejanísimas: su constancia en los temas religiosos, su difusa verborrea filosófico-misticoide, la fijación con su hermano Raimundo. Eso sí: que quiten los “en base a” de las páginas 270, 307 y 360; y la mención de “una editorial del diario Arriba” (p.316). ¿La escena que más me ha impresionado? Pues aquella en la que, tras contar que se le murió un hijo por unas paperas que probablemente le contagió él a su esposa, añade: “Fue un niño que vivió 55 horas. Lo cual, comparado con la vida media de un mesón Pi, resulta un período bastante considerable” (p.351). Joder, vaya cuajo. ¿Insensibilidad, estoicismo, ironía escocida? Cualquiera sabe. Diré que, en conjunto, se me ha hecho liviana la lectura y he agradecido el caudal de sus comentarios.
“Invulnerable ya a fuerza de estar herido”. “Yo, en todas partes, sólo me reconozco a medias”. “Un místico es, ante todo, alguien que no cree en nada. Nada que sea simbolizable”. “Un buen maestro es alguien que contagia la impresión de que lo que está diciendo lo dice por primera vez”. “Toda espontaneidad es fabricada”. “Los aciertos humanos van por zonas. Cada cual tiene su terreno de juego”. “Nada que se pueda contar es realmente secreto”. “Sólo necesita gloriarse a sí mismo quien también se desprecia a sí mismo”. “Siempre se está en alguna servidumbre; pero hay grados, grados de lucidez y margen de maniobra”. “Usted ha conseguido la nada despreciable edad de seguir vivo”.

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