No os voy a revelar ningún secreto, pero esta primera semana ha sido un poco agotadora. Los tres primeros días los hemos pasado en el hospital, donde nos han tratado de lujo. Las matronas han estado siempre disponibles para echar una mano, para resolver dudas, para enseñarnos a tratar con el bebé.
Debo confesar que todo lo que hemos aprendido en las clases de preparación al parto nos ha servido para concienciarnos, pero no para aprender. Hasta que no hemos tenido a Bebé Fúturo en brazos y nos han dado pequeñas explicaciones, no nos sentíamos seguros con ello.
Todavía tengo mucho que escribir, pero no quiero tener la sensación de haber abandonado el blog. Como os podéis imaginar, ahora mismo mi mente está pendiente del siguiente reclamo de Bebé Fúturo y las entradas no iban a ser tan elaboradas como me gustaría, así que aquí dejo, de nuevo, un pequeño resquicio de cómo nos encontramos.
Todavía no ve, todavía sus carantoñas son impulsos por otras necesidades. Una sonrisa no es una sonrisa… ¡¡¡pero son tan bonitas!!! Cuando me despierto por la mañana agotada por una noche infernal entre sus tomas y sus reclamos y veo su carita… se me quitan todos los males.