Revista Diario
Ayer tuve la primera tutoría de Rayo con la profe de este año. Después de la mala experiencia del curso pasado, confieso que estaba intranquila en las primeras semanas de clase. Pero los niños no disimulan, y mi chico ha estado feliz desde el primer día. Aún así y después de que tuviéramos la reunión del trimestre, decidí que era un buen momento tener una charla con su profesora.
Carmen es una mujer joven, divertida, animada y con mucha conexión con los niños. Fue su profesora del educación física del año pasado y ya Rayo la adoraba. Cuando supo que sería su tutora este año daba saltos de alegría. Note el alivio en el niño cuando supo que no seguiría con el profesor del año pasado. La desmotivación fue el denominador común de la clase durante casi todo el curso. Por desgracia las familias nos dimos cuenta tarde.
Lo primero que me dijo Carmen al verme fue "qué notazas lleva Rayo, ¿eh?". Estaba claro que necesitábamos conocernos un poco mejor. Mi respuesta fue algo así como "bueno sí, están muy bien pero las notas no es lo que me interesa hablar contigo". Yo creo que ahí ella se relajó un poquito. De las primeras cosas que hablamos, y fui yo quien sacó el tema, es sobre que Rayo es muy exigente consigo mismo. Él no acepta una tarea a medias, una nota más baja de un 9 o no acabar a tiempo sus cosas. Quise que su profesora supiera que esa presión no era impuesta desde casa, muy al contrario. Nosotros somos los que de hecho frenamos esa exigencia, jamás le hemos presionado en ningún sentido. Pero, ¡el niño ha salido así!
Ella ha entendido perfectamente la personalidad del niño, sus necesidades y su emocionabilidad, lo cual me tranquiliza muchísimo. Ha captado a la perfección aquellas áreas donde él necesita más apoyo, y se lo está brindando. Por otro lado también se está adaptando a sus necesidades académicas. Por ejemplo, el año pasado sé que el niño acababa el trabajo de la asignatura que estuvieran dando y se quedaba mano sobre mano.... aburrido y entonces claro, enredaba. Este curso no, Carmen siempre tiene alguna actividad preparada para él y algunos compañeros que llevan un ritmo más rápido (que no quiere decir mejor, sólo más rápido) que sirva para reforzar lo que están trabajando en clase. ¡Ojo! no para avanzar, sino para reforzar, lo cual me parece fantástico.
Ni que decir tiene que yo he notado ya ciertos cambios en esta semanas de clase. No sólo ha mejorado aspectos tan de su día a día como la caligrafía, el cuidado del detalle, el no tener prisa por acabar los deberes aunque sepa hacerlos sin un sólo error. Sino que también se ve la huella de la profe cuando se repite a sí mismo que "lo importante no es acabar el primero, sino esforzarse en lo que uno hace e intentar mejorar siempre un poquito". Les está inculcando la importancia del trabajo y del esfuerzo y eso me encanta. Yo siempre le repito que no necesita ser el mejor, para estar satisfecho consigo mismo ha de tener claro que se ha esforzado todo lo que ha podido, esa será su mejor recompensa.
Fue una charla muy reconfortante, después de esto tengo claro que puedo despreocuparme, Rayo está en las mejores manos y ahora ya sólo debemos estar pendientes de hacer en casa nuestros deberes y ocuparnos de nuestro tiempo de ocio.
La enseñanza de nuestros hijos ha de estar apoyada en tres pilares básicos: familia, colegio y niño. La comunicación ha de ser abierta y fluida y si algo falla, el diálogo es vital para recuperar el equilibrio. Mi consejo es que si tenéis cualquier problema con un profesor o tenéis dudas sobre como trabaja con vuestros hijos o incluso no estáis deacuerdo en algo, habléis con el colegio, ya sea el profesor, la jefatura de estudios o dirección. Su deber es ayudarnos a las familias en la educación de nuestros hijos, ¡no lo olvidéis!