Aunque el grafismo siempre ha estado a cargo de la misma persona, ya desde el principio vamos a notar cambios con respecto a los primeros mockups aparecidos hace dos años. Ahora la acción ocurre de día, y nuestro intrépido explorador lleva sombra de barba en la pantalla de carga. Por lo demás, el espíritu es muy similar, encontrándonos ante una aventura plataformera con reminiscencias a clásicos como Rick Dangerous donde la exploración va a jugar un papel primordial.
Una pantalla de carga a la altura del juego
Los gráficos son sencillos pero están muy bien cuidados, aprovechando el colorido Mode 0 del CPC. Las animaciones del personaje y los enemigos son correctas y cuidadas, y el juego corre con total fluidez, permitiendo un buen control de nuestro protagonista. No en vano, algunos niveles están diseñados con un plataformeo exigente en mente que agradecen, y mucho, un buen control del prota. Los controles del juego son tan intuitivos y la mecánica tan sencilla que incluso sin manual de instrucciones he podido empezar a jugar rápidamente y sin grandes problemas.
El diseño de niveles es uno de los puntos fuertes de este juego. En 'El tesoro perdido de Cuauhtemoc' no vamos a encontrarnos con un juego lineal en el que avanzar, avanzar y avanzar. Por el contrario, a lo largo de nuestra aventura vamos a encontrarnos con muchos obstáculos que nos impedirán el paso. Cada obstáculo es de su padre y de su madre y la manera de superarlo es diferente; algunos requerirán que pulsemos un botón, otros necesitarán que obtengamos un objeto especial para superarlo sin sufrir daño, otros pueden destruirse... ¿Nuestro consejo? Si no puedes avanzar más, vuelve por tus pasos. Posiblemente has abierto otra parte del camino que nos lleva a una nueva zona donde obtener lo necesario para seguir adelante. Ojito con avanzar a lo loco, que alguna trampa puede atraparnos y acabar con nuestras vidas una detrás de otra, cual Abu Simbel cualquiera.
Toda aventura tiene un comienzo
Para complicar un poco más el asunto, los chicos de 4MHz han decidido enredar un poco más el 'paseo' con las plataformas. A ese respecto, no hay plataforma 'inofensiva' en el juego; cada una tiene su función y, aunque a primera vista pueda parecer que algunas están ahí de adorno, posiblemente llegues desde ellas a algún sitio inesperado. Sobre todo durante las primeras partidas, tocará hacer un poco de ensayo y error hasta estar seguros de no dejarnos nada por el camino.
¿Qué hace aquí esto?
Para hacernos con el tesoro tendremos que localizar cuatro orbes desperdigados por las 88 pantallas de las que consta el juego. Una vez obtenidos los cuatro orbes, nos queda la batalla contra el enemigo final. Si bien mentiríamos si dijeramos que el juego es fácil, la dificultad de 'El tesoro perdido de Cuauhtemoc' está perfectamente equilibrada, descubriendo poco a poco los diferentes secretos del juego, objetos con los que podemos interactuar, items y armas a nuestro alcance.
Visita la cueva para encontrar elementos importantes
De una manera tan progresiva que casi no te das cuenta, los enemigos van modificando sus patrones de movimiento y se van incorporando nuevos elementos a la aventura, como pueden ser plataformas móviles, que cada vez exigen más y más concentración por nuestra parte. En ningún momento da la sensación de estar ante un juego injusto. El juego nos va acostumbrando poco a poco a los nuevos retos, incrementando muy progresivamente la dificultad y la habilidad necesaria para seguir avanzando, permitiendo llegar cada vez más lejos con cada partida.
¡Más vale que no te duermas!
Hablando de los enemigos, estos son variados y muy bien animados. Algunos se irán repitiendo a lo largo de la aventura, cambiando patrones de movimiento. Nuestro intrépido explorador podrá contar con varias armas para acabar con lo que se ponga por delante, pero ojo, el tiempo verbal es correcto; de inicio vamos con las manos vacías, teniendo que encontrar tanto armas como munición. Ojito con gastar alegremente las balas o los cartuchos de dinamita, ya que su aparición a lo largo del juego es muy limitada y, sobre todo en el caso de los cartuchos, podemos quedarnos atascados si gastamos de más. Y por lo que más quieras, usa la cabeza cuando utilices la dinamita.
¡A por la dinamita!
La sensación general al ponernos a los mandos de este 'El tesoro perdido de Cuauhtemoc' es de estar ante un juego bien cuidado y mimado hasta los más mínimos detalles. Podemos apreciar este mimo en pequeñas cosas como dejar a nuestro personaje quieto durante un rato y observar lo que ocurre. Así mismo, el mapeado del juego dista mucho de ser monótono, pudiendo apreciarse diferentes ambientes como cuevas, templos, rios o una especie de jungla al ir avanzando por el juego. ¡Y no nos olvidemos de los secretos que nos iremos encontrando a lo largo del juego!
¿Unas gafas de buceo? Algo me dice que vas a necesitarlas...
Por último, pero no menos importante, destaca nuevamente el trabajo de McKlain en las composiciones musicales y efectos sonoros del juego, con una música de menu de corte épico y una melodia de corte más centroamericana que nos acompaña durante toda la aventura, a la altura que nos tiene acostumbrado el afamado compositor malagueño. Tanto efectos de sonido como música nos ayudan aun más a meternos en esta epopeya en busca de el tesoro perdido de Cuauhtemoc, completando un trabajo de ambientación excelente.
Algo me dice que de ahí no vas a salir bien parado...
En resumidas cuentas, si dejasteis pasar la oportunidad de haceros una copia durante la campaña de Verkami de la enciclopedia homebrew, haréis bien en morderos las uñas de impaciencia hasta que las buenas gentes de 4MHz tengan a bien liberar el juego para su descarga gratuita. Mientras tanto, os dejamos con unas capturas de pantalla.
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