Revista Diario
Yo suponía hace meses que no tendría que hablar de rabietas hasta que el bebito cumpliera dos años (y ya no fuera bebito... tendré que buscarme otro apodo para él, ¡admito sugerencias!).
Me estaba engañando a mi misma. Mi hijo demostró su carácter desde recién nacido, primeramente negándose a comer. Como ya conté, mi hijo no fue de esos que cuando probó el biberón se tiró a por él como un desesperado muerto de hambre. No, mi hijo se negaba a alimentarse y cada toma de teta o de biberón era una lucha en la que se revolvía (increíble la fuerza para un recién nacido), movía la cabeza, cerraba la boca con fuerza, escupía el pezón o la tetina...
De ahí en adelante no ha dejado de demostrar que tiene bien claras sus preferencias y no va a dar su brazo a torcer. Cuando empezó con los gritos a los 5 meses debí olerme por dónde iban los tiros, pero aún así preferí pensar que esa etapa quedaba lejos.
Sea como sea, aquí estamos, con un bebito que se coge una buena perra cada vez que no haces lo que él quiere. Fundamentalmente:
- Cuando vamos caminando de las dos manos, él dirige. Si en algún momento le impido avanzar porque es peligroso lo que quiere hacer o dónde quiere ir, se lanza al suelo hacia atrás, arqueando el cuerpo, muy violentamente, mientras llora y grita como un poseso. Ya se nos ha dado dos cabezazos contra el suelo por este tipo de rabietas, son tremendas.
- Si le cojo en brazos y no quiere patalea y agita los brazos mientras comienza el llanto. Le he visto incluso algún amago de darme palmotazos.
- La cuna, salvo contadas excepciones, no quiere ni verla. ¡Quien le ha visto y quien le ve!. En cuanto ve que le llevas ahí, ya está llorando y arquea el cuerpo tan violentamente que a veces me cuesta sujetarle. Claro que si no quiere dormir, hace lo mismo cuando intento tumbarle en la cama conmigo.
- Si le intentas sentar cuando él no quiere, se pone rígido y forcejea todo lo que puede, mientras llora a pleno pulmón.
- Parece que le ha cogido trauma al cambiador, pienso que fruto de tantas visitas a la pediatra y a urgencias en tan poco tiempo. Nada más verlo se pone a llorar y muchas veces se resiste muchísimo a que le cambie de ropa o los pañales.
- Cuando se despierta antes de tiempo, sea por la noche o durante la siesta. Se coge unos cabreos tremendos que hasta se priva.
- Cuando está muy cansado pero no consigue dormirse, se pone que no sabe si quiere brazos, suelo o nada. Le cojo, se revuelve. Le dejo en el suelo, se lanza de cabeza contra el parquet (a veces he pensado incluso que busca lesionarse a propósito porque claramente se lanza, no es que se caiga), normalmente hacia atrás (más peligroso todavía). Como no le cojo, se pone en posición de gateo y no consigue avanzar del cabreo que lleva. Este tipo de berrinche es el más aparatoso de todos, sin duda.
Hay veces que le miro en plena rabieta y no sé qué hacer. No es que no sepa qué hacer, es que me cuesta trabajo creer que ese bebito tan risueño y tan lindo sea el mismo que parece haber perdido la cabeza sin motivo aparente. No me he acostumbrado todavía.
Normalmente se calla en el acto si le cojo y le achucho. Alguna vez he salido de la habitación y también ha cesado de inmediato. Aunque otras veces me ha seguido gateando por toda la casa, llorando a lágrima viva. Eso sí que da penita, ¡se me parte el corazón!.
Creo que tenemos por delante mucho camino por recorrer... ¡y muchas anécdotas que contar en el blog!.