Ya empiezan a surgir la invasión de calabazas. No las del mercado, hablo de las que aparecen en los escaparates de todo tipo de tiendas y en la publicidad tanto física como digital. Todo se tiñe de naranja calabaza. En España, es como una epidemia desde finales de los 90. ¿Una fiesta en la que disfrazarse y pasárselo bien? La adoptamos rápidamente.
El uso de calabazas en Halloween tiene su origen en una antigua leyenda irlandesa llamada Jack-o’-lantern, que está relacionada con el folclore celta. Según la leyenda, un hombre llamado Jack , engañó al diablo varias veces y, cuando murió, no fue aceptado ni en el cielo ni en el infierno. Como resultado, fue condenado a vagar eternamente por la Tierra con solo una brasa dentro de un nabo hueco para iluminar su camino en la oscuridad.
Lo habéis leído bien. Un nabo.
Originariamente, se tallaban nabos o remolachas y se iluminaban para ahuyentar los malos espíritus en la noche de Samhain, ya que según la creencia celta, esa noche, los espíritus podían cruzar al mundo de los vivos.
¿Qué puede haber más terrorífico que un nabo con una vela dentro? Pero claro, cuando la tradición llegó a América se encontraron con las calabazas de temporada, abundantes, grandes, de un color vibrante y brillante y , sobre todo, fáciles de tallar.
Y así, el nabo fue relegado al olvido, mientras la calabaza se coronaba como la reina indiscutible de Halloween.
Hoy en día, tallar un nabo parecería de un Halloween “alternativo” cuando, en realidad, es el más cercano a la verdadera tradición. Aún se pueden encontrar nabos y remolachas talladas en zonas rurales de Irlanda y Escocia para la fiesta del Samhain.
Y, por si no apetece tallar , una crema de calabaza y nabo, siempre puede ser una opción.