Quien lleve su infancia consigo, permanecerá joven para siempre (Abraham Surzkevery)
El devastador paso de cuatro de las hermanas Brontë por Cowan Bridge, un sórdido internado para hijas de clérigos que luego Charlotte retrataría con extrema fidelidad en Jane Eyre, su obra maestra, se saldó con la muerte de las dos chicas mayores, de tan solo once y diez años, Maria y Elizabeth.Las afligidas supervivientes, Charlotte (ahora la mayor) y Emily, regresaron a la rectoría donde vivían con su padre, su tía y sus hermanos Branwell y Anne. El libre acceso a la biblioteca de su padre y su pasión por la lectura les llevó a crear mundos imaginarios que plasmaron en papel, ocupándose de los más nimios detalles. Charlotte y Branwell inventaron Angria, y Emily y Anne erigieron Gondal. La inspiración fueron doce soldaditos de madera que Branwell recibió de su padre. Charlotte puso nombre a cada uno de ellos y los cinco comenzaron a escribir historias. Los libros estaban escritos en letra minúscula y perfecta, ¡del tamaño de los soldados!La cultura que tenían las niñas y su hermano apenas la podemos imaginar de tan inmensa para su corta edad, pero yo entiendo perfectamente eso de refugiarse en otros mundos cuando el tuyo se vuelve hostil.Si siempre me gustó leer y escribir, tras la muerte de uno de mis hermanos en un accidente de tráfico la sucesión de cuadernos llenos de historias fue constante. Siempre hacía una página de texto y otra con un dibujo. Para mí unas hojas en blanco eran la posibilidad de reflejar en ella lo que me contaba por las noches para quedarme dormida, lo que imaginaba sentada en mi habitación, en los momentos en los que debía estar haciendo los deberes. Escribía a todas horas, pero sobre todo en el recreo, mientras el resto de las niñas se sentaban en corro o jugaban al rescate (a los chicos del fútbol no había quien les sacase). Algunas de mis amigas venían a examinar mis creaciones, acostumbradas a verme en un rincón boli en mano, y muchas me pedían los cuentos, motivo por el cual muchísimos de ellos no están en mi poder actualmente.También regalaba muchas de mis historias a la familia y a las amigas de mis hermanas mayores, que se morían de risa y de ternura, especialmente con Sapitón, mi revista. De Sapitón saqué un número considerable de ejemplares durante varios años, pero la mayor parte de ellos se ha perdido porque me los compraba la gente a 25 pesetas (mismo dinero que recibía por hacer media hora de cosquillas a mis hermanas mientras veían la tele). En ella hablaba de mis series favoritas (Falcon Crest y V sobre todo, me fascinaban), películas (Superman, Grease) escribía seriales que continuaban en el siguiente número, me inventaba entrevistas (incluso tengo una a Isabel Pantoja que he conservado, ya os la enseñaré) y dibujaba posters (mítico el de Angela Channing).Mi prima rescató hace poco este cuaderno de una historia inconclusa escrita cuando tenía diez años. Aquí os la dejo como aperitivo a otros recuerdos que iré escaneando si me permitís este viaje al pasado.