
Los hemos visto más persas.
Como antes habíamos comentado, al principio un precioso mapa de Mesopotamia nos enseña cómo de inmenso era el imperio de PERSIA (que lo ponen en mayúsculas, para que nadie se pierda). Ahora, no sabemos de quién, simplemente eran persas y punto, que de eso no va la película. Al parecer ni Ciro ni Cambises pasaron el casting, y Xerxes tenía contrato permanente para hacer de mamarracha con los de 300. Pero como bien hemos dicho, de Historia no va el film, así que Disney lo arregla simplemente colocando un rey con dos hijos y un hermano con malas pulgas.El primer elemento persa lo encontramos ahí, en el hermano que es malo, porque nada más aparecer en pantalla tú piensas “este hombre bueno, bueno no es”. El personaje se llama Nizam, igual que el visir y erudito Nizam al-Mulk (1018-1092), uno de los personajes más importantes y poderosos de la Persia medieval. ¿Lo sabía Disney? En el aire queda. El caso es que ese personaje ha sido el germen de todos aquellos visires “no tan buenos” que la literatura y el cine han producido después, por lo que Disney se sube a este tren, al Orient Express de los villanos (que debe de conducirlo Jaffar, porque Ben Kingsley y el villano de Aladdín tienen prácticamente la misma pinta). Hay otros tantísimos nombres persas en esta película, empezando por el del protagonista, Dastan, que es como llamar a tu hijo “cuento” o “fábula”, porque el dastan es una manera de contar historias. Tamina coge su nombre de una de las princesas más famosas del Šāh-nāmeh, el poema épico de los iranios; Tus es el nombre de la ciudad donde nació el autor de este poema; Sheik… un momento, Sheik es árabe. ¡Oh, no! ¡Disney tampoco sabe que Arabia y Persia son cosas diferentes! ¡Ya estamos mezclando churras con merinas! Volvemos a proponer aquello de Prince of Orient, que es mucho más acorde.Hagamos un llamamiento al sosiego, ya ha quedado claro que lo que esta película pretende no es hacer historia (todavía no los ha poseído el espíritu de Riddley Scott). Así que si uno es capaz de tragar ese mezcladillo de encurtidos orientales y disfrutar de la aventura, tampoco está mal.Ahora, hubo una cosa que nosotras sí que no pudimos tolerar. El colmo de lo absurdo. Resulta que la película empieza con los ejércitos persas (¿de dónde han sacado los camellos?) poniendo sitio a la “ciudad” de “Alamût”, donde la princesa Tamina y su elenco de guapas están custodiando las Arenas del Tiempo. Ojo al asunto. “Ciudad” y “Alamût” en la misma frase. Vamos a volver un momento sobre esto. Cualquier curioso o curiosa que teclee en Google la palabra “Alamût” se va a encontrar con abundante información, no toda excesivamente contrastada, acerca de este mito internacionalmente conocido. La Fortaleza de los Asesinos. Y sí, remarcamos lo de “fortaleza” porque hasta la misma Wikipedia dice que Alamût estaba escondida en el pico de una montaña, y que hasta que no llegaron los mongoles con Hülegü a la cabeza (señor con mal carácter, por cierto), aquello fue inexpugnable y temido en toda Mesopotamia. Esos sí que tuvieron a su mundo contra las cuerdas, los Hassasshini, asesinos y soldados adictos al hachís y con una fe totalmente ciega hacia su líder, el Viejo de la Montaña.Empecemos por aquello de que Alamût, que para más inri significa “Nido del águila” se suponía oculto entre las montañas por las que pasaba el Šāh Rud, un caudaloso río. Oculto. Montañas. Fortaleza. Alamût en Prince of Persia está en medio de una llanura. Plana totalmente. Y con una torre que ni la de los aeropuertos, para que se vea bien, de lejos. ¿Para conquistar Alamût? Todo recto, allí donde el obelisco de Nefertari puesto en medio del prado. ¿Es que en Disney no les dio para leerse la Wikipedia? Ya quisieran los de los camellos haberle puesto sitio a Alamût.
Ahí, ahí, que se vea de lejos. Les falta el cartel de "you are here".

Mirad a Reptile haciendo un cameo,
qué majo con el turbante.
En colaboración con Ad Absurdum:

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