Ya tiene 5 años y es cursi, caprichosa, con voz de pito, siempre vestida de princesa rosa y con el pelo hasta el culo de largo. Gritona, arisca, repelente y mentirosa. Con ese puntito que diferencia una trastada de niña de 5 años con una cabronada en toda regla. Un joyita de criatura. Creo que Currita suma más momentos de enfado y llanto a su lado que contenta.
Así pero de verdad
La cosa es que, como ya son tres años sumando cabronadas y conteniendo las ganas de tirarla al agua o decirle al oído la procedencia de los regalos de Navidad, por fin el otro día la vida me concedió un momento de satisfacción.Las dos niñas jugaban juntas a dar vueltas con las bicis alrededor de la piscina. La princesa rosa en cuestión le pidió a Currita que la empujara para tratar de ir más rápido, así que mi niña se bajó de su bici y empujó la suya con tal fuerza que de repente toda la piscina escuchó:- ¡¡¡No me empujes tan fuerte que me cagooooo!!! ¡¡¡Noooooo!!! ¡¡¡Que me cagooooooo!!!
¿La princesa rosa se caga? Nooooo….Tengo que explicar que es americana y chapurrea un poco de español. Y claro, en este caso sólo le faltó la letra “i” para no cagarse.Y no sé si porque mi niña es buena, o porque se dio cuenta de las carcajadas del personal, le dijo:- ¡¡¡Qué no se dice me cago, se dice me caigo!!! Una pena, con lo que estaba disfrutando…