Ayer 23 de abril en Catalunya celebramos la festividad de Sant Jordi! Es el día de la rosa y el libro! Es un día especial, pues en él celebramos el Día de los Enamorados, pues ellas regalan un libro a su amado y ellos, una rosa! Por todo ello, la ciudad se llena de puestos en que se venden miles de rosas y libros. En un día primaveral, las calles se llenan de gente que pasea mientras curiosean las paradas de libros y de rosas…
Cuenta la leyenda que Sant Jordi salvó a la princesa cautiva por un malvado dragón que la acechaba. Y hace no mucho escribí un relato en el que cuento -modificando a discreción el relato histórico- como la princesa permanecía cautiva de un dragón, que para mí representa sus propios miedos y sombras, hasta que el amor de su amado príncipe la libera de ellos. Y es que el amor no tiene más enemigo que esos miedos que habitan en nuestro interior! Y solo el amor puede disolverlos y liberar a quien vive presa de éstos!
No son miedos ajenos ni malvados en sí, sino son esos miedos que habitan en nuestro corazón y que nos privan del amor que todos buscamos y merecemos! Y el valiente caballero libertador no es alguien que lucha contra el temido dragón con su espada, su armadura y su escudo, sino con la fortaleza de su amor, arma invencible donde las haya!
Pero en el citado relato, añado que, una vez liberada la princesa de su opresor, el tenaz caballero halla un rosal, del que arranca la más bella rosa roja para ofrecérsela a su amada princesa. Y, al hacerlo, se pincha con las espinas que hay en el tallo de cualquier rosa! Y es que muchas veces para alcanzar el amor debemos enfrentarnos a un temido dragón llamado miedo a nosotros mismos, pero aún después, a esas espinas que muchas veces utilizamos para protegernos de los demás! Porque el amor no es siempre algo fácil de vivir ni nuestra libertad viene de la mano de un apuesto caballero, razón por la cual muchas veces nos contentamos con solo soñarlo. Para llegar a él -aunque seamos valientes caballeros- debemos superar la prueba de acercarnos a un ser amado que se protege tras una personalidad -una armadura- algunas veces difícil de franquear, incluso hiriente…
Esta es mi particular versión de la leyenda de Sant Jordi. Como ves, una propia leyenda sui generis en la que relato las dificultades que encontramos en nuestra incesante búsqueda del amor que siempre hemos soñado! Y es que pocas princesas -por rosas bellas que parezcan- muestran su amor y lo comparten con quienes acceden a ellas. Y es que el amor exije valentía y perseverancia, pues aunque brota del corazón, demasiadas veces lo ocultamos a los demás, por miedo a ser heridos…
Seguirá…
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