Princesas versus piratas corresponde a la disyuntiva de los juegos infantiles dependiendo del sexo. Salvo contaditas excepciones, a medida que crecen las niñas se van haciendo irremediablemente cursis y los niños aceleradamente brutos.
Pocos niños se interesan por el ballet clásico a los 8 años. Y aunque haya un número creciente de niñas que quieren jugar (y juegan) al fútbol, siempre es a costa de ser mal consideradas por compañeros y familias.
Los roles sexuales se aprenden en el entorno y el peso cultural es extraordinario. Probablemente no queda más remedio que aceptarlo porque de otra manera puede uno acabar enfrentándose a irracionalidades poco discutibles, consagradas por la tribu y ampliamente aceptadas. Mejor no meneallo…
Pero eso es en el juego, o en los juegos. Aunque sea cuando se juega a “papás y mamás”.
Lo que me resulta inaceptable es establecer diferencias de sexo en la formación escolar, en los colegios. Aún no he encontrado un argumento convincente de las ventajas de separar a los niños y las niñas en los colegios o en las clases.
Aunque estaría dispuesto a acoger aquí alguno, si lo hay.
X. Allué (Editor)