Revista Opinión

Principal objetivo: ¿matar a Podemos?

Publicado el 27 julio 2019 por Monetarius
Principal objetivo: ¿matar a Podemos?

Principal objetivo: ¿matar a Podemos?

Quien paga, manda

En España, la investidura la dirige el candidato a Presidente de Gobierno, que es a quien le corresponde la iniciativa. Es él quien debe hablar con los grupos, negociar los apoyos, pactar programas y leyes. En la lógica parlamentaria, se presupone que vas a la sesión de investidura con los deberes hechos. Si te presentas a la sesión de investidura sin los apoyos necesarios, lo que buscas no es la Presidencia del gobierno sino el maldito relato. Vivimos en una sociedad donde la política ya no la rige la ideología sino la narración. Por eso nadie sabe quién es el responsable de ideología o programa del PSOE pero todo el mundo conoce a Iván Redondo. Fracasa rotundamente Pedro Sánchez, que solo ha sido capaz de ganar un voto, pero hay solo un objetivo: culpar a Podemos. No al PNV, a ERC, a Compromís, a Ciudadanos, al PP o al PSOE: a Podemos y, más en concreto, a Pablo Iglesias.

El PSOE se puede permitir esos juegos porque cuenta con apoyos. ¿Cómo es posible que en la rueda de prensa de la Vicepresidenta Carmen Calvo después del fracaso de la investidura ni un solo periodista -¡Ni uno solo!- le preguntara por la manipulación del documento de Podemos que salió de la Vicepresidencia. Era muy fácil: "Vicepresidenta: ¿qué explicación da de que desde su despacho se manipulara el documento de propuestas de debate de Unidas Podemos para filtrarlo a la prensa como "exigencias"? ¿Quién lo manipuló? ¿Por qué filtraron a la prensa un documento falso? ¿Va a haber alguna dimisión? ¿Qué buscaban con esa filtración? Quien paga, manda.

Preparar el fracaso y ganar tiempo

Sánchez ha perdido dos veces una investidura de gobierno. Porque las dos veces no hizo los deberes. En la sesión del jueves, Pedro Sánchez solo ha logrado un voto más allá que los de su propio grupo. El del partido de Revilla. Es un bochorno. No ha convencido ni al PNV ni a ERC ni a Compromís, entre otras cosas porque no quiso prácticamente ni hablar con ellos. Y no les ha llamado porque sabía que esos grupos iban a votar en las misma dirección de Unidas Podemos. Pero por una mínima señal de cortesía, Sánchez debiera haber hablado con los grupos parlamentarios a los que les iba a solicitar el voto o la abstención.

Con Unidas Podemos sí ha hablado, pero tarde y mal. ¿Por qué no han hablado del gobierno de coalición Unidas Podemos y el PSOE en los ultimos dos meses? Al corresponder la iniciativa al PSOE, la respuesta es evidente: porque Sánchez tenía otros planes. Basta ver la cara de desolación de los diputados de Unidas Podemos al final del debate y las risas y cara de alegría de Carmen Calvo, Sánchez y Borrel poniéndose de pie en sus escaños cuando la mascarada había terminado.

El PSOE ha vuelto por donde solía y Sánchez no aprendió nada bueno de su castigo

En orden de interés, Sánchez quería una abstención de Ciudadanos. Si eso fallara, una abstención del PP. Si ese plan naufragaba, Sánchez quería ir a elecciones, pero echándole la culpa a Unidas Podemos y, en concreto, a Pablo Iglesias. Por eso la presión diciendo que Pablo Iglesias era el principal problema para un gobierno de coalición. Cuando Iglesias dio un paso al lado, el PSOE se quedó sin su bien más preciado: el relato. Por eso llamaron a negociaciones. A dos días de la investidura. Es una tomadura de pelo. Sánchez quería ganar tiempo para intentar recuperar su storytelling y convencer a los cuatro millones de votantes de Unidas Podemos de que Iglesias, incluso habiendo hecho el esfuerzo de retirarse, era el culpable de todos los males del universo. El grupo PRISA y la Sexta le ayudarían en reconstruir el marco. Aunque después de ver la rueda de prensa de Carmen Calvo, parece que los apoyos crecen salvo en Publico.es y eldiario.es.

Unidas Podemos, aun sabiendo que el deseo máximo del PSOE es la desintegración cósmica de Podemos, tenía que negociar un gobierno de coalición porque es lo que queria y quiere una mayoría de este país. Pero quizá ha ido a la negociación con ingenuidad. Los 140 años de historia del PSOE sirven, entre otras cosas, para saber hacer muchas trampas. Como cuando, qué fatalidad, dos diputados del PSOE se equivocaron en la votación de RTVE a favor del PSOE. Por cierto, Rosa María Mateos sigue de Presidenta "interina" de la radio y televisión pública. Entre las trampas, está lo que hemos señalado: que la Vicepresidenta del Gobierno manipuló los documentos que le mandó Unidas Podemos para la negociación para poner arriba "exigencias" y presentar a los morados como intransigentes. Una Vicepresidenta del Gobierno haciendo trampas de colegio. Y así, de paso, intentar dinamitar las discusiones. De la misma manera, se ofrecían simultáneamente ofertas que se rechazaban -por ejemplo, Sanidad y cultura- y en el "relato" se han presentado de manera conjunta como si se hubiera ofrecido todo a Unidas Podemos. No se rechazaba sino los pares o tríos -a veces incluso un solo Ministerio- que se presentaban como ofertas cerradas. Más trampas.

¿Debía haber aceptado Unidas Podemos la oferta del PSOE?

Si Unidas Podemos hubiera aceptado la supuesta oferta del PSOE hoy muchos estarían más contentos y tranquilos. Es un sentimiento absolutamente comprensible. Los políticos habrían hecho los deberes y la ciudadanía que pudiera se iría a la playa. Casi todos podríamos estar pensando en otras cosas y esperanzados de que, por fin, algo nuevo irrumpía. ¿Se han equivocado los negociadores de Unidas Podemos? ¿El acuerdo era real o un espejismo? ¿cuánto nos duraría la alegría? ¿Les ha engañado el experimentado PSOE? ¿Han triunfado las desconfianzas entre los dos partidos?

No olvidemos que, antes de empezar a hablarse, ya el PSO amenazó, en boca de Ábalos y de Lastra, con nuevas elecciones. El chantaje vino previo a cualquier intercambio. Con la cerrazón absoluta del PSOE que solo quería gobernar en solitario y con la exigencia de que Pablo Iglesias se quitara de en medio. Y para rematar, al tiempo que se negociaba, Sánchez pedía la abstención a Ciudadanos y al PP. ¿Iba a superarse ese contexto tan belicoso en 48 horas? Los negociadores de Unidas Podemos ¿podían ignorar tantas faltas de respeto del PSOE? ¿No es normal que se sentaran a la mesa llenos de suspicacias? Pensar que un acuerdo de gobierno en la cuarta economía del euro es una cosa tan sencilla es lógico pero irreal. Aunque las muchas ganas nos hagan desear el deseo.

La única oferta real del PSOE fue la expresada en el debate de investidura después de que filtraran un documento manipulado. No son muchas garantías para fiarse. ¿Se pacta así un gobierno en la cuarta economía del euro? Es algo peor que intolerable. PSOE old style.

Lo que más confusión creaba es que nada de lo que se ha ofrecido tenía contenido real ni dotación presupuestaria más allá del título del departamento. Negociar en 48 horas es un disparate. ¿Debiera Unidas Podemos haber aceptado la oferta del PSOE? La decisión no era sencilla. Si Unidas Podemos lo hubiera hecho, hoy tendría una Vicepresidenta y tres Ministerios y tendríamos gobierno de coalición. Suena realmente bien y podría pensarse como un buen punto de partida. Aunque fuera para el fracaso.

Pero también podría decirse: Unidas Podemos ya tiene sillones. ¿Para hacer qué? Al lado de un PSOE que ha regresado por donde solía. Que ha pactado el nombramiento como Presidenta de la Comisión a Van der Layen junto a la derecha, los liberales y los social-liberales, más el entusiasta apoyo de la extrema derecha húngara y polaca. Del PSOE que quiere en el FMI a una neoliberal y que pactó con PP y Ciudadanos quitar más derechos en el Pacto de Toledo. Del PSOE que no ha querido publicar la lista de la amnistía fiscal. Del PSOE que prometió derogar la reforma laboral del PP y no lo ha cumplido. Del PSOE que no ha querido limitar el precio de los alquileres ni dotar de presupuesto a la lucha contra la violencia machista ni para la dependencia.

¿Quién no quiere un gobierno de Unidas Podemos?

Quitarle hierro al auge de la extrema derecha sería un delito. Pero no nos engañemos: la extrema derecha es el plan B del capitalismo en crisis. Y basta ver los intentos de Albert Rivera de imitar a Trup y a Salvini para saber dónde está el peligro real.

El PSOE ganó las elecciones en parte por el miedo a VOX. Esa ha sido su principal baza. Y la usa como ha usado siempre el PSOE el miedo a la derecha para justificar y exigir el "voto útil". ¡Que viene el doberman! Y con esa amenaza siempre ha pretendido situar en el precipicio todo lo que estuviera a su izquierda. Anguita era un mesiánico, Gerardo Iglesias un vividor -ambos de los pocos políticos que han regresado a su trabajo- mientras Felipe González pactaba con el Jordi Pujol del 3%. El PSOE solo sabe justificar por qué hay que votarles con un discurso del miedo. En ese se parece muchísimo a la derecha.

Creo que el PSOE nunca ha querido un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Porque no lo quiere la CEOE -dirigida por las grandes empresas, no por las PYMES ni los autónomos-; no lo quiere la banca, especialmente el indultado Banco de Santander y el protegido BBVA; no lo quieren los que buscan seguir comiéndose la parte del león de los presupuestos del estado vía deuda; no lo quiere la monarquía, ni la de Juan Carlos I ni la de Felipe VI; no lo quiere el neoliberalismo imperante en Bruselas; no lo quieren las empresas energéticas; no lo quieren las direcciones de las principales empresas de medios de comunicación; no lo quiere el sector ultra de los cuerpos y fuerzas de seguridad -los que nunca dijeron nada de Villarejo ni de Billy el Niño-; no lo quiere la Internacional Socialista ni el club Bildelberg ni la Trilateral ni los que se juntan en Davos para diseñar el mundo. No lo quieren tampoco los que tienen planes personales sabiendo que van a ser mejor tratados por los medios y no lo quiere una parte de España que ha comprado el discurso del miedo después de décadas de adoctrinamiento. El "poder", ese que quiere a las mayorías en España de rodillas y calladas, no quiere un gobierno de coalición de izquierdas en España.

El objetivo de Pedro Sánchez era acabar con Podemos demonizando a Pablo Iglesias. Perdió el libreto cuando Iglesias se puso de lado. Anduvieron dos días descolocados. Ahí estuvo la intervención brillante de Iglesias que dejó planchado en su asiento a Sánchez que, por vez primera en la historia de la recuperada democracia, no terminó la réplica en un debate de investidura. Pero los que mandan no iban a dejar que Podemos se saliera con la suya. Sabían que el relato, que lo construyen los medios, iba a estar de su parte. ¿Tenía que haberlo previsto Unidas Podemos?

¿Cierre de ciclo?: soluciones contra la depresión de los votantes honrados

Se está cerrando el ciclo abierto por el 15M, aunque la desaceleraciéon de la economía promete reeditar un nuevo ciclo de protestas. ¿Cómo cerrar ese ciclo? Cerrarlo con la entrada de Unidas Podemos en el gobierno suena atractivo. Pero no es cierto. ¿De verdad nos vamos a creer que se puede cerrar un pacto de gobierno en 48 horas y con un acuerdo de dos hojas? ¿Nos hemos vuelto idiotas? ¿Alguien cree que se hacen así los gobiernos en un momento en donde los poderes que mandan en la Unión Europea se juegan el fin del modelo de recortes? Unidas Podemos tendría sillones y, en dos meses, también a los movimientos sociales en la puerta del Ministerio protestando por la falta de avances: ¡Por qué cogisteis los Ministerios si no podíais hacer nada! ¡Sólo os interesaban los sillones!

Quedan dos meses para la segunda investidura. El PSOE ha dicho que da por cerrada la puerta de las conversaciones con Unidas Podemos. ¿Por qué? ¿Porque así tiene brindada la excusa para pactar con la derecha o convocar a nuevas elecciones? Pedro Sánchez no tiene argumentos de peso, salvo la soberbía, para no seguir intentándolo. ¿Falta de confianza? De momento, los únicos que han mentido han sido los del PSOE, en concreto Carmen Calvo, filtrando un documento a la prensa manipulado por ella misma, y Adriana Lastra diciendo que habían ofrecido Ministerios que nunca ofrecieron. (Les dije a los compañeros de Podemos: blindad las conversaciones y tened cuidado que van a salir diciendo a los medios cosas que no son verdad. Y así ha sido. Es lo que tiene pactar con un partido de 140 años). Si dos no hablan es porque uno no quiere. Y las bases del PSOE y sus votantes deben exigirle al PSOE que retome las conversaciones.

Está en el aire un gobierno a la portuguesa, con gobierno en solitario del PSOE y apoyos puntuales desde fuera del gobierno. Con el PSOE con 123 escaños y la derecha con 147. Es ingénuo cuando no tramposo, y solo sirve para que el PSOE pacte con la derecha todas las cuestiones económicas, incluido un nuevo golpe a los pensionistas y a los trabajadores, y con Unidas Podemos alguna promesa para el 2030 sobre cambio climático. Cuando el PSOE no cumpla ninguna de sus promesas ¿qué tiene que hacer Unidas Podemos? ¿Hacer una moción de censura con la derecha? En España, el gobierno a la portuguesa, que es útil en el páis vecino, solo sirve al régimen. El PSOE va a hacer chantaje por ahí. Y Unidas Podemos tendrá otra vez que tomar una difícil decisión. La declaración de Izquierda Unida en esa dirección hay que entenderla más como una cesión a los grupos internos que prefieren vivir en la pureza del dogma antes que mancharse las manos gobernando. Viejos problemas repetidos de la izquierda.

Está en el aire una abstención forzada con malas artes con Ciudadanos -quizá sin Rivera- o con el PP -amenazado Pablo Casado por Feijóo-. Y volveremos a la casilla de salida de hace cinco años. Por fin, una gran coalición entre el PSOE y la derecha como en Alemania.

Un objetivo democrático: no regalemos al poder lo que más desea

Con una gran coalición entre el PSOE y la derecha, el fin de ciclo del 15M será entonces una especie de eterno retorno. Otra vez a los recortes, al trabajo precario, a las privatizaciones, al empeoramiento de las pensiones, a las leyes mordaza, a los golpes a la plurinacionalidad, a las sospechas sobre las mujeres, a la manipulacion mediática. Y todos nosotros más cansados y con golpes de cinco años sobre las espaldas. Pero también más experimentados y menos ingenuos. Sigo pensando que el principal problema de Podemos es haber fracasado en organizar el partido, en su implantación territorial, en sus órganos colegiados, en haber creado los espacios de deliberación propios de un "partido-movimiento". Y sigo pensando que lo mejor que le ha pasado a la democracia desde la muerte del dictador ha sido Podemos. Porque desde que existe Podemos la democracia en España es otra, un poco mejor. Y por eso el objetivo del poder durante estos cinco años ha sido acabar con Podemos. Disparando, uno por uno, a sus líderes, con la pieza mayor de Pablo Iglesias marcada como el objetivo final de esa lista. Nunca ninguno de los grandes problemas en España lo ha arreglado nadie que no haya sido el pueblo. Están pendientes todas las exigencias del 15M: reforma de la ley electoral, castigo a los corruptos, fin de los privilegios políticos, transparencia democrática y mayor participación, democracia económica, vivienda, empleo, servicios públicos de calidad, control de los bancos.

El obstáculo para que esas demandas salgan de la agenda es Podemos. Y sin embargo, Unidas Podemos tiene la obligación de hacer lo imposible para llegar a un acuerdo con el PSOE. Incluso plantándose en la sede de Ferraz hasta que les reciba. Que nadie dude de la voluntad de acuerdo. Lo más difícil se hizo en su día: el acuerdo de presupuestos. Si se cruza ese acuerdo con las propuesta últimas del PSOE y la de Unidas Podemos, habrá gobierno de coalición. En agosto, no en septiembre. No hace falta ponérselo más difícil a ERC que tendrá más presiones para no apoyar si la sentencia del proces pone cuesta arriba las relaciones con el Estado. El PSOE debiera hacer lo mismo. Y no jugárselo todo a una narración ganadora que le permita cualquier suerte de gran coalición.

El relato, el maldito relato, estará machaconamente en los medios pero también en la cabeza de cada uno de nosotros y nosotras. Si creemos a los mentirosos, terminaremos odiando a las víctimas y amando a los verdugos. Por ejemplo, repartiendo culpas. Presionemos para que hablen. Es mucho más importante que llegar a un consenso sobre los culpables. Si regalamos el relato a los que no quieren gobierno de coalición, nos habremos dejado derrotar y regresarán los mismos fantasmas que nos convocaron a las calles el 15M. Llevan cinco años con ese objetivo. Si ganan, que por lo menos la derrota nos encuentre peleando. Porque en 2011, cuando nos echamos a las plazas, teníamos claro que todo lo que hacíamos era por dignidad. Y la dignidad ahora mismo está en exigir al PSOE y a Unidas Podemos que se pongan de acuerdo en un gobierno que mejore la vida de la gente.


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