El Principio de Premack recibe su nombre de su descubridor, el psicólogo David Premack, que señaló el hecho de que cuando dos estímulos aparecen juntos o consecutivos, el que tiene mayor probabilidad de ocurrir refuerza positivamente a otro menos probable.
Esto quiere decir que cuando hacemos dos cosas consecutivas, la que consideramos más positiva o agradable acaba afectando a la que nos resulta menos atractiva por asociación del sentimiento positivo de la otra.
Como casi todo en psicología, este principio se puede aplicar al deporte para ayudarnos a cumplir nuestros entrenamientos o rutinas cuando nos falta un poco de motivación.
Si por ejemplo no nos gusta nadar pero si hacer pesas, y queremos hacer ambas cosas porque nos estamos preparando para un triatlón, podemos nadar con el trato de que luego harás lo que te gusta más, las pesas. Sólo podemos hacer pesas si hemos cumplido con nuestro entrenamiento de natación, si no hemos cumplido nos quedamos sin lo que podríamos llamar el reforzante. De pequeños nuestros padres lo aplicaban para que hiciésemos los deberes “no verás la tele hasta que no hayas terminado la tarea”.
Aún así, no se tiene por qué forzar las cosas. Si no nos gusta nadar pero si las pesas, podemos nadar un poco antes de hacer pesas y poco a poco ir añadiendo más tiempo de natación.
Este principio es el que, sin saberlo, ha creado el hábito en muchos corredores. Si habláis con un corredor y le preguntáis el por qué de su entrenamiento, además de prepararse para carreras, te dirán que la sensación que se tiene después de correr, el momento ducha, es incomparable con casi ninguna otra sensación. Esa sensación de plenitud, relajación y realización sólo pueden lograrla si antes han hecho algo que por mucho que digan que les gusta, muchas veces es un gran sacrificio.
La sensación postentreno está también afectada por nuestros neurotransmisores que se encargan de proporcionarnos un reforzador natural como son la serotonina o la dopamina. La serotonina nos ayuda a regular nuestro estado de ánimo, y además controla los niveles de dopamina, que es la encargada de hacer que sintamos placer. Si hacemos ejercicios aumentará la serotonina produciéndonos un estado de ánimo mejor y aumentará los niveles de dopamina produciendo sensaciones placenteras. Por eso, al final el deporte acaba siendo un reforzador por sí mismo.
Este principio se puede aplicar a cualquier cosa: a la dieta, a los estudios, al trabajo, a la vida social… Sólo hay que saber qué actividades nos agradan tanto como para hacer otras labores menos agradables y que no acabemos por dejar ambas actividades. Es muy importante que la actividad reforzante sea bastante fuerte, que nos guste mucho. Cuanto menos nos guste la actividad a la que nos queremos forzar, mayor tiene que ser el agrado que proporcione la reforzante.