Revista Infancia
El otro día, a traves de fecebook y en relación con el tema de la conveniencia de las guarderías, volví a leer algo que leo con mucha frecuencia. Una mamá (o un papá, no lo recuerdo) decía a otro que la situación de algunos, que podíamos permitirnos quedarnos en casa cuidando a nuestros hijos, era un privilegio al que no todos podían acceder.
Si bien estoy de acuerdo en que no todos podemos quedarnos en casa con nuestros hijos, me empieza a molestar un poco este planteamiento, porque resulta engañoso.
Hablaré de nuestro caso, aunque me consta que son muchos los que se encuentran en nuestra situación:
Antes de quedarme embarazada de David , pero ya con el convencimiento de que queríamos ser papás en cuanto la situación lo permitiera, me tire cuatro largos años trabajando de administrativa. Mi trabajo, lejos de hacerme sentir realizada, me hacía sentir amargada. Y no porque fuera peor que otros, sino porque no era mi sitio.
Durante tres de esos cuatro largos años papá iba saltando de un trabajo temporal a otro, estudiando todo lo que podía con el objetivo de aprobar una oposición para observador meteorológico, que era de lo que quería trabajar. Durante el tiempo que papá estuvo estudiando, me tuve que sacrificar y aguantar en el trabajo que tenía, aunque no me hiciera feliz. Y lo que me dio fuerzas para aguantar fue que confiaba en que papá aprobaría y que, cuando esto ocurriera, al fin podría dejar mi trabajo y embarcarnos en la gran aventura de buscar un bebé.
Para ambos era fundamental disponer del tiempo para poder criar a nuestro hijo y lo planificamos todo para que fuera posible. Yo dejé mi trabajo y no busqué otro y papá, tras aprobar la oposición, optó a un puesto en el que se trabaja a turnos de 24 horas, lo que le permite pasar muchos días completos con David y conmigo.
Actualmente, yo estoy cobrando el subsidio de desempleo (a punto de terminarse) y el sueldo de papá es poco más de mileurista.
Con esto quiero explicar que la nuestra no es precisamente una situación económicamente privilegiada, sino la situación en la que se encuentran montones de personas.
Porqué entonces, se me considera privilegiada por estar en casa con mi hijo, y a papá por disponer de tanto tiempo libre para dedicarnos? nadie nos ha regalado nada, sino que ambos hemos luchado para conseguir estar hoy donde estamos, y hemos llegado hasta aquí porque desde hace mucho tiempo teníamos muy claras nuestras prioridades.
Como consecuencia de la decisión que hemos tomado, aunque vivimos bien, nuestra economía no es para tirar cohetes. Pero nos hemos adaptado a ello, porque es lo que queríamos y para hacerlo, hemos tenido que renunciar a cosas que, para otros, son imprescindibles: en vez de comprarnos un piso nuevo en una bonita finca, hemos reformado el piso viejo de mis padres, donde actualmente vivimos ( y con el que, aunque tiene sus limitaciones y es chiquitito, estamos encantados), en vez de gastarnos dinero en un coche nuevo, funcionamos con uno de más de veinte años, y así una larga lista.
Pusimos en una balanza que era importante para nosotros y de que podíamos prescindir y llegamos a la conclusión de que, mientras que la economía nos permitiera vivir, estaría en casa los primeros años de vida de nuestros hijos.
Y en ese punto si que me considero una privilegiada, porque he podido hacer aquello que quería y estoy disfrutando de la maternidad mucho más de lo que nunca imaginé.
Sé que, desgraciadamente, existen muchas situaciones en las que resulta insostenible vivir con un sueldo, pero también me consta que para muchas otras la posibilidad existe. El que opten por no escogerla me parece estupendo, porque cada uno sabe lo que es mejor para su familia, pero no me parece justo que hagan ver que quienes si que la escogemos somos unos privilegiados.
Existen diferentes opciones y cada uno elegimos la nuestra, sacrificando con ello unas cosas y ganando otras. No es cuestión de privilegios, es cuestión de decidir lo que queremos hacer con nuestra vida y apostar por ello.