Revista Insólito

Privilegio de Lores

Publicado el 13 febrero 2010 por Monpalentina @FFroi
Privilegio de Lores
Desde Londres sobre los Lores

El democrata |Cadiz, 24 diciembre 1909


Los domadores de prestigios tradicionales siguen la misma táctica
en cualquier país donde se inician reformas por el procedimiento evolutivo. Primeramente van cortando las raíces del árbol, y poco a poco, para cuando llegue la oportunidad de hacer leña de su tronco. La crisis constinucional de Inglaterra implica una amenaza contra la más sólida base del principio monárquico. Ahora las tendencias democráticas ponen en tela de juicio el privilegio hereditario de los Lores. Después que esta muralla quede allanada, los vientos huracanados soplarán arrollando la soberanía con los derechos de la corona. En el gabinete actual figuran hombres de ideas avanzadas, verdaderos demagogos, que verían con gusto alguna inconveniencia del monarca, para denunciar ante el país el donoso efecto de los obstáculos tradicionales. Por su parte, ¿qué hace el rey Eduardo para defender la posesión del trono y el porvenir de la dinastía? La costumbre, más que el texto de la ley la deja reducida a un círculo de funciones más limitadas que las de un Presidente de la República; éste a lo menos, escoge a su primer ministro y puede darse el gusto de satisfacer las propias afeccions personales. Pero el rey de Inglaterra está incapacitado para tener caprichos. Debe ceder ante una imposición nombrando presidente del Consejo al jede de un partido. Después de la caída de Balfaur, en 1905, Eduardo VII entregó el poder a Mr. Campbell Baunermam; muerto este personaje due llamado Asquith, en calidad de sucesor inmediato. Ambos eran jefes por el voto de los miembros del partido liberal. De la propia manera si los liberales llegan a ser derrotados, el rey, según las prácticas constitucionales, tendrá que entregar los destinos del país al jefe declarado y reconocido por los conservadores, a Balfaur, aunque en el caso de que personalmente le sea antipático, circcunstancia que en modo alguno aparece comprobada ni es verosímil. Akers, Londres, diciembre de 1809

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