Ahora que a mi hijo le ha dado por los rayos ultrasónicos, los súper héroes y los súper poderes, yo me confieso fan absoluta del láser, del de las pistolas láser y del otro, de todos los láseres en general. Y es que he tenido muy buenas experiencias con él, la verdad, y ya iba siendo hora de que le rindiese un homenaje. Mi primer acercamiento al láser fue hace ya 8 años, para operarme la miopía. Oye, mano de santo. Mi vida cambió radicalmente después de meterme en la clínica (bastante cagada de miedo, todo sea dicho). Lo más parecido a un milagro. Despertarse y ver. Salir de la piscina o del mar... y ver, también. Que te llueva encima, haga un viento huracanado, que entres de repente a un lugar cargado o cambie bruscamente la temperatura o humedad de la estancia... ¡y veas! Quien ha sido miope sabe a lo que me refiero. Los demás tendrán que hacer un ligero ejercicio de empatía. Las gafas me generaban inseguridad y desde los 14 años insistía en el uso de las lentes de contacto, que me resultaban de lo más molestas, me irritaban los ojos y me hacían daño muy a menudo. "Me molestan las lentillas" decía cada dos por tres, "y a mí las rapidillas", me contestaba mi prima Esther, que siempre ha sido muy ingeniosa. Ahora tengo que hacer esfuerzo para acordarme del suplicio que me suponía. La felicidad es lo que tiene. Gracias, amigo láser, por tu aportación a la causa.La segunda vez que me puse en manos del 'poder de la fuerza' fue para depilarme. Esto que a priori puede parecer menor, no lo es si se realiza una medición cuantitativa: No os imagináis la cantidad de pelos de los que he librado a la sociedad con esa inversión a plazos. La salubridad medioambiental y la lucha contra el cambio climático están en deuda conmigo. Os lo digo. Marañas y marañas de vellos de persistencia feroz que sin duda habrían menoscabado las energías que invierte este gobierno tan concienciado con la naturaleza que tenemos. Y ya fuera de los fines altruistas, qué cosa más práctica. Una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. La de tiempo que habré perdido yo con la cera y las diferentes generaciones de epiladys tratando de dejarme la piel de las piernas y de otras zonas más íntimas lisa, suave y rala. Dicen que donde hay pelo hay alegría, pero es una falacia. Con lo alegre que estoy yo ahora que solo me preocupan los de la cabeza.
De un tiempo a esta parte, estoy manoseando la idea de volver a dejarme embaucar por las técnicas láser, esta vez para quitarme unas manchas marrones que me salieron en mitad de la jeta tras dar a luz hace ya casi cuatro años. Me he dejado una pasta en cremas despigmentantes y en protectores solares filtro total sin apenas resultado, y aunque ando siempre escondiéndome del sol como un perro sarnoso (con lo que lo he buscado yo siempre) ahí están las jodías manchas, que me han cogido cariño por lo que se ve. Voy a tratar de conseguir referencias de pacientes satisfechas antes de decidirme... a ver si puedo sumar una hazaña más al 'poder de la fuerza' :-)