Imagen. Gráfico del incidente.
Cuando disparó la primer ráfaga a los 3900 metros los proyectiles comenzaron a caer hacia la tierra y se toparon con el avión que había descendido a 2100 metros derribándolo. Hasta esa época los aviones no volaban lo suficientemente veloces como para hacerlo más rápido que una bala, pero el F11 Tiger si lo hacía y fue ahí que se sumaron los dos hechos, la velocidad del avión más la gravedad que atraía las balas hacia abajo. Esta lotería de la mala suerte desembocó en el derribo del avión.La aeronáutica descubrió que con la velocidad que comenzaban a tener los aviones debían de aprender nuevas estrategias para evitar incidentes como éste. Y lo hicieron bien ya que el accidente no se ha vuelto a repetir hasta el día de hoy.Revista Insólito
Probabilidades astronómicas o la peor suerte del mundo.
Publicado el 18 enero 2016 por Fadelcla @LanubedeOort
En setiembre del año 1956 la fuerza aérea de EEUU se encontraba en el Océano Pacífico probando un nuevo avión, el F11Tiger. Para esa época este avión era el más avanzado tecnológicamente y en plena Guerra Fría se lo necesitaba en servicio lo más rápido posible.El 21 de setiembre el piloto de pruebas era Thomas Attridge de 33 años y con mucha experiencia en pruebas aeronáuticas. Las maniobras que estaba realizando eran rutinarias para él; encontrándose a 3900 metros de altura dispara una ráfaga de 4 segundos de su cañón de 20mm, inmediatamente acelera su avión y en ángulo de descenso llega a los 2100 metrosy vuelve a disparar el cañón.Justo en el momento en que se encontraba disparando el cañón siente una sacudida que le hace perder el control del avión. Attridge logra controlar el aparato y realiza un aterrizaje de emergencia en una isla a medio camino de su base; en el brusco aterrizaje se fractura las piernas y varias costillas. Es rescatado y llevado a un hospital militar donde se recupera de sus heridas.En la investigación del incidente se descubrió algo insólito, Attridge se derribó a si mismo. Cuando se dispara un arma la bala no viaja en línea recta, desde el momento en que sale del cañón del arma, esta comienza a descender hacia la tierra por efecto de la gravedad y esto fue lo que le sucedió a Attridge.