'Entre los cometidos del empleo está salir de marcha, tirarse en las tumbonas de la playa, beber vino en las tabernas locales y otro tipo de actividades propias del ambiente de una playa. En algunos casos se requerirá recibir masajes en todo el cuerpo, probar bebidas, hacer esnórquel o leer libros'.
Se publicó en Suecia, como no podía ser de otra manera, y contrariamente a lo que muchos pensaron, la oferta de trabajo no era una broma. Probador de playas, o de paquetes turísticos, que tanto da, es una profesión con futuro, por lo menos en cuanto al número de aspirantes a practicarla, pese al elevado número de horas de que consta la jornada laboral y la extensión de la misma al período nocturno.
Ocurrió, como decíamos antes, en Suecia; en España se hubiera podido crear un probador de meretrices, que emitiese un juicio técnico sobre el quehacer de estas profesionales del amor, o del sexo, que también viene a ser lo mismo, pero hubiese debido enfrentarse a Leire Pajín, que trata de impedir los anuncios en la prensa de apartamentos lupanares al servicio del promiscuo o del sexualmente necesitado. Tampoco tendría mucho recorrido el trabajo de “sumiller” en este país, porque cada vez resulta más difícil consumir alcohol, aún fermentado, y terminará por habilitarse un espacio específico para ello, ahora que los vecinos tratan de evitar el tomar bebidas en las calles, a las que fueron desterrados los fumadores, mientras los expertos en mezclas de tabaco terminaron en el paro.
No sería mala idea en España disponer de probadores playa que ofertasen las excelencias de nuestras calas a los potenciales turistas alemanes británicos o nórdicos, aunque preveo poco recorrido a la actividad. Los turistas, que no son tontos, preferirán Turquía, Túnez o el Caribe, lugares paradisíacos, con un clima inmejorable y sobre todo, donde el consumo de tabaco se permite más libremente, donde el alcohol empieza a resultar significativamente más barato que en nuestro país, y donde las meretrices no se ven perseguidas por una administración puritana con los promiscuos y tolerante con otras tendencias sexuales. Tal vez hagamos de nuestro país un enorme San Francisco, pero no creo que merezca la pena, por lo menos económicamente. Prohibido prohibir.