Los gatos fascinan a muchos, tienen algo en su personalidad que conquista a numerosas personas. Supongo que es ese aire independiente pese a llevar miles de años a nuestro lado, esa sensación de que compartimos techo pero no acabamos de domesticarlos, quizás sea su mirada, quién sabe. La cuestión es que estos felinos son de los animales de compañía más populares, es más, en ambientes rurales su función se torna primordial para mantener a raya a algunos inquilinos molestos que pueden llegar a las casas. Eso es indudable, los gatos son necesarios, siempre lo han sido, son máquinas perfectas frente a los roedores.
Ahora viene el problema, algo que inquieta a las personas con espíritu conservacionista. Se están observando ciertos problemas por la proliferación de gatos que de noche hacen incursiones al monte formando parte como cualquier otro animal más de los ecosistemas cercanos a los pueblos. No digo que vivan en el monte, solo que más allá de tejados o graneros se lanzan a la aventura nocturna recorriendo varios kilómetros para por la mañana volver a aparecer en casa. Conduces de noche por Sierra Morena y no se pueden contar con los dedos de las manos los gatos que se cruzan o deambulan por los alrededores de la carretera obligándote a frenar, no están en casas o patios, salen al monte a cazar, alteran el equilibrio natural ya que representan un incremento en la cantidad de predadores que buscan en la oscuridad su alimento.
Analizando este espinoso asunto ocurre que estos gatos merman notablemente las poblaciones de pequeños mamíferos, pájaros o anfibios pudiéndose llegar a una realidad realmente alarmante en cuanto a la conservación de la fauna silvestre (en ciertas áreas protegidas se toman medidas tajantes frente a perros y gatos asilvestrados por esta razón). Se puede afirmar también que representan una competencia extra para los otros carnívoros con cierta probabilidad añadida de transmitir enfermedades a sus parientes silvestres, y ahora que he llegado a este punto, hay que hablar por fuerza del gato montés, felino al que estamos perdiendo disimuladamente, una especie olvidada al alumbrar todos los focos al lince ibérico. Se han hecho estudios en varios puntos del país concluyéndose que se están hibridando los gatos domésticos con los monteses con lo que se agrava la situación de este último. Según dicen los expertos se hibridan allá donde hay poca densidad de gato montés, y la verdad es que la cantidad de gato montés no parece ser alta en ningún lado de ahí que la probabilidad de hibridación no es tan baja como debería.
No soy experto en veterinaria, ni mucho menos en gatos, de hecho no soy experto en nada, pero que esto es una realidad que está ahí es cierto. Nadie niega la importancia de los gatos como he dicho al principio, pero es cierto que en los últimos años percibo cierto descontrol en la cantidad de perros y gatos que hay por todos lados. Por desgracia muchos son abandonados o tienen posibilidad de interaccionar con el medio natural por descuido de sus dueños, este es un hecho que tiene consecuencias en la naturaleza y precisamente no está el panorama como para añadir más problemas.