El otro día posteé en Instagram una foto con la nueva gama de productos para cabello dañado de Fructis. Hubo respuestas inesperadas para mi y cosas que se dijeron que me parecieron muy interesantes. Por eso he pedido a Carme (participante activa) que escribiera esta entrada sobre el cuidado del cabello. En ella, con una sinceridad y convicción brutal nos cuenta cuáles son sus experiencias con los productos y tratamientos para el pelo. La entrada es bastante larga pero altamente recomendable, escrita con la crudeza que le caracteriza (¡Gracias Carme!):
Entré por la puerta de la pubertad y caí sobre el sofá de una peluquería cutre de barrio. Mi madre, que por entonces curraba catorce horas diarias (Mama te quiero), había dejado ordenes muy claras antes de marcharse: “cortar media melena y comprar un champú para la caspa que le ha salido”. Una chica morena, de pelo largo y rizado, me acompañó hasta la silla. Recuerdo la cara de asco que puso aquella maldita zorra hija de puta al rebuscar entre mi, por entonces, cabellera de amazonas. Me soltó un rollo de que aquel problema, cuero cabelludo en pleno auge descamativo gracias a la recién llegada puta menstruación, era porque no me lavaba el pelo. Esta choni de barrio cuarentona me contó que yo era una puta cerda y que por eso tenía este problema (y la creí ¿qué? ¡era una niña!), y que me tenía que lavar cada día el cabello con un champú carísimo, que casualmente ella vendía, para que la vida me sonriera de nuevo. Yo, obviamente, me puse a llorar y me marché de allí corriendo y sin mirar atrás, muerta de la vergüenza y sintiéndome un puto bicho raro, sola en la inmensidad del universo, yo y mi exceso de piel muerta sobre el cráneo (no os preocupéis que meses más tarde cerraron aquel antro ¡Já!). Esa fué la última vez que pisé una peluquería, hasta que diez años más tarde y por razones que no vienen a cuento, me llamaron para trabajar en una. En esos diez años de exilio estético experimenté (y experimento) cortándome el cabello de mil formas poco aconsejables, y hasta mis amigos y conocidos dejaban que les destrozara sus melenas, incluso en los pasillos del instituto, la Andy Warhol de los pelos (no tenía ni puta idea de lo que hacía). También probé miles de champús distintos, de todas las marcas, de farmácia y de supermercado cutre. Todo. No solo para tratar el cuero cabelludo, si no también para quitarme el maldito pelo encrespado de niña criada por lobos. H&S, Fructis, Schwarzkopf, Timotei, Pantene, Klorane, l’Oreal, Kérastase, Llongueras, marcas blancas, yo que sé: TODO LA MISMA PUTA MIERDA. Siempre el mismo mecanismo: unos meses de calma y después deja de hacer efecto. Aunque mis hormonas se calmaron con los años, el estrés de los estudios y el trabajo me producía brotes insoportables. En verano siempre mejoraba, gracias al agua del mar ‘que todo lo cura’, pero no hace puta gracia ir a bañarse con ocho grados y además el rollito playero me da grima, así que un día mi santa madre (Mama te quiero), que es la jefa de lo casero y natural, me hizo un masaje con aceite de oliva. Fue maravilloso y empecé a hacerlo cada semana. Cambié el aceite de oliva por el de almendras dulces porque huele mejor y no tenía la sensación de ser un huevo frito, porque es super económico si lo compras directamente en cualquier droguería, y porque con medio litro tienes para un año. Me lo aplicaba partición a partición sobre el mismo cuero cabelludo, poniendo unas gotas y arrastrando con el dedo sobre la piel, una vez ya estaba todo el cuero empapado, me hacía un masaje, o mejor aún, dejaba que me lo hicieran. Máximo relax, reactivación de la circulación sanguínea, cabello con más fuerza y máxima hidratación ¡¿Qué más quieres?! El cabello me lo lavo a diário, soy de las que no saben ducharse sin lavarse el pelo, cuando hace frío porque hace frío y cuando hace calor porque hace calor. Uso un champú de ph neutro, o cualquier anticaspa con efecto refrescante o el que mejor huela, me da lo mismo porque como ese tipo de champús son la peste del oeste los uso simplemente para limpiar, no cómo tratamiento. Si aplicamos el aceite nos daremos dos enjabonadasbien dadas para eliminar todos los restos, en mi caso no queda ni rastro porque tengo el pelo más seco que la mojama. Con el tiempo pasé de hacerme este tratamiento cada semana a hacermelo cada mes, y ahora ya pasa tanto tiempo entre masaje y masaje que a veces me los hago por puro mantenimiento. No tengo ni rastro de descamación, ni rastro de pieles, ni rastro de picores, ni rojeces, nada. Visto de negro a diario, me hago colas, moños, trenzas, llevo gorros, gorras, pelo suelto contra el viento, hasta dejo que los pájaros se me caguen encima, me da todo igual. Mi cuero cabelludo ya no tiene nada que esconder, mi yo adolescente me sonríe desde el pasado mientras le da puñetazos en la cara a aquella subnormal maltratadora de niños. Somos todos igual de TONTOS y nos pensamos que somos las únicas personas en el universo que sufrimos en silencio como castigo divino, ya sea por tener el pelo demasiado pobre, demasiado rebelde, demasiado graso, demasiado seco, demasiado sensible... sinceramente, este tipo de ‘problemas’ son una chorrada en comparación con los problemas reales que nos depara la vida (esta es una de las razones por la cual no le caigo bien a las peluqueras, lo siento), lo principal es dejar de preocuparse en exceso, pasad de peluqueras timadoras y de productos de mierda y probad a mejorar vuestra alimentación y apostar por lo natural, a mi me ha funcionado y os animo a intentarlo una temporada. Obviamente si vuestro problema es más grave o viene derivado de alguna otra enfermedad, acudid al dermatólogo cuanto antes para salir de dudas. Comed bien, hidrataos bien, y olvidaos de las melenas a lo Beyonce porque eso no son más que pelucas preciosas y caras creadas para que penséis que vuestro cabello es una mierda. ¡Que te den Beyonce, pásamos de tu cara!
Para finalizar esta parrafada sin fin os paso una receta de explosión de hidratación. Como todo lo natural, el efecto no se ve al primer instante (que también) lo importante es que a la larga notaréis un resultado brutal, el problema se solucionará y no acabaréis con las cutículas del cabello rellenas de siliconas de mierda por culpa de vuestros champús de supuesta confianza, que os dejarán el pelo igual de mal o peor a la que dejéis de usarlos. Si tenéis el pelo hecho unos zorros de tanto tinte o maltrato térmico la solución más rápida es un buen tijeretazo, ¡Tampoco existen los milagros, oye! Mantener las puntas sanas siempre hará que vuestra melena crezca fuerte, no le tengáis miedo a la tijera, solo es pelo. Y una vez esté renovado, mantenerlo es la única clave. Tampoco existe una receta para acabar con el encrespamiento, os lo digo yo que me he tirado años haciéndome el desrizado japonés, al final he acabado aceptando mi volumen, mis ondulaciones y mi encrespado de loca de la pradera y tan felíz que estoy, intentando ponerlo de moda porque en realidad: EL ENCRESPADO MOLA, porque lo sufrimos la mayoría y ya está bien de esconderlo.
Receta de explosión de hidratación: Mezclad en un bote cualquiera crema hidratante corporal que tengáis por casa, o cualquier marca cutre del super + mascarilla hidratante para el cabello que tengáis por casa, o cualquier marca cutre del super + un chorro de aceite de almendra. Desenredad bien el cabello y aplicadlo de medios a puntas (siempre de medios a puntas, ¡sobretodo si vuestro cuero cabelludo tiene tendencia grasa!) con un pincel de peluquería o con las mismas manos, y dejadlo todo lo que vuestro tiempo os permita. Si os lo hacéis con el cabello seco menos resbalará el producto y menos cantidad derrocharéis. Os envolvéis el cabello con una toalla o incluso con una bolsa que retiene mejor el calor (este dato es muy obvio, pero por si acaso: La bolsa que tape solo el cabello, por favor, ¡no os vayáis a tapar la cabeza entera y tengámos un disgusto!) Pasado el tiempo deseado lo volvéis a lavar con el champú que sea que uséis y listo. Esto podéis repetirlo todo lo que creáis conveniente, y si es demasiada hidratación podéis ir probando a mezclarlo sin la crema hidratante corporal y/o haciendo vuestras propias pruebas, al fin y al cabo cada cuerpo es un universo y nadie va a conoceros mejor que vosotros mismos.
Muchas veces cuando vais a la peluquería y pedís que os pongan mascarilla, sobretodo cuando a la hora de pagar no la veis reflejada en el precio, simplemente os han puesto un suavizante cutre y vosotros os vais con la sensación de tener el cabello más sano del planeta Tierra. Por supuesto que también hay productos magníficos que funcionan genial, pero hay que pagarlos, y no sé vosotros pero yo no tengo un puto duro como para gastarmelo en eso, y menos teniendo una solución funcional y económica a mano.
Para no dejar de lado a los que tenéis tendencia grasa y estáis desesperados de probar siempre champús sin buenos resultados, os hago una recomendación muy, muy personal que no tenéis ni por qué probar si no queréis, claro. Estuve cuatro años trabajando en una peluquería como shampunier (este término siempre me ha parecido de gilipollas, lo siento) de los cuales trabajé principalmente con productos de la casa René Furterer, por ser natural (todo lo natural que puede ser un producto químico), por la amplitud de productos y por su eficacia. Durante ese tiempo comprobé los avances de los clientes que venían a hacerse tratamientos semanales y, aunque tiene productos que son una auténtica mierda inútil, el champú para cabello graso era de los productos estrella de toda su gama. Para no enrollarme más y si alguien está interesado, que sepáis que los venden tanto en farmácias como en algunas peluquerías, os facilitan gratuitamente un libreto con todos los productos de la firma en el que os lo explican todo, y si no tenéis ganas de que os calienten la cabeza, el champú antigrasa de Rene Furterer se llama ‘Curbicia’, no sé qué coste debe tener ahora, sinceramente, pero al ser un producto que se debe usar semanalmente y no a diario, sale bastante rentable. También disponian del Curbicia en mascarilla, para aplicar directamente sobre el cuero cabelludo, es decir, el mismo proceso que los del cabello seco le damos al aceite de almendra, pero en este caso todo lo contrario. Al ser champú para cuero cabelludo graso os dejará el cabello reseco, así que cuando lo uséis combinadlo con cuidado con mascarillas hidratantes, como por ejemplo la receta de hidratación que expongo más arriba. Los champús de tratamiento deben usarse semanalmente para mayor eficacia, no por usarlo todos los días vas a notar antes el resultado, así que tomaoslo con calma, combinadlo con champú de ph neutro y dejad días de descanso para no provocar más sobreproducción de sebo. Si vais a probarlo o si lo habéis probado contadnos qué tal vuestra experiencia. Y si no os interesa, pues no pasa nada.
Si queréis quemarme en la hoguera enviad un mensaje al 666 con el mensaje ALAHOGUERA!, pero luego explicadnos qué trucos utilizáis vosotras para mantener vuestra melena sana y bajo control.
Una vida sana es una melena bonita. ¡Salud! Carme.
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