La población rusa experimento un fuerte crecimiento demográfico desde mitad del s. XIX: los 68 millones en 1850 se habían convertido en 135 en 1900. Este crecimiento trajo una superpoblación tanto en el campo (donde gran parte de los campesinos viven en niveles de auténtica subsistencia) como en las ciudades (hacinamiento y también miseria).
Edit. Vicens Vives
La estructura social era arcaica, recordaba a la europea occidental de siglos antes. En la cúspide, los estamentos privilegiados: la nobleza y el clero. La alta nobleza era una auténtica camarilla que, en torno al Zar, copaba los altos cargos de la administración y el ejército. Vivían con un gran lujo en magníficos palaccios. Poseía grandes extensiones de tierra. Debido a su inmovilismo, era un estamento retardador del progreso político y económico.El otro estamento privilegiado, el clero, tenía una gran influencia social en una sociedad profundamente religiosa, especialmente el mundo campesino. Era uno de los pilares del despótico régimen zarista. Controlaba la enseñanza. La Iglesia Ortodoxa, a cuya cabeza estaba el Zar, fascinaba a los fieles con su ritualismo exagerado.
Apenas existían clases medias, sus pocos componentes iban proletarizándose. Esta ausencia de clases medias (burguesía) explica el atraso económico y el escaso desarrollo industrial.
Los campesinos eran la mayor parte de la población: 1.848 unos 82 mill. de 125 mill. de habitantes. Eran libres nominalmente (Edicto de Emancipación, 1861), pero dependientes económicamente. Dentro del campesinado, vivían mejor los campesinos ricos o Kulaks que contrataban mano de obra, compraban o arrendaban tierras y que veían engrosar sus ingresos con la venta de cereales destinados a la exportación. Pero la mayoría viva en unas condiciones de miseria y precariedad. Los ingresos de la mayoría de los campesinos ni podían aportar seguridad económica ni seguir el alza del coste de la vida. “Para la mayoría de los campesinos, la vida era desagradable, brutal y corta” (Service)
El campesinado soportaba una gran presión fiscal, era la forma que el Estado empleaba para obligarlos a producir cereales tan necesarios para obtener divisas con su exportación.
“El resultado de toda esta actividad cruel del gobierno, es que el pueblo agricultor, los cien millones de hombres sobre los cuales está fundada la potencia de Rusia, a pesar de los gastos del Estado que crecen considerablemente, o mejor dicho gracias a este crecimiento del presupuesto, se empobrecen de año en año, de manera que el hambre ha llegado”. L. Tolstoi. Los obreros industriales tenían un nivel de vida similar a la de los campesinos, sus condiciones laborales dejaban mucho que desear: bajos salarios, jornadas largas, estricta reglamentación laboral impuesta por los patronos, carecer de derechos fundamentales, entre ellos el de sindicación... Habitaban barracones carentes de las condiciones higiénicas necesarias para una vida digna. Sus condiciones de vida y de trabajo eran peores que las de los obreros ingleses siglo y medio antes. Al compás de la industrialización creció el numero de obreros en los núcleos industriales y mineros, procedían del campo. De todas formas no pasaban de tres millones en torno a 1914. Entre los campesinos y los obreros industriales, la pobreza era escandalosa. Existía un fuerte descontento social que afloró con motivo de la derrota rusa en la guerra contra Japón. El pueblo, que vio con indiferencia la derrota del ejército, paso a la hostilidad ante las nuevas levas y el crecimiento de los impuestos para afrontar los gastos de la guerra. esta derrota fue un revulsivo; grandes masas de población, hasta entonces indiferentes, pasaron a oponerse al Zarismo. Trotski destacó la importancia que tendría en el futuro revolucionario la explotación de esta derrota. Hubo varias huelgas a las que se respondió con una fuerte represión militar y policial, la bases de la Revolución de 1905 estaban puestas.