Buenas noches, Bichitos.
Ya llevo mi segundo día de clase y estoy en modo... "Joder, ostia, puta". Y no por las clases, que están bien... Son no sé... Decentes, por así decirlo, sino por algo que va mucho más lejos.
Tengo un profesor que al parecer lleva una lucha contra las faltas de ortografía. Que yo lo respeto, por suerte no tengo muchas faltas. Pero aquí llega mi odio hacia el mundo. Y es que no tengo faltas, pero porque tengo que meditar mucho las cosas antes de escribirlas para evitar cometer faltas de ortografía y es que padezco de dislexia. Con el tiempo y por mi amor a escribir y a leer he logrado que no sea un grave problema, pero sin embargo a día de hoy hay muchas palabras que me tengo que meditar antes de escribir, por no hablar de que sigo teniendo un serio problema para distinguir la b de la d a la hora de escribir. Algo bastante grave, dado que voy a cumplir veinte años. ¡Pero no es mi culpa! ¡Tengo un puto problema!
El caso es que a los profesores no les puedes contar que tienes dislexia puesto que te dirán que "eso es cosa tuya", o qué se yo. Cuando la gente no ve se pone gafas, cuando tienes dislexia te recomiendan leerte mil veces las cosas. Pero eso no siempre funciona.
Y el motivo de que me enfade es que yo comprendo al profesor. Pero he tenido un caso en el que un compañero mío le ha tenido que hacer el examen en mayúscula a todos los profesores porque "no sabía escribir en minúscula". Y los profesores se lo han aceptado, cuando en la realidad, escribir todo en mayúscula es algo que... no sé... no se debería de permitir. Y a mi por tener dos faltas de ortografía en una asignatura, porque de diez asignaturas solo me lo dijeron en una, el profesor me tachó de inculta y de que se notaba que ni leía, ni escribía. Cuando llevo desde que tengo uso de razón un libro en la mano y escribiendo.
Hace que odie al mundo. Porque yo no tengo la culpa.