Revista Comunicación

Problemas, soluciones, y la insoportable levedad del ego

Publicado el 04 julio 2014 por Jose Salgado @exelisis

Nos damos demasiada importancia

Cuando ves la cantidad de empresas que existen, hay una afirmación que me ronda siempre la cabeza: es más difícil encontrar una solución a problemas que nadie se había planteado que encontrar una solución a un problema complicado.

Es fácil entender el razonamiento, mientras que con un problema complicado todos somos conscientes de su existencia, de los parámetros y de cualquier dato que no ayuda a delimitar su tamaño y como medir la eficacia de la solución, para problemas que no existen, nadie se había planteado ni siquiera diseñar una solución.

Está claro que cuando alguien aparece dando una solución a un problema del cual no éramos conscientes, todos nos volvemos locos y definimos al autor como visionario, gurú, experto, y cualquier adjetivo que sirva para elevar al interfecto a un pebetero rebosante de perfumes, flores y alguna que otra virgen vestal. Y digo pebetero porque estas mismas personas acaban por encender la mecha con la que en vez de convertirse en un aviso para navegantes, se convierte en el faro que guía la siguientes generaciones.

Son perfiles que inglés tienen el nombre de one hit wonder. Una vez plantearon una solución, y presos de su propio ego, se lanzaron a buscar la fama en vez de volcar su capacidad en facilitar la vida al resto de sus conciudadanos.

El ego es muy mal consejero, y si a esto le sumamos el ansia de los medios por tener profetas a los que recurrir, esta mezcla se convierte en una cocktel explosivo donde se sirve la misma medicin para un apendicitis que para un linfoma de células de mantos. Estos antiguos héroes se dedican a exponer de forma persistente su falta de coherencia de forma constante con el único fin de alimentar su ego y la vergüenza ajena de todo aquel que sea capaz de tener un pensamiento crítico.

Quizás tengan la voz de la experiencia, y como tal deberían de ser consultados, no como nuevos líderes del mañana, no como representantes de la sociedad, y por supuesto, nunca como garantes de la verdad y últimos profetas de nuestro señor todopoderoso -ya sea un señor metafísico, político o mediático-

Como es poco probable que ellos, sedientos de viejas glorias y los propios medios, escasos de profetas con el que vender el pan que les faltará mañana, accedan a poner un poco de cordura en esta insensatez en la que nos quieren arrastrar, somos nosotros los que hemos de realizar un esfuerzo adicional. Hemos de seguir usando nuestra capacidad crítica para poder diferenciar antiguos dioses de los nuevos, verdades de creencias, y medios de panfletos.

Película: Much Ado About Nothing

 


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