Revista Opinión

Problemática histórica sobre la identidad catalana

Publicado el 29 octubre 2019 por Carlosgu82

ESPAÑA Y CATALUÑA; ESTADO Y NACIÓN.

Si analizamos las diferentes formaciones estatales de época medieval, veremos que corresponden en su mayoría a un modelo teológico cristiano. Este proceso, afianzado en el siglo XIII, crecerá paralelo a una nueva idea de nación, un nuevo sentimiento de “regnum”, de comunidad política identificado con el concepto de patria. Todo esto, junto a un sentimiento de unión gracias a la utilización de una misma lengua, la cual diferenciaba legalmente de forma fiscal, territorial y cultural a unos “naturales” y unos “extranjeros”, propició en algunos aspectos de estos nuevos reinos en formación una tensión entre la lealtad al monarca y a la nación.

Si ponemos como ejemplo la corona de Aragón, ya desde finales del siglo XIV, quedaran claramente distinguidos tres espacios peninsulares con identidades y sentimientos nacionales propios (Aragón, Valencia y Cataluña), dotados de unas fronteras, de una fiscalidad diferenciada y de unos marcos institucionales y legales independientes de un espacio a otro. Estas diferencias culturales y políticas darán lugar a una fuerte conciencia de pertenencia a un pasado común, sumando además una misma lengua y unos esfuerzos enfocados en las “empresas expansivas” de ámbito comercial y militar, destinando para ello y de forma conjunta todos sus esfuerzos rurales, urbanos y marítimos.

Las diferentes nacionalidades o sentimientos nacionales convivirán durante toda la formación de los reinos hispánicos, y también con la unión de las coronas de Castilla y Aragón. Este sentimiento de diferenciación cultural, lingüístico, institucional y jurídico aun da mucho que hablar en el siglo XXI.

El caso castellano es diferente, principalmente por la confrontación de poderes, ya que en Castilla el poder monárquico era mucho más fuerte que en la corona aragonesa. En Castilla, el sentimiento nacional era un sentimiento hacia la figura del monarca, en cambio, en Aragón, Valencia y Cataluña, el reino (Estado o Nación) se sobreponía al rey, debiendo este ser aceptado por sus instituciones y no al revés. Es por esta razón, que con la unión de las dos coronas en 1479 la primacía del poder se trasladó a Castilla, ya que en esta las leyes y poderes políticos eran más favorables a los monarcas. Castilla debía de encabezar un modelo hispánico poderoso, unificando todos los reinos peninsulares en unos solo. Con la unión de las dos coronas principales de la Península Ibérica comenzó a plantearse el nuevo concepto de “España”. Muchos humanistas contemporáneos a los Reyes Católicos como Diego de Valera se dirigían a Isabel y Fernando como Reyes de España, incluso algunos humanistas catalanes, entre ellos el cardenal Joan Margarit i Pau apuntaban a una “ Hispanium restaurae et recuperare”.

Dentro de esta idea de “España” había dos posturas claramente diferenciadas entre los habitantes de los diferentes reinos. En Castilla se asimilaba el concepto en la hegemonía castellana; para Castilla “España” era la expansión del poder castellano en todos sus dominios. La otra postura, la de los territorios de la corona aragonesa, estaba dotado de un valor plenamente geográfico, pues “España” era la idea de un territorio donde convivían los diferentes pueblos de la Península Ibérica. Esto desembocaría en un claro malestar en los territorios de la corona aragonesa, sobre todo en los de un arraigo cultural y lingüístico más pronunciado como el caso de Cataluña.

Durante el reinado de los Reyes Católicos, y sobre todo con los monarcas posteriores, se ha intentado justificar o aclarar la idea de una nación española siempre dentro de una perspectiva castellana. Durante el transcurso del siglo XVI se consolidó en Castilla una línea de pensamiento historiográfico que la confundía con esa naciente idea de “España”, enalteciendo a la vez el pasado castellano y dotándole de un incipiente contenido nacional. De esta manera se fueron dejando de lado las realidades lingüísticas y culturales que existían en los diferentes territorios hispanos, dejando en el olvido las diferentes comunidades políticas y nacionales que formaban parte de la pluralidad de la unión con la corona de Aragón, y que finalmente se convertirían para los cronistas castellanos en una parte más de Castilla. Estas elaboraciones intelectuales, históricas y de marcado carácter centralista, precedieron a la construcción ideológica y política del concepto de “España”, el cual se irá definiendo de manera bastante clara a finales del mismo siglo XVI. Esta negación de las identidades nacionales y la progresiva marginación política de estos territorios dentro de la construcción del nuevo estado hispano hegemonizado por Castilla, desembocará en fuertes sentimientos nacionales que, a pesar del transcurrir de los siglos ha llegado hasta nuestros días; siglo XXI.

Cataluña, Valencia, Aragón, y otros territorios que forman la actual España han sufrido una pérdida considerable de sus identidades nacionales en relación al centralismo hegemónico que quiere imponer el Estado desde el reinado de los Reyes católicos, y más concretamente desde el centralismo totalitario que impuso Felipe V tras la Guerra de Secesión española (1701-1715). Dejando de lado las políticas económicas y el mal hacer de nuestros gobernantes que no han hecho más que recortar y recortar libertades y derechos al pueblo en cualesquiera de los territorios del Estado, recordar unas palabras del tortosí, Cristòfor Despuig a “Els col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa” (mediados del siglo XVI), un ejemplo del malestar por el hegemonismo castellano dentro del concepto de España a partir de la unión de las coronas de Aragón y Castilla:

“Casi todos los historiógrafos castellanos están en lo mismo de querer nombrar Castilla por toda España”; “Ellos no son los únicos españoles, también lo somos nosotros.”

BIBLIOGRAFÍA

-Antoni Simón i Tarrés. “Construcciones políticas e identidades nacionales. Cataluña y los orígenes del estado moderno español”. 2005

-Antoni simón i Tarrés.”Orígenes ideológicos de la revolución catalana de 1640”. 1999


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