Tampoco es verdad que el máximo responsable de la carnavalada y otros cinco acólitos se hayan tomado unas vacaciones - ¿pagadas también con dinero público? – en la triste Bruselas para desde allí anunciar la buena nueva orbi et orbi. Miente quien diga que la policía nacional fue presionada, insultada y obligada a abandonar los hoteles en los que se alojaba por cumplir con su deber constitucional, mientras los Mossos, una vez más, dejaban pasar y hacer. Es falso de toda falsedad que el gobierno presidido por quien ahora se propone ser investido en holograma se reuniera en comandita con quienes agitaban a las masas desde las calles para ver el modo y manera de conseguir los objetivos previstos. Nunca hubo un documento denominado Enfo CATs: Reenfocant el procés d'independència per un resultat exitós, considerada la hoja de ruta de los independentistas. Una patraña más. Quien haya dicho y defienda aún tal cosa debe ser excomulgado de entre los demócratas por facha franquista o, como poco, por proclive al “régimen del 78”. Aunque para mentira de las gordas, la de decir que todo el procés que, por supuesto, nunca ha existido, ha venido de perlas para intentar tapar la corrupción de las cuentas en Andorra, el "caso Palau" o los recortes inmisericordes en servicios públicos. Todos y cada uno a los que los medios fascistas señalan como responsables de un procés solo imaginado por mentes calenturientas, son unos santos varones defensores de la legalidad y el orden constitucional. Todos apelan al diálogo y al consenso y rechazan la unilateralidad para conseguir sus fines. A ninguno, por cierto, se le ha visto nunca votando con cara de día histórico la declaración unilateral de independencia ni despreciando democráticamente el hecho objetivo de que ni siquiera tenía al menos un voto más a su favor. Con lo del procés ha pasado un poco como con las pesadillas, duran una eternidad pero al final se termina uno siempre despertando y descubriendo que lo que parecía tan real en sueños solo eran fantasmas.
