Si recordáis el último capítulo de esta serie sobre mi primera Americana con Agustín de Sastrería Serna, recordaréis que la cosa estaba bastante avanzada ya, con la prueba de cantos recién terminada, y a expensas sólo de terminar la chaqueta.
Sin embargo, cuando ya estaba la chaqueta prácticamente terminada, en el proceso de planchado final Agustín advirtió en el tejido algunas cosas que no le terminaban de encajar. Y es que en determinadas zonas como el cuello, solapa y mangas estaba apareciendo un levantamiento de la fibra formando unas incipientes pelotillas, como comúnmente las conocemos.
A sabiendas del nivel de perfeccionismo de Agustín personalmente no le dí demasiada importancia y quedamos en que en mi próxima visita le echaríamos un ojo y ya veríamos qué hacer. Pero lo cierto es que cuando tuve oportunidad de ver en persona dicho efecto, efectivamente, la cosa no pintaba nada bien. Y si ya estaba así sin uso, qué sería de la chaqueta nada más usarla ¿?
Nos pusimos en contacto con Carnet, proveedor del tejido, para que analizara la prenda y nos comunicaron que jamás habían tenido un caso así con ese tejido y que parece ser que eso se debía al componente de Mohair que llevaba este tejido.
Como podéis imaginar a estas alturas fue una verdadera faena ver esta chaqueta prácticamente terminada y con tales defectos en el propio tejido que imposibilitaban su uso. Sobre todo por las horas que habíamos invertido en ello (más Agustín y su equipo que yo, claro está), pero no podíamos hacer otra cosa que repetirla. El miedo a que ocurriese otra vez lo mismo nos impidió decantarnos de nuevo por el mismo tejido. Entonces me acordé de un paño muy similar en color, tacto y estructura, que conocía muy bien. En concreto era ese ojo de perdiz Super 120´s con 90% Lana y 10% Cashmere de Bower Roebuck en azul marino que actualmente usamos para la corbata Navy Birdeye Cashmere de Tadino, que tan buenos resultados me ha dado.
Nos pusimos manos a la obra y Agustín, al igual que hicimos con la Teba que os mostré en este otro artículo, preparó todo para que en escasos dos días realizáramos la primera prueba y prueba de cantos. En este caso teníamos ya algo más avanzado pero el proceso de trabajo de Agustín exigía no saltarse ninguna de esas pruebas.
En las imágenes que encontráis tanto arriba como abajo de estas líneas podéis ver parte del proceso de la primera prueba, que no es más que repetir lo que ya os conté en el segundo capítulo de este proceso.
En esta ocasión y como recordaréis que aplicamos algunos elementos un tanto complejos en esta prenda -como el fuelle en la espalda y las mangas con chorizo pronunciado- aprovechamos esta repetición para perfeccionar algunos aspectos que habíamos descubierto en la anterior chaqueta. Con un resultado realmente impresionante, como comprobaréis si seguís leyendo.
La celeridad en el proceso y la confianza que ya tenemos Agustín y yo, hizo que casualmente en mi segunda visita, dos días después, le sorprendiera terminando un par de ajustes en el cuello para la prueba de cantos, que tendría lugar unos minutos más tarde. Pero ello nos dió la oportunidad de disfrutar en directo del trabajo artesanal de este joven sastre.
Confieso que cada vez que piso este tipo de talleres, que afortunadamente en los últimos tiempos son muchas veces, me entran ganas de dejarlo todo e incorporarme de aprendiz o al menos como mero observador.
Ahora sí, subimos al probador y calzamos la chaqueta para comprobar qué detalles se puede afinar o corregir. Y en esta ocasión, como podéis apreciar a continuación, la cosa ha cambiado sustancialmente con respecto a la última prueba que realizamos con el anterior tejido. Esos retoques que os comentaba antes han dado sus frutos y si antes ya sentaba bien, ahora sienta aún mejor.
Uno de los puntos controvertidos eran los hombros, que anteriormente habían quedado demasiado pronunciados en un intento de Spalla Camicia con cierto volumen, que nos dimos cuenta que el tejido no podía soportar por su caída. Y la solución -más discreta- por la que optó finalmente Agustín me gustó mucho.
En la siguiente imagen vemos detalle de solapa amplia y ese hombro natural, todavía hilvanado, pero emulando a ese cierto flojo que tendrá una vez acabado, y que personalmente tanto buscaba para esta chaqueta.
Sobre estas líneas vemos cómo queda la espalda mucho más limpia, a falta todavía de ajustar un mínimamente el escote (parte trasera del cuello). También podemos ver la forma natural de los hombros.
Y abajo vemos cómo la chaqueta se ciñe donde tiene que hacerlo y permite cierta amplitud donde se necesita. En definitiva, consigue favorecer mi figura, realzando mi espalda mientras disimula mi ancho de caderas, y este es el verdadero objetivo de toda prenda a medida.
La imagen superior no se aprecia, pero también se ha modificado el fuelle tras cada hombro ya que tendían a abrirse a poco que me moviese. Y ahora han quedado más cerrados, aún permitiendo cierta flexibilidad, pero Agustín además iba a incorporar unas pequeñas presillas en determinados puntos estrategicos para evitar la apertura.
En este caso no me detengo en detalles como bolsillos, solapas y demás, porque en este caso los cambios han sido mínimos o inexistentes. Si que os puedo decir que el cruce se ha bajado ligeramente aumentando el escote, tal y como yo prefería.
También se han modificado el bajo de los delanteros para hacerlos más ceñidos y abiertos en su curva. Y si no recuerdo mal también se ha prolongado ligeramente el largo de la chaqueta.
Con este artículo de hoy debemos sacar como moraleja que durante un proceso artesanal como este, en el que se inventa constantemente y se está totalmente a merced de los materiales, su naturaleza y evolución, debemos ser conscientes de que siempre puede surgir un contratiempo. No obstante, los problemas siempre pueden surgir, la diferencia entre profesionales está en cómo se resuelven. Y sin duda Agustín me ha demostrado que está totalmente a la altura de su trabajo.
Muy pronto descubriremos el desenlace de todo este proceso.
¡Seguimos con el Martes!