En la actualidad, ya es más común escuchar casos de depresión pero también sobre formas de identificarla.
Algo que quiero compartirle al mundo es mi experiencia y la decisión que tomé por mi misma de ayudarme a salir adelante después de 12 años.
Mi estilo para contar algo es muy directo, solo espero que los que se puedan identificar de alguna forma, busquen ayuda pronto y no se den por vencidos.
La historia comienza así: Hasta los 12 años fuí una niña muy alegre y activa, me gustaba hacer amigos, tenía mi lado creativo y mi lado sensible y emotivo. Tenía una buena personalidad. Esa parte de mi murió una noche viendo la televisión en la sala con mi papá, cuando comenzó a tocarme el estómago lentamente como para ver mi reacción y poco a poco fue bajando hasta tocar mi parte intima, y pensarán, ¿Por qué no te alejaste rápido?, ¡créanme! fue el momento más confuso de mi corta vida, sólo pensaba: ¿Qué está pasando?, ¿Esto es malo o lo estoy confundiendo? ¿Cómo me quito de aquí sin que lo haga incómodo? Me quedé tiesa y muda. Al verme sin reacción, rápidamente tomó mi manita (aún no puedo creerlo cada que lo recuerdo, ¡era una niña! ) y la puso en su miembro aún sosteniéndola para guiarme a apretarlo y hacerle movimientos lentos. En ese momento salí de mi estado de shock y me entró un sentimiento enorme de miedo, decepción, desesperación, vergüenza, tristeza, todo un revoltijo de emociones, pero junto con toda esa explosión en mi interior me levanté como pude del sillón en el que estabamos y corrí llorando al cuarto en dónde se encontraba mi mamá leyendo. Ella supo distinguir mi llanto lleno de miedo y desesperación después de escuchar a lo lejos una frase nerviosa “¿Qué pasó? ¡Ven! Estábamos jugando”. Sólo puedo decir que fue el peor día de mi vida y tuve que crecer más rápido.
Al día siguiente hablaron conmigo, él se disculpó pero yo no podía ni voltear a verlo, sentía una vergüenza enorme, y de ahí se produjo una pregunta con mucho peso de parte de mi mamá: “Si tú me dices que nos divorciemos, nos divorciamos, ¿qué decides?” ¡¿Qué?! En mi interior lo deseaba pero sabía que me sentiría culpable por mucho tiempo así que tuve que decir que no. ¿Qué buena técnica, no? Nunca se separaron.
Al poco tiempo me llevaron a terapia familiar, no me sirvió de nada porque no me sentía lista para sanar, estaba en pleno desarrollo físico y emocional todo me daba vueltas, estaba confundida, me avergonzaba mi cuerpo, todo, y al final de la terapia dije que si lo perdonaba pero fue por la presión que sentía y las ganas de salir de esa situación tan incómoda. Después de haber pasado un tiempo todo volvió casi a la normalidad por parte de ellos, yo seguía desarrollando la depresión con la que estoy luchando en estos momentos.
Para acabarla, al siguiente año me diagnosticaron artritis reumatoide juvenil y ahora tenía que lidiar con dos aspectos depresivos, sentía que me hundía.
Seguí yendo con los psicólogos de mis escuelas para desahogarme y sentir que podía contar con alguien. Así llegué a la preparatoria y fue cuando logré identificar que si tenía un trauma porque ya estaba en la etapa dónde el deseo sexual comenzaba a brotar y ya existía un contacto físico leve. Y bueno, en el primer contacto jugando que hubo con un amigo en una fiesta me invadió el miedo y la ansiedad, sintiendo casi exactamente lo que sentí aquella vez a los 12 años. Después de eso, comencé a soñar constantemente la escena con mi papá, o con otros personajes mayores, en los que me hacían lo mismo que él, en algunos casos soñaba que yo lo disfrutaba, eso me provocaba mucho asco y enojo cuando despertaba, y empecé a desarrollar coraje y ya tenía más poder que la tristeza. Estaba enojada con todos, conmigo misma por no sentirme más fuerte, ser tan emocional y por mi enfermedad que me limitaba a muchas cosas. Lo que no me daba cuenta era que cada que tenía recaídas emocionales, tambien las tenía físicas.
Fuera de todos esos problemas, mi vida escolar era muy buena, fuera de la casa podía ser yo, era mi distracción, todavía tenía esa escencia de cuando era pequeña, alegre, positiva de cierta forma, chistosa y social.
Llegué a la universidad, era muy social, y me gustaba demostrar seguridad aunque por dentro era muy insegura, sonreía mucho, seguía teniendo carisma y me la pasaba bien, volvia a casa y me apagaba de nuevo. Empecé una relación que se veía bastante prometedora, me enamoré como nunca, le aventé desde un principio mis traumas, situaciones, defectos, enfermedades y para él no fue problema, me sentí tan aceptada, pero eso era por mi baja autoestima y mis inseguridades que no me dejaban ver que no se trataba de una prueba en la que me tenían que aceptar.
Con el paso del tiempo esa relación empezó a decaer, él cambió mucho y comenzó a ser muy cruel, a demostrarme que ya no le importaba mucho pero yo no lo quería ver aunque medio mundo me lo dijera. Me manipuló más de un año, me dejaba y volvia, sospechaba de él, me volví muy celosa, pero aún así lo acepté y dejé que pasara, no me di cuenta que me había dejado de querer a mi misma y que estaba haciendo mis problemas parte de mi personalidad y las ponía en primer lugar, es por eso que al sentir esa aceptación de su parte ya no lo quería soltar porque me iba a volver a perder. Para no enfocarme en eso, al final supe que me estuvo engañando así como lo sospeché y pude dejarlo casi por completo, porque me seguí sintiendo herida y humillada por mucho tiempo.
Durante ese periodo tengo que añadir que bajé mucho de peso, mis pantalones talla 1 ó 0 me quedaban flojos, me daba pena mi cuerpo, recaí con la enfermedad, y me pusieron protesís de rodilla. ¡Ah! y terminé la universidad.
Actualmente, tengo 24 años y sigo viviendo con mis papás, que piensan que ya es hora de superar mis traumas, pero cada vez se hace más fuerte el sentimiento de coraje, incomodidad, tristeza, vacío, ganas de no reír, acompañados de una crisis existencial y un sin fin de deseos de ya no estar en este mundo, pero otra parte de mi tiene muchas ganas de vivir, y volver a sacar esa parte alegre de mi, alejarme de todo lo que me haga daño y comenzar de cero. Sentí que estaba gritando por ayuda pero al final la única que se puede ayudar soy yo, tengo depresión disfrazada que fui desarrollando desde los 12 años, así que como dije al principio, tomé la decisión de buscar ayuda y estoy lista para salir de esto. No se qué va a pasar, que cambios voy a hacer, pero es hora de pensar un poco más en mi y avanzar.
Todos tenemos muchísimos problemas, alguien siempre estará peor que uno, aquí la cuestión es ¿Cómo lo sobrellevamos cada quién? y ¿que hacemos para sanar?
Si tu estás pasando por algo fuerte que te quite las ganas de vivir, que te robe energía y felicidad, te invito a que busques ayuda, no muchos se atreven porque piensan que pueden salir solos de eso, pero una vez que lo haces te desahogas, te llenas de poder y fuerza, los humanos funcionamos mejor cuando nos sentimos apoyados, y no está de más, date una oportunidad de vivir con paz y fuerza sabiendo que pudiste vencer tus miedos y obstaculos. Nadie está solo.