Hoy comienza una nueva etapa en el historia de España, dijo el Rey don Juan Carlos en su discurso de proclamación el 22 del 11 de 1975. Y hoy su hijo, don Felipe ha defendido en su discurso de proclamación ante las Cortes una España «en la que cabemos todos» y «una Monarquía renovada para un tiempo nuevo» en el que la Corona debe ser referente ético «observar una conducta íntegra, honesta y transparente, porque, «sólo de esa manera, se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones»; realzó su «fe en la unidad» de una España y «se puedan alcanzar acuerdos entre las fuerzas políticas, es exigencia generacional el fortalecimiento de la cultura democrática».
Profundamente emocionado, Don Felipe dijo: «En la persona del Rey Juan Carlos rendimos hoy el agradecimiento que merece una generación de ciudadanos que abrió camino a la democracia, al entendimiento entre los españoles y a su convivencia en libertad. Esa generación, bajo su liderazgo y con el impulso protagonista del pueblo español, construyó los cimientos de un edificio político que logró superar diferencias que parecían insalvables, conseguir la reconciliación de los españoles, reconocer a España en su pluralidad y recuperar para nuestra Nación su lugar en el mundo». «Hoy puedo afirmar ante estas Cámaras que comienza el reinado de un Rey Constitucional, que ha de respetar también el principio de separación de poderes y, por tanto, cumplir las leyes aprobadas por las Cortes Generales, colaborar con el Gobierno de la Nación -a quien corresponde la dirección de la política nacional- y respetar en todo momento la independencia del Poder Judicial». «La neutralidad política de la Corona, su independencia y su vocación integradora ante las diferentes opciones ideológicas, le permiten contribuir a la estabilidad de nuestro sistema político, facilitar el equilibrio con los demás órganos constitucionales y territoriales, favorecer el ordenado funcionamiento del Estado y ser cauce para la cohesión entre los españoles. Todos ellos, valores políticos esenciales para la convivencia, para la organización y desarrollo de nuestra vida colectiva».
«La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social, porque, sólo de esa manera, se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones. Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente, sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de los ciudadanos». «Deben estar siempre presentes, con un inmenso respeto también, todos aquellos que, víctimas de la violencia terrorista, perdieron su vida o sufrieron por defender nuestra libertad. Su recuerdo permanecerá en nuestra memoria y en nuestro corazón. Y la victoria del Estado de Derecho, junto a nuestro mayor afecto, será el mejor reconocimiento a la dignidad que merecen».
«Quiero también transmitir mi cercanía y solidaridad a todos aquellos ciudadanos a los que el rigor de la crisis económica ha golpeado duramente hasta verse heridos en su dignidad como personas. Tenemos con ellos el deber moral de trabajar, para revertir esta situación y el deber ciudadano de ofrecer protección a las personas y a las familias más vulnerables; y también la obligación de transmitir un mensaje de esperanza -especialmente a los más jóvenes- de que la solución de sus problemas y en particular la obtención de un empleo, sea una prioridad para la sociedad y para el Estado». «Deseamos una España en la que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor, siempre con una mentalidad abierta y constructiva y con un espíritu solidario. «Quiero reafirmar, como Rey, mi fe en la unidad de España, de la que la Corona es símbolo, unidad que no es uniformidad». «En esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español, porque los sentimientos no deben nunca enfrentar, dividir o excluir, sino comprender y respetar, convivir y compartir». Resaltó el trabajo y el esfuerzo personal, con frase de Cervantes en boca de Don Quijote: "no es un hombre más que otro, si no hace más que otro". Yo me siento orgulloso de los españoles y nada me honraría más que, con mi labor y dedicación de cada día, los españoles pudieran sentirse orgullosos de su nuevo Rey.
En general, el discurso ha sido muy bien acogido y valorado, tal vez le faltó intensidad emocional y énfasis oratorio. Felipe González dijo que es "un discurso muy correcto en el fondo y en la forma". Alfonso Guerra decía que ha sido muy bueno y contundente, con alusiones a las instituciones y a la defensa de la ejemplaridad y la ética. Y Rajoy ha destacado la "normalidad y tranquilidad" del proceso de cambio en la Jefatura del Estado, hecho inédito, a su juicio, en la historia de España, que reconforta y enorgulleceMuchas gracias. Moltes gràcies. Eskerrik asko. Moitas grazas».